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lunes, 19 de diciembre de 2016

Retos meta-teóricos para una ética humanista secular: sobre la propuesta Cascante y De Waal

Alejandro Guevara Arroyo

1.              Presentación
El filósofo costarricense Luis Diego Cascante ha publicado recientemente -en su blog Quodlibetales- un texto sugerente. Se titula Del origen biológico de la ética (https://luisdiegocascante.wordpress.com/2016/12/01/del-origen-biologico-de-la-etica/). Ahí, el costarricense reconstruye y complementa la propuesta ética de Franz de Waal (famoso etólogo y filósofo). Este propone una ética humanista y secular, conectada con las teorías biológicas contemporáneas sobre el cerebro humano y el comportamiento animal, todo enmarcado dentro de la amplia teoría de la evolución biológica contemporánea.
La propuesta es fascinante y personalmente, me siento inclinado en su favor. Con todo, creo localizar algunas dificultades teóricas que tendrían que ser consistentemente resueltas por esta y otras propuestas éticas semejantes (v.g. la de P. Singer, la de J. Mosterín o la de M. Bunge).
Partiré de la reconstrucción del Cascante y extractaré un brevísimo resumen. Le adicionaré algunas ideas propias. Para diferenciarlas, presentaré las ideas de Cascante/De Waal en cursiva. Luego presentaré de la forma lo más palpable posible las dificultades a las que aludo.
2.              La propuesta
La moralidad es “consecuencia directa de las tendencias cooperativas que terminaron siendo inevitables en gran cantidad de especies con el fin de sobrevivir de la mejor manera. La moralidad “evolucionó para tratar con la comunidad en primer lugar, y solo recientemente ha empezado a incluir a miembros de otros grupos, a la humanidad en general y a los animales no humanos”.
La moralidad sería el producto de capacidades/disposiciones comportamentales (Popper) de los individuos. Los humanos, como otras especies, tienen -dentro de su bagaje biológico de capacidades- disposiciones comportamentales. Estas son aquellas tendencias/mecanismos mentales por los que se desarrollan ciertas clases de comportamientos. Las capacidades comportamentales pueden o no desplegarse en los individuos. Al tiempo, multitud de características de los comportamientos de un individuo, estarán determinados por su medio social. En otras palabras, las disposiciones o capacidades comportamentales son potencialidades biológicas evolutivamente determinadas. 
Este mecanismo ético/biológico está constituido por tres niveles. En un primer nivel estarían los componentes básicos o sentimientos morales como la empatía y la reciprocidad, la retribución, la resolución de conflictos y el sentido de justicia, y es que “los mamíferos son sensibles a las emociones ajenas y reaccionan ante los necesitados” (De Waal, p. 17). […] En un segundo nivel, la presión de todos los miembros termina generando comportamientos conforme a la expectativa de la comunidad. No hay una línea divisoria entre las emociones humanas y animales, dice la neurociencia respecto de la empatía. Esta fluye de cuerpo a cuerpo, como si se tratara de un canal corporal de empatía. […] En un tercer nivel, la interiorización de las necesidades y objetivos de los demás sobre los que se realizan juicios morales frecuentemente reflexivos. Debatimos sobre nuestras decisiones morales. Un rasgo distintivo de la moralidad humana es buscar los estándares universales con un sistema elaborado de justificación, control y castigo (De Waal, p. 29). Pero no se parte de cero racionalmente, sino que se recibe un fuerte empujón de nuestro bagaje como animales sociales. Hay una preocupación comunitaria que bien puede servir de signo para los cimientos de la moralidad más antigua de la humanidad. Aunque habría que reconocer que la conciencia es, en el fondo, la confluencia de diversas áreas cerebrales que permiten, entre otras cosas, las interacciones sociales como entorno.
3.              Las dificultades
3.1.          Como he dicho con anterioridad, soy afecto a esta propuesta. Empero, vislumbro algunas dificultades ya no de índole ético, sino meta-ético. