Alejandro Guevara
Arroyo
[No se] nos revel[a], desde el comienzo, todas las cosas; pero en el
transcurso del tiempo, a través de la búsqueda [sin término] los hombres hallan
lo mejor. Pero en cuanto a la verdad segura, ningún hombre la ha conocido, ni
la conocerá; ni sobre los dioses, ni sobre todas las cosas de las que hablo
[…]. Pues todo es una maraña de [conjeturas]
JENÓFANES (cit. Popper, 1991, 49)
1.
La historia de la filosofía natural como conjeturas y
refutaciones[1]
Toda teoría
científica puede entenderse como solución a un problema que se nos presenta en
nuestra relación con la realidad y por nuestra incapacidad de entenderla (aunque,
obviamente, no toda solución es correcta). Si atendemos a esto, la historia del
pensamiento científico puede reconstruirse como una secuencia más o menos
estable de problemas y soluciones. De la respuesta a un problema se infieren
nuevas instancias problemáticas no consideradas previamente en la teoría y que
pueden poner en jaque su idoneidad, forzando la emergencia de nuevas
soluciones. Podemos simbolizar tal esquema de la siguiente forma:
P1 --> ST --> EC/EE --> P2…
Siendo ‘P’ un problema, ‘ST’ solución tentativa, ‘EC’
emergencia de críticas y ‘EE’ eliminación de errores[2].
Por
supuesto, esta es una simplificación excesiva, pues multitud de soluciones no
compatibles entre sí pueden dar solución a un problema. A su vez este problema
puede tener diferentes tipos de relaciones lógicas con otros problemas y al
igual que sus respectivas soluciones. De forma que una versión un poco más
compleja aunque cercana a la realidad del proceso del conocimiento, sería el
siguiente (Popper, 1982, 225)[3]:
P1 --> ST1 --> EC/EE
--> P2…
ST2 à …
….
STn
A
continuación intentaré presentar los
desarrollos cosmológicos de la antigüedad siguiendo tal modelo de conjeturas y
refutaciones. Intentaré mostrar en este tema varias conexiones teóricas entre
dos grandes cosmólogos de la época: Aristóteles y su maestro Platón. Luego,
señalaré también sus principales diferencias. Finalmente, utilizaremos el
bloque de similitudes teoréticas aristotélico-platónicas para contraponerlas a
otra filosofía de la naturaleza: el atomismo griego. Pero antes, señalemos los
problemas sobre la realidad a los que daba respuesta la filosofía de la
naturaleza griega.
2.
Los problemas cosmológicos de la antigüedad
Durante
la antigüedad clásica griega se crearon respuestas fundamentalmente a tres
problemas (Lindberg, 2002, 57-62): (i) el problema de los constituyentes
fundamentales del mundo. A partir del cual se conformaba tanto una ontología
como –muchas veces- una cosmogonía. (ii) Pero si existían constituyentes
últimos e invariantes en la realidad, entonces debían darse una solución a la
cuestión de por qué y cómo existe y se da el cambio en el mundo. La respuesta al problema del cambio se
constituye tanto en una cosmología como una física. (iii) Finalmente, los
griegos se preocuparon por la siguiente cuestión. Si los constituyentes últimos
de la realidad y la forma fundamental en que se da el cambio no aparecen
evidentes y en cambio, construimos hipótesis sobre cuestiones que no percibimos
inmediatamente, entonces, qué estatuto debe darse a nuestro conocimiento a
partir de los sentidos y qué papel a nuestras hipótesis que apelan a cuestiones
no directamente perceptibles. Le llamaron a esta cuestión epistemológica, el
problema del conflicto entre la razón y
los sentidos[4].
2.1.
Conexiones y divergencias en las filosofías naturales
de Platón y Aristóteles
Platón
de Atenas (ca. 428 a. C./427 a. C. – 347 a. C), discípulo dilecto de Sócrates, desarrolló una
filosofía de la naturaleza con pretensiones de sistema, que unifica bajo los
mismos principios tanto a la physis
como a las leyes de la sociedad y la moral.
En
tanto, Aristóteles de Estagira (384 a. C. – 322
a. C.), alumno de Platón, abandonó en
puntos sustanciales a su maestro y construyó una filosofía natural consecuente
con su ontología y su epistemología, que abarca la cosmología, la física, la
química e incluso la biología (este tema no lo estudiaré en este texto). Ambos
intentaron dar solución a los tres problemas fundamentales del pensamiento
griego.
Aceptaron
plenamente la crítica parmenidea del cambio (i.e. el cambio es paso del no ser
al ser, pero el no ser es contrario al ser –sobre esto vid. infra-) e intentaron solucionarla de
formas diferentes: Platón con su teoría de las ideas, en donde se afirma que
existe un mundo que contiene al ser inmutable, eterno, que siempre es y nunca
deviene. Aristóteles con su teoría de la potencia/acto, en donde el no ser sólo
se dice de lo que está en potencia, pero el ser siempre es en acto y su
distinción entre materia (invariante y constante) y forma (predicada de la
materia y que la individualiza).
Igualmente,
desarrollaron una cosmología original y una astronomía consecuente. Delinearé
algunas de las relaciones de los sistemas teoréticos del maestro y su
discípulo. Luego, para precisar más sus filosofías de la naturaleza, señalaré
algunas divergencias principales en sus filosofías naturales.
2.1.1. Conexiones
teóricas:
2.1.1.1.
Cosmología y física
En
acuerdo con Lindberg, Platón y Aristóteles compartían varias ideas cosmológicas
fundamentales: creían en un cosmos esférico, único y pleno de materialidad
(i.e. sin vacíos). Este es circundado por la esfera de las estrellas fijas, en
medio se encuentran los planetas y en el centro, la Tierra inmóvil. Los
movimientos celestes sólo pueden ser circulares uniformes (pues es el único
movimiento sin principio ni final, el más perfecto de todos). Finalmente, al
menos en el mundo sublunar, existía acuerdo en que los constituyentes materiales
elementales eran fuego, aire, agua y tierra (2002, 313).
2.1.1.2.
Epistemología de la explicación de la naturaleza
Ambos
pensadores defendieron la posición epistemológica según la cual el humano puede
acceder a un conocimiento cierto y
seguro (i.e. episteme) y también, construir opiniones (i.e. doxa). Asumiendo el
problema de Parménides, consideraron que la episteme sólo podía ser
conocimiento sobre aquello que no cambia, que permanece. Empero, veremos más
adelante que la forma para alcanzar ese conocimiento y el resultado de tal
proceso son distintos para Platón y Aristóteles.
Por
otra parte, si fijamos nuestra mirada en la filosofía natural, notaremos que
ambos pensadores daban un papel importante a la explicación teleológica. Esto
es, a la finalidad que llena tanto al
cosmos como un todo y a sus constituyentes. No obstante, notaremos luego
divergencias importantes en el teleologismo platónico y el aristotélico.
2.1.2. Divergencias
teóricas
Pero
también son muchas las diferencias en la filosofía de la naturaleza de los dos
grandes filósofos de la antigüedad. Veamos algunas fundamentales.
2.1.2.1.
Ontología y estatutos del conocimiento del mundo
En
primer lugar, según Platón, aquello que no cambia y que tiene mayor realidad es
una unidad extra-física de ideas eternas, de las cuales los objetos del mundo
sensible extraen sus características. Sólo de esta realidad se puede obtener
epistéme. Pero este mundo nuestro es de menor realidad (aunque suene extraño al
lector contemporáneo), de forma que del cosmos sólo se puede obtener una doxa,
aunque si el pensador es sensato, esta puede ser verosímil (Platón, Timeo).
Aristóteles
se negó a la solución de su maestro y afirmó que el conocimiento seguro se debe
construir a partir del mundo, que este tiene total realidad. Por medio de su
teoría ontológica de las formas/ materia y de cambios en acto y en potencia y
utilizando su inducción, Aristóteles estaba convencido que podía alcanzar los
principios inmutables del mundo (Lindberg, 2002, 76).
2.1.2.2.
Formas de explicar el mundo
Consecuentemente,
las formas de explicar el cosmos de ambos pensadores son bastante divergentes.
