Alejandro Guevara Arroyo
Hoy
día, muchos grupos cristianos demandan tolerancia para sus creencias. Dado que
somos suaves y permisivos –dicen- con los diferentes grupos y personas del
mundo, solicitamos que se respete el cristianismo y sean tolerantes con nuestra
religión.
A primera vista, no hay mucho que objetar a esta solicitud. Sin embargo, las dudas surgen cuando de dichas frases pretenden concluir que el cristianismo no debe ser criticado. Analicemos el asunto con algún detenimiento.
Concentremos nuestra atención en el término ‘tolerancia’.
En este caso, es un término tramposo. Veamos por qué.
(i) Puede que con tolerancia se quiera mentar una cierta tesis moral, según la cual debe
aceptarse la legitimidad jurídica y política (e incluso moral) de formas de
vida (HOSPERS) diferentes a la propia y –además- se admite la existencia de
concepciones de vida que acompañan tales formas de vida. Dicha idea conlleva el deber de no perseguir
política o jurídicamente grupos sociales con concepciones de mundo diferente
(incluidos los cristianos).
En este sentido, la tolerancia es uno de los
mejores legados de la modernidad ilustrada. Lamentablemente, los Estados
europeos modernos no cumplieron demasiado con lo que esta idea mandaba.
Cualquiera sea el caso, esta es una idea de importancia para la preservación y
mejora de la humanidad. Empero, debemos tener claro que la tolerancia no prohíbe las críticas en contra de
ideas de todo tipo. Queda claro que no es esto lo que quieren decir los religiosos al pedir
tolerancia.
(ii) Ahora, si con tolerancia quiere decirse una doctrina
que justifique que todas las concepciones sobre la realidad tienen el mismo
valor epistémico, nos encontramos en realidad ante una forma de relativismo
epistémico. Esta tesis no está necesariamente unida con la que presentamos
anteriormente. No obstante, de ella sí se infiere la trivialidad de cualquier crítica contra una concepción o doctrina.
Se puede decir mucho en contra de dicho relativismo.
Por ahora, mencionaré en su contra dos de sus consecuencias indeseables. Por un
lado, una crítica teórica: toda forma de relativismo epistémico conlleva la
emergencia de paradojas. Por otro lado, un señalamiento práctico: esta forma de
relativismo destruye la tradición de pensamiento racionalista que considero el
mismo simiente de la tolerancia ilustrada (supra).
***
Tengo la impresión que los cristianos defienden (ii)
cuando les conviene. Sin embargo, consideran que la verdad del mundo y de la
moral es la señalada por el ente divino, ora en su texto sagrado, ora por sus
intérpretes autorizados. Aquí, la inconsecuencia de la demanda
cristiana contemporánea es develada: a pesar de defender la verdad (evidente) de sus
posiciones religiosas, desean que las mismas no sean criticadas. Se vuelven
relativistas al ser criticados.
A la luz de la distinción presentada, se
puede concluir que la demanda cristiana en favor de tolerancia, reclama –en realidad-
un ámbito de in-cuestionabilidad para sus afirmaciones. En otras palabras,
solicitan tolerancia en el sentido (ii), aunque sólo para evitar las críticas al
cristianismo (porque claro está: desde el cristianismo sí se puede criticar
otras creencias –y prohibirlas-).
Empero, no debemos perder de vista la importancia
histórica de las críticas a las religiones. Sólo la lucha y crítica de los
librepensadores ha logrado que en nuestras sociedades contemporáneas no se implementen
las medidas oscurantistas que mandaban las doctrinas religiosas (subsistentes en el
catolicismo y en buena parte del protestantismo)[1].
En síntesis, la demanda analizada es inaceptable:
1. Pues
intenta confundir sentidos diversos del término tolerancia.
2. Pues no encuentra justificación en los valores de tolerancia en el sentido (i).
3. Pues, mediante la mencionada confusión, pretende un ámbito de exclusión de la
crítica específicamente para las ideas cristianas. Esto es inaceptable para
todo aquel que considere que debe aceptar sólo aquellas ideas que tengan buenas
razones en su favor.
4.
Pues mediante dicha demanda se pretende que no se denuncien doctrinas que
promueven la falsedad, el odio y el sufrimiento, típicas en el cristianismo.
[1]
La censura de la crítica no ha perdido fuerza dentro del clero católico. Véanse
por ejemplo las manifestaciones del papa Francisco, visibles mediante el
siguiente vínculo: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/01/15/actualidad/1421338937_061017.html
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