Alejandro
Guevara Arroyo
Nota introductoria. El
siguiente intercambio entre el profesor Enrique Pedro Haba y mi persona se
llevó a cabo en los meses siguientes a la publicación de mi artículo “Tres formas de discutir la fecundación in
vitro” en el Semanario Universidad de la UCR (el 5 de diciembre del 2012) y
copiado en este blog el día 23 de febrero del 2014. Más allá de lo discutido en dicho artículo, en el presente intercambio se desarrollan algunas cuestiones interesantes sobre la forma de discutir y las posibilidad de la racionalidad en ese ámbito temáticamente variopinto, comunmente llamado por los filósofos razón práctica.
(I)
Estimado Alejandro:
He leído con mucho interés su artículo. Desde
luego, estoy de acuerdo con la distinción que Vd. hace entre las tres formas de
"aproximación" allí señaladas. Sin embargo, me parece que Vd. se
saltea una cuestión decisiva en cuanto a
la tercera de ellas. Para que esta pueda aplicarse, o sea, hacer entrar a jugar
la racionalidad con arreglo a FINES, el pre-supuesto es que haya ACUERDO sobre
tales fines; acuerdo que, por lo demás, no ha de ser sólo sobre el sonido de
unas palabras (ej.: "dignidad", "libertad",
"democracia", etc.), sino que estas mismas sean de interpretación
ÚNÍVOCA en el círculo de los locutores considerados. Ahora bien, como tal
acuerdo es algo que, justamente, FALTA POR SU BASE en la discusión sobre la
FIV, lo cierto es que esta no puede ser sometida a una racionalidad
instrumental que alcance a los DOS grandes bandos de opinantes; en el mejor de
los casos, miembros de un bando pueden usar ceñidamente la racionalidad
instrumental para arribar ni más ni menos que a conclusiones CONTRARIAS a
aquellas a las cuales por su parte llegaron, no menos ceñidamente
instrumentales, miembros del bando de enfrente.
Cordiales saludos,
Pedro Haba
(II)
Don Pedro:
Saludos. Su
comentario crítico me parece pertinente. No obstante, me gustaría introducir
algunas distinciones mediante las cuales precisar en qué sentido la crítica es
pertinente para la propuesta de la vía de discusión tecnológico-social. Esto me
permitirá comentar algunas cuestiones que se quedaron por fuera en el ensayo
original.
i. Lo primero es que el texto
pretendía tanto describir tres formas de discusión como valorarlas.
ii.
Precisamente, propongo lo de la aproximación tecnológico social en tanto
considero esta forma de discusión deseable. Ahora, ¿qué hace deseable a esta
forma de discusión?
(a)
En primer lugar, esta es una forma más racional de discutir sobre la
idoneidad de reformas jurídicas. Lo que, en este caso, quiere decir que es
intersubjetivamente más crítica, no presupone teorías falsas sobre la realidad
y no utiliza formas de argumentación falaces.
(b)
Por otro lado, permite llegar a acuerdo entre partes que discuten sobre
estas cuestiones y que se encontraban en desacuerdo, debido a aspectos
secundarios (ocasionados muchas veces, por las otras dos formas de discusión).
iii.
Su precisión o comentario crítico, señala que he obviado un problema
clave: si no hay acuerdo sobre los fines, tampoco lo hay sobre los medios. Este
es el caso con los dos grandes bandos en la discusión sobre la regulación de la
FIV en Costa Rica. Por tanto, no puede darse un acuerdo, aunque llevemos la
discusión por la vía tecnológico-social.
iv.
Como ya dije, estoy de acuerdo. Aún si los dos bandos en la discusión
actual sobre la FIV estuvieran dispuestos a discutir bajo los término
tecnológico sociales (y esto ya es mucho pedir), el acuerdo sería probablemente
inalcanzable, dado los fines contrarios que se defienden en cada lado.