Platón intentar justificar su cosmología y su física atribuyendo motivos y
razones a lo que se da en el mundo. No es extraño así, que en muchas justificaciones
aparezcan agentes racionales que tienen buenos motivos para organizar las cosas
tal y cómo Platón dice que están organizadas (infra sobre la cosmogonía platónica).
En cambio, Aristóteles –muy naturalista en
esta cuestión- para explicar utilizaba siempre su teoría de las cuatro causas:
(i) la causa material, que es el sustrato real invariante, (ii) la causa
formal, que individualiza las características de cada objeto existente en acto,
(iii) la causa eficiente, que devela las relaciones de dependencia que dan
origen al cambio de estado y (iv) la causa final, que establece la tendencia natural que cada objeto y estado de
cosas tiene. Las dos primeras son utilizadas más en su teoría ontológica y las
últimas dos en su cosmología.
2.1.2.3.
Principales desacuerdos cosmológico-astronómicas
Las
discrepancias a de las explicaciones cosmológicas y físicas entre Platón y
Aristóteles son enormes. Como ya señalé, tienen como trasfondo, además,
diferencias epistemológicas considerables.
(i)
A nivel cosmogónico,
Platón expuso en su Timeo que el mundo había sido creado por un demiurgo
poderosísimo (aunque no omnipotente) y benevolente, en acuerdo con ideas
inmutables, que había hecho lo mejor con lo que tenía a su disposición: lo
eterno (la razón) y lo mutable (el caos)[5].
El cosmos que creó así es un ser vivo con alma y cuerpo, orden y razón en sus
partes. Creó
dos esferas, una interior y otra exterior. La primera se mueve a la izquierda y
la otra al lado contrario. El demiurgo dividió en otras varias la interior y le
dio estructura racional al alma del mundo. Creadas las reglas
fundamentales y los elementos, el demiurgo crea a los dioses menores/planetas y
sus rutas, para permitir la contabilización del tiempo. Los dioses
celestes-menores, circulares y de fuego, crean al resto de los seres vivientes
(Platón, Timeo, 29-30).
Pero el demiurgo
no es sólo un artesano magnánimo también es un matemático genial, que combinó
los constituyentes del mundo en acuerdo con órdenes geométricos determinados,
que brindan la justificación de aquellos. El mundo viviente tiene cuerpo y está
conformado por cuatro partes (Platón, Timeo, 31b-32c): nada puede ser
perceptible sin fuego y sin sólido, esto es, tierra. Pero entre dos extremos
debe existir algo que los una, por eso hay un tercero elemento. Y hay un
cuarto, porque el mundo tiene forma sólida y los sólidos son siempre unidos por
dos medios.
Así, Platón consideró –siguiendo a Empédocles-
que los elementos eran Tierra, Agua, Aire y Fuego. Pero la razón de sus características o su
justificación, la encontró en los poliedros regulares. Así que el cubo, el
icosaedro, el octaedro y el tetraedro dan la razón de la forma y características
de los cuatro elementos del mundo. A su vez estos poliedros se descomponen en
triángulos equiláteros y escalenos (Coronado, 1985).[6]
Sobra
un poliedro regular, el dodecaedro, que en algunas partes del Timeo Platón parece sugerir que es la
forma del cosmos. Empero, esto es inconsistente con otros de sus principios cosmológicos
fundamentales, específicamente, la plenitud del cosmos y la afirmación
explícita de que es esférico (la más perfecta de la formas para el más perfecto
de los seres vivientes).
Los cinco
poliedros regulares
(ii) Mientras tanto, según
la filosofía natural aristotélica, existía una división fundamental en el
cosmos (aunque no es ontológica):
- El espacio
supra-lunar, conformado de quintaesencia, invariable y perfecto. Aquí se
encuentran todos los cuerpos celestes y poseen movimiento circular, el más
perfecto y primero, sin principio ni fin (estrictamente, no hay cambio en estos
cuerpos ni en su rotación). Al final de muchas esferas que se transfieren el
movimiento y sobre las que se montan los planetas, se encuentra el primer
motor, que mueve más no es movido.
