Alejandro
Guevara Arroyo
El hombre. Una noche de mediados de 1572, un corpulento
señor feudal salió al balcón de su castillo en el norte de Europa. Dirigió su
mirada al cielo, como hacía frecuentemente en las noches. Pero en esa ocasión,
algo captó especialmente su atención. Maravillado, anotó que cerca del cenit de
Casiopea, se encontraba una nueva estrella.
El hombre que notó este fenómeno
sin precedentes llevaba por nombre Tycho Brahe. Fue un aristócrata danés que
vivió entre 1546 y 1601 y dedicó su existencia a la astronomía y a la
astrología (estas eran actividades casi inseparables en aquellos tiempos).
Tycho Brahe fue de temperamento
fuerte y autoritario, típico de su estatus social. En 1567, mientras se
encontraba en la Universidad de Rostock, el astrónomo mantuvo una disputa sobre
alguna cuestión matemática. Al no poder solucionar el asunto, reto a duelo a su
contrincante matemático, con tan mala ventura que perdió la nariz en la
batalla. Por ello, su cara fue adornada con una nariz de oro por el resto de su
vida. Además, gustaba de realizar banquetes en los que se rodeaba de muchos
comensales y comía y bebía hasta el hartazgo. Algunos rumores históricos
señalan que su muerte se debió a una indigestión provocada durante uno de esos
bacanales.
Sus grandes aportes astronómicos.
Dos fueron los grandes aportes
de Tycho Brahe a la astronomía. En primer lugar, en una isla hizo construir un castillo dedicado
exclusivamente al estudio de los cielos. Lo llamó Uraniburgo o Castillo de los cielos. Lo proveyó con los mejores
instrumentos astronómicos de su época y se rodeó de asistentes y otros
astrónomos. Esta idea de un establecimiento dedicado totalmente a la astronomía
era novedosa.
El segundo lugar, realizó una gran cantidad de detalladas observaciones,
por medio de las cuales contrastó las teorías astronómicas de su época. Tycho Brahe
compiló lo que el historiador de la ciencia costarricense Guillermo Coronado ha
llamado un tesoro de observaciones
astronómicas.
Precisamente, Tycho fue el
creador del mapa sideral más
detallado que se haya hecho sin telescopio (este instrumento no sería inventado
hasta algunas décadas después de su muerte). Además, observó, documentó e
interpretó dos fenómenos de importancia revolucionaria. Por un lado, un cometa
en 1577 y por el otro, la nova o
estrella nueva de 1572.
Su
papel en la nueva ciencia. Según el gran filósofo griego Aristóteles de
Estagira (384-322 a.de C.), el cosmos está divido en varias esferas circunscritas.
En la más externa se encontraban las ‘estrellas fijas’, en las intermedias los planetas o estrellas errantes y la luna.
Finalmente, bajo esta se encontraba el
mundo sublunar y la Tierra. Según el Filósofo, todo lo que se encuentra sobre
la luna estaba hecho de éter, una sustancia sutil, invariante y eterna. Debajo
de la luna, se encontraba el mundo de la generación y de la corrupción.
Esta teoría cosmológica se
complementó mediante la astronomía de Claudio Ptlomeo (fl. 150 d.C.), quien
brindó un modelo matemático para el movimiento específico de los planetas. La
cosmología aristotélica y la astronomía ptolemaica fueron aceptadas por la
grandísima mayoría de los filósofos naturales durante más de un milenio.
Ahora bien, Tycho argumentó que
ni el cometa ni la nova eran fenómenos sub-lunares. Pero entonces, en contra de
lo que decía Aristóteles y todas las observaciones registradas hasta entonces,
sí hay cambio en los cielos.
Estos fundamentales descubrimientos continuaron
la revolución astronómica, cosmológica y física que comenzó con Copérnico (1473-1543)
y finalizó con la física de Newton (1642-1727).
Los aportes de Tycho Brahe se
enmarcaron en esta gran revolución científica. No obstante, Tycho no fue
copernicano. Copérnico conjeturó una teoría astronómica que ponía al sol en el
centro y a su alrededor giraban los planetas, incluida la Tierra. Sin embargo,
para la época de su aparición, este modelo también presentaba dificultades
observacionales que no serían superadas hasta siglos después.
Debido a estas, Tycho no aceptó el
modelo copernicano. Sin embargo, tampoco estaba dispuesto a regresar a los aún
más problemáticos planteamientos aristotélico-ptolemaicos. De forma que presentó
un modelo astronómico mixto. En acuerdo con
este, en el centro del universo se encontraba la Tierra. A su alrededor giraban
la luna y el Sol. Finalmente, en torno a este último giraban todos los
planetas.
Tycho quería que este modelo
fuera matemáticamente bien articulado y que su enorme compilación de
observaciones fueran acordes con él. Para lograrlo, trabajó con un joven
teólogo protestante que se había dedicado a las matemáticas y a la astronomía. El
nombre de este teólogo era Johannes Kepler (1571-1630).
Kepler no cumplió lo que Tycho le
encargó, pues este último murió poco tiempo después del encuentro. Kepler sí
era un copernicano convencido y utilizó al valiosísimo tesoro de observaciones
de Tycho para desarrollar con mayor precisión la astronomía copernicana. A su
paso, también avanzó hacia una forma de hacer ciencia totalmente diferente a la
que había imperado durante milenio y medio.
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