Este es, claro está, el límite de utilidad de
la vía tecnológico-social para solucionar desacuerdos de esta clase. No se me
ocurre solución aceptable a esta dificultad (quiero decir: hay soluciones, pero
me parecen indeseables; v.g.: proponer una forma de discusión que presuponga
una meta-ética objetivista esencialista -y que por tanto sea dogmatizante-
sería inaceptable).
Aún así, creo que la vía tecnológico-social
permite llegar a acuerdos justificados entre quienes sí defienden los mismos
fines y limar desacuerdos ocasionados por aspectos secundarios.
Asimismo, -como ya dije en el breve artículo-
esta vía permite explicitar los valores en juego, que es lo que realmente está en discusión (y no los
significados del término vida o si la Sala Const. dijo a o b).
Finalmente, con lo aceptado hasta aquí, cabe
agregar que la vía de discusión tecnológico-social no pierde el valor señalado
en (a). Y me parece que esto no es del todo trivial. Al fin y al cabo,
propuestas dogmatizantes serian más eficientes en llegar a acuerdos, pero deben descartarse, también por ser
inadecuadas en ese aspecto (a).
Se despide,
Alejandro Guevara Arroyo
(III)
Estimado Alejandro:
Si bien estoy de acuerdo, ¡yo!,
con sus observaciones, empero tampoco hay que olvidar lo siguiente, a propósito
del punto ii(a) señalado por Vd.: lo de "intersubjetivamente",
"teorías falsas sobre la realidad" y "formas de
argumentación falaces", no son nociones que, en sus aplicaciones
ESPECÍFICAS, cada una de dichas nociones estén en situación de tener como referente
conocimientos que sean INTERSUBJETIVOS sin más, para CUALQUIERA, en las
controversias REALES. No existen uno o más criterios capaces de funcionar a
título de tertium comparacionis interpretable IGUALMENTE y aceptable
IGUALMENTE para todo el mundo. En definitiva, cada uno de nosotros no puede ir
más allá, en cada momento, de lo que él mismo esté convencido (por la
socialización intelectual recibida u otros factores) de tener como EVIDENTE en
última instancia.
Reconocer eso, no significa suscribir
necesariamente un escepticismo absoluto en materia cognitiva, sino simplemente
reconocer que así son las cosas de hecho: ¡no existe medio alguno para
CONVENCER a todo el mundo! (salvo para cosas vistas como obvias o verificables
por medios que nadie ponga en duda). Solo que, el hecho de no poder
"convencer" no tiene por qué llevarnos a la conclusión (¡y, de hecho,
nadie la tiene sinceramente!) de que aquello en que creemos no es cierto, ni
mucho menos DEMUESTRA que no pueda serlo. Lo queramos o no, no podemos
menos que CONFIAR en lo que tenemos por "evidente", mientras se nos
presente como TAL. Lo más que vez podamos alcanzar, algunos (¡no, por cierto,
la generalidad de la gente!), es tomar conciencia de nuestros propios AXIOMAS,
en relación con tales o cuales asuntos, y discutir con base en esos
axiomas con quienes los compartan bastante. En definitiva, no podemos escapar
de la siguiente tautología: para aceptar su ii(a), hay que estar de acuerdo con
ii(a). O, dicho de otra manera: no podemos dialogar, transparentemente, sino
cuando ya estamos de acuerdo sobre mucho más que aquello sobre lo cual estamos
discrepando en ese momento.
Cordialmente,
Pedro Haba
(IV) Don Pedro:
Saludos. Me
parece que estoy acuerdo con usted. No obstante, introduciré algunas
consideraciones, que permitirán expresar con mayor exactitud en qué estoy de acuerdo.
(i)
Si el problema que se está tratando es:
¿Por qué y cómo las personas encuentran deseable una propuesta como la
presentada en el texto original o las consecuencias de su uso? o incluso ¿por
qué las personas aprueban una propuesta (problemas que no son exactamente
equivalente)? entonces, encuentro sus
comentarios de lo más pertinentes.