- Bajo la luna, se
encuentra el mundo de la generación y la corrupción, del cambio y el
movimiento. Está formado por fuego, aire, tierra y agua, todos con movimiento
rectilíneo. Los primeros ligeros y con movimiento natural hacia arriba. Los
segundos, pesados y con movimiento natural hacia abajo. Con su combinación y
movimiento natural, se explican toda la realidad física. Los elementos se
forman a partir de cualidad sensibles fundamentales:
Frío y seco: tierra.
Frío y húmedo: agua.
Caliente y húmedo:
aire.
Caliente y seco: fuego.
Nótese que el movimiento
(i.e. arriba/abajo) y los estados de cosas se dan, según Aristóteles, por
relaciones de oposición. Aristóteles les llamó contrarios (Lindberg, 2002, 84-85) provocando a la postre una
confusión entre conceptos lógicos y físico/ontológicos.
2.2.
La opción mecanicista del atomismo
Cronológicamente,
los atomistas griegos fueron contemporáneos de Sócrates y Platón. No obstante,
en consideración a su preponderante interés por la physis, Aristóteles de Estagira los consideró pre-socráticos. Tal
clasificación se ha mantenido hasta nuestros días.
El
atomismo griego, identificado alrededor de las figuras de Leucipo (siglo V a.
de C.) y Demócrito (460 a. C. - m. ca. 370 a. C), fue una conjetura explicativa de la realidad,
principalmente filosófica (en acuerdo con la distinción entre ‘filosófico’ y
‘científico’ hecho por Coronado en El
atomismo de Leucipo y Demócrito como intento de solución de la crisis eleática).
Quiere decir que, si bien estas conjeturas explicativas pretendieron dar cuenta
de la realidad, su criterio metodológico principal
fue la coherencia lógica del sistema. Por esto, estos sistemas explicativos no
permiten implicaciones contrastadoras
(Hempel, Filosofía de la ciencia natural)
o sólo unas pocas y bastante generales. En especial, no se pueden inferir de
estas teorías contrastaciones de tipo cuantitativo.
No
obstante, algunas contrastaciones son posibles. De hecho, siguiendo nuestro
esquema de conjeturas y refutaciones (supra),
podemos considerar que el atomismo griego surge ante la refutación empírica
de la física/ontología parmenídea, que niega la realidad del cambio.
Parménides basó su teoría de una realidad inmutable en
algo semejante a una prueba lógica, que puede ser formulada como partiendo de
la premisa única; "Lo que no es no es". .\ partir de esta premisa
podemos deducir que la nada —lo que no es— no existe; resultado que, para
Parménides, significa que el vacío no existe. Así, el mundo es pleno: consiste
en un bloque indiviso, puesto que toda división en partes sólo puede deberse a
la separación de las partes por el vacío. (Esta es "la verdad bien
redonda" que la diosa reveló a Parménides.) En este mundo pleno no hay
cabida para el movimiento (Popper, 1991, 185).
Empero, el mundo cambia. Para Parménides, esto es
prueba de que no hay que prestarle atención al mundo y a los sentidos (dando
nacimiento así a la ontología metafísica desconectada de la física). En cambio,
para el atomismo esto es prueba de que la hipótesis parmenidea es errada en
algún respecto (Popper, 1991, 185),
constituyendo este caso un ejemplo temprano de refutación científica.
La
respuesta del atomismo al problema de los constituyentes fundamentales es la
conjetura según la cual existen pequeñas partículas de materia, imperceptibles
directamente e irreductibles. A pesar de que no pueden cortarse en trozos más
pequeños estos átomos tiene peso y
forma. El cambio acaece en entidades constituidas por átomos, que tienen la
propiedad de moverse, pero no de cambiar ellos mismos. El otro constituyente
ontológico es el vacío en el cual se mueven los átomos.
“[E]l atomismo griego
clásico, ofrece un sistema en que un conjunto infinito de átomos se mueven en
un espacio vacío infinito, chocando casualmente entre sí e igualmente en
ciertas ocasiones conformando conglomerados que son el principio de los cosmos
y sus cosas compuestas” (Coronado, 1982, 12).
2.2.2. El
aristotélismo-platonismo frente al atomismo
Ahora bien, el atomismo es totalmente
incompatible en varios niveles con la filosofía natural aristotélico-platónica.
(i)
Epistemología: en la
explicación atomista el finalismo no tiene lugar. Los fenómenos se dan sin
finalidad, por mera conexión causal-mecánica. Esto por supuesto molestaba a
Aristóteles y en especial a Platón, que veían en el mundo orden y procesos que
debían ser dirigidos por alguna razón.
(ii)
Física: Evidentemente,
los tradicionales cuatro elementos de la física (más el éter en la
aristotélica) no son los constituyentes últimos de la realidad. Estos están
conformados casualmente de átomos que determinan su movimiento (de forma que no
existen movimientos naturales).
(iii)
Cosmología: En contra
de Platón y Aristóteles, el atomismo no tenía problemas en concebir múltiples
mundos, más pequeños o más grandes que el nuestro, construidos a partir de
otras conglomeraciones de átomos. Esto estaba en contra de la posición según la
cual el mundo es el conjunto de todo lo existente, tal y como lo defiende
Platón en su 30d y 31. Pues si el
mundo es el conjunto de todo lo que deviene, entonces no puede existir otro
conjunto de todo lo que deviene.
3.
Excurso epilogal
Se
expusieron en esta breve reseña los tres sistemas de filosofía de la naturaleza
más importantes de la antigüedad (atendiendo a un esquema de conjeturas y
refutaciones). Su influencia histórica posterior fue enorme.
La
cosmología y ontología del Timeo de
Platón fue de amplia recepción durante los primeros mil años de nuestra era. En
especial, en el alto Medievo europeo (del VI al siglo X) los pocos centros de
estudio sobre filosofía natural –más que todo en monasterios- siguieron las
especulaciones platónicas. Luego, durante el renacimiento, formas de platonismo
resurgieron, muy unidas a la idea del cosmos como ser viviente ordenado y con
alma, que tenía una relación de equivalencia peculiar con el micro-cosmos del
ser humano (sobre la influencia histórica del platonismo en filosofía de la
naturaleza: Lindberg, 2002, cap. 9 y 10; también, sobre el arte renacentista y
el platonismo: Ulloa, 2011).
La
gigantesca obra aristotélica siguió un periplo distinto. Su cosmología fue
recibida también en el periodo helénico y en la Roma imperial, si bien su
astronomía realista enfrentó potentes críticas y a la postre fue sustituida por
la astronomía instrumentalista del Almagesto
de Claudio Tolomeo [100-170 d.C.] (Lindberg, 2002, 187). Su ontología gozó de
buena salud en general durante este periodo.
Tras
la decadencia intelectual de occidente durante el final de la edad antigua y la
alta edad media, la filosofía natural aristotélica se perdió en Europa. Empero,
copias de sus obras llegaron al oriente medio donde, tras el advenimiento del
Islamismo (siglo V-VI), retornó al centro de atención de la académica.
Finalmente, las obras fueron traducidas y alcanzaron occidente, donde fueron
recibidas con gran asombro por los pensadores europeos, que se vieron ante la
inundación de una filosofía natural amplia y compleja que parecía dar cuenta de
todos los problemas importantes. Otro tanto es cierto de su ontología (sobre la
influencia histórica del aristotelismo en filosofía de la naturaleza: Lindberg,
2002, cap. 8, 9, 11 y 12).
La
cosmología y física aristotélicas fueron finalmente desbancadas de su trono
durante la revolución copernicana cosmológico-astronómica, concluyendo
finalmente con Newton y sus Principia.
La química gozó aún de vitalidad durante varios siglos. Muchos de los conceptos
ontológicos de Aristóteles son aún de uso frecuente en la metafísica. La
epistemología finalista aristotélica fue abandonada en la modernidad. La
contemporaneidad ha visto el resurgir del teleologismo en la biología, la
sociología analítica y la economía, si bien no en una versión aristotélica,
pues tales explicaciones deben articularse por medio de mecanismos y modelos.
