L. II; 5. A todas horas
piensa tenazmente, como romano y como persona, en hacer lo que tienes entre manos con seriedad
meticulosa y sincera, con amor a la libertad y justicia, y en procurarte tiempo
libre de todas las demás imaginaciones. Y te lo procuraras, si realizas cada
acto como el último de tu vida, desprovisto de toda irreflexión, del rechazo
apasionado a la razón impositiva, de la falsedad, del amor propio y de disgusto
con la parte que nos ha tocado. […]
L. III; 10. […] Todavía
recuerda que sólo vive cada cual este presente tan breve. El resto, o ya se ha
vivido, o es incierto. Breve es pues lo que cada cual vive. Pequeño es el
rincón de la tierra donde vive. Pequeña también la fama póstuma más larga, y
está a través de la sucesión de hombres que rápidamente morirán y que no saben
ni de sí mismos, ni, por supuesto, del que ya ha muerto.
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