Como respuesta a estas cuestiones, debemos
reconocer que no existe medio o argumentación que convenza a todos de la
deseabilidad de una propuesta. Y sin duda, en esta cuestión sociológica, no
podemos sino reconocer que cada quien parte de supuestos –con suerte
conscientes, pero las más de las veces inconscientes- que determinan si
aceptamos o no una propuesta como la discutida originalmente o las soluciones
que mediante ella se puede alcanzar. Igualmente, es indudable que ésta
afirmación es cierta también de nosotros mismos. Finalmente, podría agregar que
atenerse en la argumentación a estándares de racionalidad, es más bien una
buena estrategia para que a uno no le hagan mucho caso en la vida diaria.
De forma que
aquí concuerdo (aunque no sin ciertas precisiones que me ahorraré) con un
relativismo sociológico sobre los medios para alcanzar acuerdos. En síntesis,
estoy muy de acuerdo con que “no podemos dialogar, transparentemente, sino
cuando ya estamos de acuerdo sobre mucho más que aquello sobre lo cual estamos
discrepando en ese momento”.
(ii)
Si lo que estamos discutiendo es: ¿por qué
es deseable una propuesta? o incluso, en la discusión original, ¿por qué es
deseable una cierta postura sobre la regulación de la FIV? Entonces, la cuestión discutida es diferente. Ya no estamos aquí en
una cuestión sociológica, sino en una discusión axiológica (en sentido amplio).
Ya no estamos problematizando sobre propiedades de las personas y su relación
con sus creaciones intelectuales, sino más bien, sobre propiedades y relaciones
de cierto tipo, que existen en las propias
creaciones (i.e. teorías, propuestas, valoraciones, etc.).
Y claro, como
para responder a esta cuestión debemos presuponer un punto de partida, podemos
considerar que el valor epistémico muy fundamental para constructos intelectuales (incluida la propuesta de discusión
tecnológico-social) es el de racionalidad crítica (NB: sé que estos son
términos que requerirían una amplia definición, pero por razones evidentes me
la ahorro).
Así, si
consideramos que este es el presupuesto axiológico fundamental, tendremos como
respuesta al segundo problema: tanto nuestras propuestas (ellas mismas) como
las consecuencias de su uso, deben permitir la crítica intersubjetiva (como
señala el principio de falibilismo criticista y consecuente de ALBERT), ser
inferencialmente válidas, no presuponer teorías falsas de la realidad (por
supuesto, estas mismas deben estar sometidas a la crítica constante), entre
otros.
Agradecido por la atención y el interés; se despide,
Alejandro Guevara Arroyo
(V)
Estimado Alejandro:
Me refiero en especial a la segunda parte de su mensaje. Si bien la distinción que Vd. efectúa entre el "por qué" sociológico y el "por qué" axiológico es correcta analíticamente, no me parece que eso cambie mayormente las cosas en cuanto al punto clave: en AMBOS niveles es requisito sine qua non estar de acuerdo sobre unas BASES de pensamiento, sean estas cuales fueren, para poder entenderse sobre un asunto. Vd. mismo lo dice: "...PODEMOS considerar que el valor epistémico muy fundamental... SI consideramos que este es el presupuesto axiológico fundamental..." (énfasis míos). Pues bien, claro que "podemos" considerarlo así... ¡pero no menos verdad es que también "podemos", conscientemente o no, ¡NO "considerarlo" así! Más aún: hasta podemos “considerarlo”, sí, de esta manera en abstracto, pero llegar a razonar de maneras contradictorias con ello, o que parezcan contradictorias en tal sentido a unos y a otros no; todo esto recurriendo, por lo demás, tanto a las incertidumbres del lenguaje y en general a los "ruidos" de la comunicación, como también a los márgenes de error posibles en el conocimiento empírico.