El
atomismo, mientras tanto, fue constantemente ignorado durante los siglos de
primacía aristotélico-platónica. Empero, poco a poco y de formas más o menos
solapadas, fue ganando espacio desde finales de la edad media y durante la
modernidad, hasta transformarse en la explicación física y química dominante.
La filosofía natural contemporánea aún utiliza el concepto de átomo, si bien
considerablemente reformado (sobre la evolución contemporánea del concepto de átomo:
Navarro, s.f.). La epistemología mecanicista del atomismo, por otra parte,
también triunfó en la modernidad y se ha mantenido hasta la actualidad en la
física y en la química.
4.
Bibliografía
Albert, H.
(1971). Tratado sobre la razón crítica (trad.
R. Gutiérrez Girardot). Buenos Aires: Sur.
Aristóteles,
Del Cielo. (cita incompleta).
Cornford,
F. Plato´s cosmology, The timaeus of
Plato. Indiana: Hackett Publishing Company.
Coronado,
G. (1988). “El atomismo de Leucipo y Demócrito
como intento de solución de la crisis eleática”. Revista Comunicación, 1,
25-33.
___________
(1985). “Consideraciones acerca de la teoría platónica de los cuatro elementos:
su estatus epistemológico”. Revista de
filosofía de la Universidad de Costa Rica, 58, 143-150.
Hempel,
C, Filosofía de la ciencia natural.
(cita completa pendiente).
Navarro,
O. (s.f.) Los modelos atómicos: de J.J.
Thomsom a Niels Bohr. Texto facilitado por el autor.
Lindberg, D. (2002) Los
Inicios de la ciencia occidental, la tradición científica europea en el
contexto filosófico, religioso e institucional (desde el 600 a.C. hasta el
1450) (trad. A. Beltran). Barcelona:
Paidós.
Platón,
Dialogos VI, Filebo Timeo, Critias
(tead. M.A. Durán y F. Lisi). Madrid: Gredos.
Popper,
K. R. (1982) Conocimiento objetivo. Un
enfoque evolucionista (trad. Carlos Solís Santos). Madrid: Tecnos.
____________
(1991). El Desarrollo del Conocimiento
Científico, Conjeturas y Refutaciones, (trad. Néstor Míguez). Buenos Aires:
Paidós.
Ulloa,
E. (2011). Imágenes e ideas;
El Renacimiento en la historia del arte y del pensamiento. San José: Antanaclasis.
[1] Este material lo he conformado a partir de varias notas que realicé
para mis cursos de Filosofía de la física (durante el 2011) con el profesor
Oscar Navarro y de Filosofía de la Naturaleza (en el primer semestre del 2012)
con el profesor Guillermo Coronado en la UCR.
[2] Por cierto que la emergencia de críticas por errores es algo que no
podemos evitar. Nuestra actividad creativa implica el imprevisto surgimiento de
instancias de crítica (Popper, 1982, 117). Este es un presupuesto metodológico
fundamental (meta-teorético) del criticismo racionalista (Albert, 1971; Popper,
1991, cap I). Sólo mediante la
introducción de estratagemas
metodológicas de inmunización contra la crítica se puede anular la
presencia del tercer paso, pero con el costo de la disminución del valor racional
de la construcción intelectual.
[3] Este es el famoso esquema popperiano de conjeturas y refutaciones. Debe
tenerse en cuenta que un problema a puede
formar parte de ST1 dando lugar a su vez a ST1a y así
puede continuarse. El panorama de relaciones entre problemas, conjeturas y
críticas es considerablemente complicado y vasto.
[4] Esta presentación del problema ha marcado mucha de la discusión
epistemológica posterior, aunque en buena medida podría considerarse como una
cuestión mal planteada (i.e. se requiere un análisis semántico de los términos
‘razón’ y ‘sentidos’) y como una oposición aparente que se devela tras tal
análisis. Pero no profundizaré aquí en estas cuestiones.
[5] No es sencillo saber si esto debe considerarse como un relato de algo
que sucedió o como un mito alegórico (a los que platón era muy aficionado). Más
ampliamente: Cornford, 1997, 28-33.
[6] No debe considerarse que estos son átomos materiales con forma
triangular, así como los poliedros tampoco son materiales (Coronado, 1988, 148-149).
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