Lo que quiero decir es que, de todas
maneras, y tanto da si el "por qué" en cuestión lo ubiquemos en el
plano empírico-sociológico o en el lógico-axiológico, cada quien sólo
"cree" lo que "cree"; pero toda creencia básica, sea
en el orden que fuere, incluso el METODOLÓGICO, no "funciona"
mentalmente sino para quienes, valga la redundancia, EFECTIVAMENTE
"creen" en esta misma y según la "vean" ellos mismos. De
ahí que, querámoslo o no, tampoco la afirmación suya siguiente escapa a tal
destino: "Para ser deseables, tanto nuestras propuestas (ellas
mismas) como las consecuencias de su uso, DEBEN permitir..." (énfasis
míos). Pues bien, tTanto da que a esa condición de "desables" y de
"deben" la ubique ya sea en plano sociológico o axiológico o
metodológico, o de cualquier otra manera, aquella VALE ̶ya sea sociologicamente,
axiológicamente o metodológicamente, etc. ̶ nada más que para quienes
(como Vd. y yo) CREAMOS en ella misma.
Saludos,
Pedro Haba
(VI) Don Pedro:
Saludos.
Sobre lo que usted dice: En buena medida sigo estando de acuerdo y creo que mis
comentarios son complementarios. En lo que quiero poner énfasis es en lo
siguiente: se evita el relativismo epistemológico, asumiendo un racionalismo
como un valor fundamental de constructos
intelectuales (no de acciones o pensamientos en sentido subjetivo). Esto
es, en tanto asumamos que la crítica y la justificación son deseables en todo
constructo intelectual –incluidos los constructos meta-metodológicos (de forma
que este es un valor meta-teórico)-, se
sigue entonces que ciertas ideas, ciertos razonamientos y ciertas teorías
son correctas y otras no lo son. Y esto es así (tiene sentido hablar de correcto/incorrecto), aún cuando el sujeto
epistémico no lo crea así. Caso
contrario, ‘correcto/incorrecto’ tienen un significado diferente. Sólo así podemos
decir con sentido que es correcto un enunciado descriptivo como “cada quien
sólo "cree" lo que "cree"; pero toda creencia básica,
sea en el orden que fuere, […] no "funciona" mentalmente sino para
quienes, valga la redundancia, EFECTIVAMENTE "creen" en esta misma y
según la "vean" ellos mismos” (tomada de su epístola previa).
Me parece que
esta es la diferencia entre un racionalismo como valor aplicado a constructos
intelectuales (al estilo Albert) y un racionalismo psicologista (propio de la
filosofía moderna y de personajes como Rawls).
Claro, podría
negarse tal valor. Podría negarse que la racionalidad sea un valor de los
constructos intelectuales. No hay nada ‘externo’ que obligue al sujeto
cognoscente para no ser un irracionalista y/o un dogmático (aquí estoy en
contra de lo que pensaba Popper). Pero, precisamente, ese sería el valor
epistémico fundamental (i.e. dogmatismo, intuicionismo…) que se asume como más
valioso y debe ser denunciado como tal.
Por cierto,
no pierdo la oportunidad de señalar –mediante un breve excurso- una cierta
generalización con la que no estoy de acuerdo. Es la siguiente: si bien no creo
que exista un medio no-subjetivo para
determinar el valor fundamental propio de todos los constructos
intelectuales (i.e. esta cuestión semántica está abandonada a la
irracionalidad), no creo que esto sea cierto sobre otras cuestiones
‘fundamentales’, por ejemplo, las ontológicas. V.g. un realismo crítico es correcto racionalmente (en atención a
razones) frente a una idealismo a la Hegel, aún cuando el sujeto epistémico
vaya en contra de la solución correcta.
En fin, creo
que la diferencia principal entre la posición que usted expone y lo que yo
intento sugerir es la siguiente: usted refiere a los aspectos pragmáticos de
los conflictos intelectuales (creo incluso que es correcta su posición sobre estas cuestiones pragmáticas) y yo a
aspectos semánticos (i.e. relaciones entre sentidos y referentes de términos y
proposiciones) de la meta-metodología de los constructos intelectuales. Estoy en
consciencia que estos últimos problemas y soluciones son de escasísima utilidad
para las cuestiones prácticas. Aunque –por cierto- psicológicamente, pueden
permitir justificar un racionalismo crítico frente a formas ingenuas de
escepticismo posmoderno.
Muy
agradecido por su atención e interés; se despide,
Alejandro Guevara Arroyo
(VII)
Estimado Alejandro:
Me concentraré sobre todo en la siguiente frase suya, pues me parece (¿estoy equivocado?) que sintetiza la idea clave de la posición sustentada por Vd.: "se puede evitar el relativismo epistemológico, ASUMIENDO UN racionalismo como un valor fundamental de constructos intelectuales (NO de acciones o pensamientos en sentido subjetivo)" [los énfasis mediante mayúsculas y subrayados van por mi cuenta]. He aquí mis reparos básicos al respecto (siempre y cuando no se trate, de parte suya, simplemente de una manera de expresarse que me provoca estas dudas):
1) Sí, eso puede uno "asumirlo", ¡o no! Ahora bien, aun cuando Vd. se da cuenta de este "o no", tengo la impresión de que en cambio no saca todas las CONSECUENCIAS que tal posibilidad comporta aun en el plano meramente lógico (tomo esta última palabra en un sentido amplio), esto es: ¡también en cuanto al plano INTELECTUAL mismo! (aun dejando aparte toda pregunta sobre efectos pragmáticos). Esa impresión mía se basa en lo que paso a señalarle en los números siguientes.
2) Lo que así se "asume", como bien dice usted, es UN "racionalismo". Sólo que, al parecer, Vd. no lleva hasta el final las consecuencias INTELECTIVAS de admitir que, si ello se aplica sólo a "un" modo de entender esa palabra o su base el término "racional", entonces no puede tratarse de EL "racionalismo", sin más; también puede haber (¡y de hecho hay!) OTRAS maneras de entender la misma palabra. Claro que cada quien puede elegir ̶también Vd., también yo (acaso en acuerdo con Vd.) ̶ el significado, ¡o la AMBIGÚEDAD de significado!, que prefiera. ¿Cree Vd. que la Teología, por ejemplo, no se entiende como plenamente "racional" a sí misma?
Ahora bien, salvo que Vd. sea víctima
del naturalismo lingüistico (¡yo creo que no!), no veo qué podría ganar con
decir que la VERDADERA "racionalidad" es lo que Vd. (y quienes
piensen como Vd.) vayan a entender bajo esa palabra, ya sea en general o en
cada aplicación de ella, pero que NO lo es aquello que califiquen como
"racional" OTROS. Y si no es esto último lo que piensa, me parece que
convendría dejarlo bien francamente aclarado, esto es: reconocer que Vd. o yo,
como en cualquier otra dirección de pensamiento, ELIGE (al menos
implícitamente) en QUÉ "cree" BÁSICAMENTE. Es así en cuanto a eso,
como a muchas otras cosas. [Esto último sin perjuicio de lo que señalaré más
abajo: No. 4.]
Lo más lejos
a que podemos llegar en nuestro afán de "objetividad" es a explicitar
nuestras BASES intelectuales y algunas pautas de pensamiento integradas con
aquellas. Tenga o no tenga ello unas consecuencias prácticas, esa necesidad de
OPTAR no se da sólo para realizar o no realizar comportamientos en
interrelaciones sociales, sino también en el PROPIO plano INTELECTUAL. De ahí
que también toda opción básica en ESTE plano es, y no veo cómo podría no ser,
una DECISIÓN que por lo menos en partes (¡decisivas!) emana de nuestra vida
emocional. ¡En esta decisión MISMA no hay ninguna otra "objetividad"
que la calificación retórico-PERSUASIVA de llamarle así aun a aquella misma!
Por lo demás, no sólo es así en cuanto a lo "puramente" (por decir
así) básico, sino también en cuanto a las pautas de inferencia (por lo general
más implícitas que explicitas) con que solemos aplicar dichas bases.
Nos guste o no nos guste, no tenemos otra
posibilidad ̶¡si no
hemos de autoengañarnos halagándoNOS con ciertas palabras prestigiosas
("racionalidad", "objetividad", etc.) ̶ que
ASUMIR que somos nosotros MISMOS quienes le asignamos el rango de
"verdad" a esto o aquello; esta asignación puede corresponder ya sea
a círculos más amplios o más restringidos de intersubjetidad. Eso sí: cuando
digo asignaMOS, no sostengo que no podamos acertar, en cuanto a la relación
entre lo que creemos y un "es" que de alguna manera sea
independiente (hasta cierto punto) de nuestro propio pensamiento; solo que no
hay ninguna manera de "probarlo" que pueda estar MÁS ALLÁ de nuestras
propias PRE-suposiciones al respecto.
YO estoy
PLENAMENTE convencido de que acierto ("verdad") sobre tales
relaciones en mis afirmaciones, y por cierto no veo ninguna IMPOSIBILIDAD en
cuanto a que sea así (como tampoco la ven en creer lo contrario otros); pero
solo Dios podría fallar sobre si mis convicciones, por más plenas o
"metodológicamente" fundamentadas que estén (según los métodos en que
creo), son tan acertadas como yo estoy convencido de que sí lo son. En esto, como
en tantas otras cosas, uno no tiene más remedio que APOSTAR a sus propias
convicciones, ¿por qué no?. ¡Pero creo que es ser la mar de iluso imaginarse
que la apuesta de uno está garantizada intelectualmente porque a ese
"número" al que apostamos se le ponga etiquetas como
"razonable" u "objetivo" (sea cual fuere el sentido en que
las use)!
3)
También los "constructos
intelectuales" son SUBJETIVOS: ¿cómo podrían no serlo, si son el producto
de mentes humanas? En todo caso, puede ser aplicable también con respecto
a estos lo que señalé en el número anterior, en cuanto a que tal vez puedan
"acertar" tales o cuales de ellos. El hecho de que unos u otros de
tales "constructos" sean más o sean menos INTER-subjetivos puede
constituir una garantía (o aunque sea un poquito de "garantía") si
pensamos (así solemos hacerlo), que el hecho de compartir con otros (a quienes
creemos dignos de crédito) tales o cuales creencias ̶sea sobre lo que fuere, incluso en
cuanto a afirmaciones avaladas por las ciencias "duras" ̶ nos resulta convincente a NOSOTROS (i.e.,
para las gentes que integran el círculo de intersubjetividad
correspondiente).
Mas abajo, Vd. efectúa esta precisión:
"Claro, podría negarse tal valor. Podría negarse que la racionalidad sea
un valor deseable de los constructos intelectuales. No hay nada
‘externo’ que obligue al sujeto cognoscente para no ser un irracionalista
y/o un dogmático (contra lo que pensaba Popper). Pero, precisamente, ese
sería el VALOR epistémico fundamental (i.e. dogmatismo, intuicionismo…) que se
asume como más valioso y debe ser denunciado como tal" (énfasis míos).
4) A mi juicio, Vd. comete ahí el error
de pensar que TODO ello, en cuanto a la posibilidad de ELEGIR, es esencialmente
una cuestión de VALOR. O sea, COMO SI alguien ELIGIERA (tanto da si consciente
o inconscientemente) ser "un IRracionalista y/o un dogmático"; o sea,
escogiendo esto ̶"(i.e.:
dogmatismo, intuicionismo…)" ̶ como "el valor epistémico fundamental... más
VALIOSO...".
Ese supuesto "NEGARSE [a] que la
racionalidad sea un valor deseable de los constructos
intelectuales", si bien existe por parte de algunas corrientes filosóficas
(ej., Nietzsche), en la práctica no suele aparecer en las controversias
"vivientes". Nuevamente ha caído Vd., al parecer, en los brazos del
naturalismo lingüístico, esto es: imaginarse que para términos como
"irracionalista" o "dogmático" hay una sola acepción
posible, o en todo caso que solo UNA de las usadas en la práctica lingüística
es LA "correcta"; y desde luego, esta última necesita ser ni más ni
menos que AQUELLA que tiene USTED (y también yo) in mente al utilizar
esas palabras.
No, ¡ahí no hay ninguna DECISIÓN (i.e.,
voluntarismo) al respecto! Lo que pasa, es que unos CREEN en que
"racional" son tales o cuales tipos de pensamientos, mientras otros
no les reconocen a estos últimos semejante condición. No es que haya, por lo
general, quienes piensen más o menos así: "Sí, reconozco que soy 'un
irracionalista y/o un dogmático'; pero considero que es 'más VALIOSO'
pensar así y, por tanto, tomo la RESOLUCIÓN de que me importa 'dos pepinos' qué
sea o no sea 'racional'; yo resuelvo aceptar 'dogmáticamente' lo que se me
antoje o lo que diga Fulano de Tal, nada me importa si este último lo haga con
o sin 'razón'... ".
¡No, no no... eso NO FUNCIONA así! No
se trata SIMPLEMENTE de un asunto de decisiones VALORATIVAS, sino
antes que nada y por encima de todo es una cuestión de CREENCIAS en que tales o
cuales cosas son "verdad". El juicio de valor viene anejo a
esas creencias, no suele ocurrir que dicha valoración no esté vinculada
INDISOLUBLEMENTE ̶en la
mente de quien piensa así ̶ a
las creencias por él pre-supuestas. Puesto en las categorías señaladas por Ross
al referirse a los tipos de acuerdos y desacuerdos, se trata ahí de un
desacuerdo DOBLE: uno de CREENCIAS, sobre las cuales se apoyan las que son de
ACTITUDES (valoraciones) al respecto.
5) Otros ejemplos de naturalismo lingüístico: según usted, hay también "...cuestiones ‘fundamentales’, por ejemplo, las ontológicas. V.g. un realismo crítico es correcto racionalmente (en atención a razones) frente a un idealismo a la Hegel, aún cuando el sujeto epistémico vaya en contra de LA solución correcta" (mayúscula y subrayados míos)". Si los términos que he enfatizado por mi cuenta no son tomados en el sentido de la Superstición del ÚNICO significado VERDADERO, no veo cómo puedan invocarse de la manera en que (¿no "dogmática"?) lo hace usted.
6) Concluye Vd.: "En fin, creo que la diferencia principal entre la posición que usted [yo] expone y lo que yo [usted] intento ̶ ̶difusamente ̶ sugerir es la siguiente: usted [yo] refiere a los aspectos pragmáticos de los conflictos intelectuales (creo incluso que es correcta su posición sobre estas cuestiones pragmáticas) y yo a aspectos semánticos (i.e. relaciones entre sentidos y referentes de términos y proposiciones)..." (subrayados míos).
Pues no,
¡fíjese que NO es así! Tal vez en mis contestaciones anteriores no hice
EXPRESAMENTE la distinción entre esos dos niveles, pues entiendo que en lo
principal lo señalado por mí se aplica a AMBOS. Pero verá Vd. que en los
presentes comentarios me he concentrado exclusivamente en la cuestión,
precisamente, de los "SENTIDOS y referentes de TÉRMINOS y
PROPOSICIONES" que tienen formulaciones como las presentadas por usted
mismo. Para decirlo de la manera más sintética posible, Vd. es víctima ahí de
dos grandes tipos de confusiones: a) naturalismo lingüístico (con
respecto a términos como "racional", etc.); b) pasar por encima de
que las valoraciones (actitudes) se basan en creencias.
Cordialmente,
Pedro Haba
Es curioso ! En un sector de la filosofia de la mente se le da mucha importancia efectivamente a la creencia ! No obstante tambien es criticable la llamada postura "real" y que contemporaneamente se les ha criticado y denominado fisicalistas, es decir que la creencia de un cientifico social que hable de realismo lo hace en el tanto presupone un mundo físico y no solo lo presupone muchas veces caen en una suerte de reductivismo físico o materialista ! Me parece que hablar incluso hoy dia desde una optica realista exige explicar si ese realismo que se predica parte de estos presupuestos ! Ahora no deja de ser interesante la discusion de Don Alejandro con Don Pedro ! Conversaciones poco vistas en el medio academico !
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EliminarEstimado Guillermo, si no me equivoco, señalás que para asumir como presupuesto ontológico la existencia de un mundo real externo a nuestras creencias, debemos asumir una ontología fisicalista o materialista para el conjunto total de propiedades del mundo. Sin embargo, esta es una inferencia inválida, pues es innecesaria: pueden existir ontologías no-subjetivistas en lo que se refiere al problema de la existencia de un mundo fuera de la mente, que presente distintos niveles y clases de propiedades y entidades reales del mundo.
EliminarSaludos y gracias por el comentario (que leo años después de su publicación)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¿Por que, entonces, deberíamos creer en lo que dice el profesor Haba? Supongo que él respondería más o menos así: «Efectivamente, lo que he dicho aplica incluso para eso mismo que he dicho, es decir, solo para quienes creen en ello, y quienes no creen en ello no podrán ser persuadidos de su verdad» pero tal argumentación seria circular: para justificar lo que dice en el dialogo debe asumir sin fundamento/demostración que lo que dice en el diálogo es verdadero.
ResponderEliminarInteresantísimo diálogo. No puedo evitar señalar,sin embargo,lo siguiente: Si como él dice uno «escoge» en que «creer», incluso en las ciencias duras y en cuanto a que es o no «racional», de seguro él mismo reconocera que si eso es así entonces para aceptar como verdadero eso mismo que él ha dicho acerca de las creencias básicas y sobre lo racional y el naturalismo lingüístico, debemos primero «creer» en lo que él dijo a lo largo de esta discusión como punto de partida o creencia básica. ¿Y que pasa entonces, si uno simplemente no «cree» en eso que acaba de decir en este intercambio?
ResponderEliminarAdemás, ¿No está él también cayendo en la superstición del único significado verdadero al hablar,por ejemplo,de «creencias básicas»,«naturalismo lingüístico», etc, como si fueran de interpretación unívoca?
Te agradezco mucho este comentario Svrivelten. Creo que lo que señalás es un problema claro de todo relativismo epistemológico que pretenda ser correcto: si es cierto lo que dice, entonces es falso y si se asumen supuestos que conllevan a calificarlo como equivocado, entonces está equivocado. Una alternativa a estas críticas podría ser señalar que tesis como “eso es así si usted lo cree así” son una mera descripción fáctica. Pero en tal caso resulta bastante trivial.
ResponderEliminarEl otro punto que señalás también me parece pertinente. Lo amplío de la siguiente forma: no es claro por qué Haba cree que el hecho que yo asuma un concepto de racionalidad, conlleva que yo defienda que “sólo existe un único significado verdadero”. Esta clase de críticas resultan hoy día entre imprecisas e impertinentes. Imprecisas, pues no queda claro cómo se infiere tal conclusión y qué quiere decir. Impertinentes, porque no es necesario suponer que cada término posee un significado para poder sostener (a) que hay que asumir ciertos conceptos (y no otros) para poder argumentar y (b) que hay razones independientes a las semióticas de por qué esos conceptos (y no otros) son mejores. Tampoco me parece muy sensato hacer una equivalencia plena entre conceptos, por un lado, y términos y significados, por el otro.
Por cierto, Haba tampoco da las razones de por qué no se puede asumir que existe un único significado verdadero. Por lo demás, Haba aplica de una forma tan genérica e indiscriminada la caracterización pseudo crítica de que se está incurriendo en dicho error (a veces habla de “vicio”), que he empezado a sospechar que se trata más que todo de “un golpe en la mesa” (parafraseando a Ross).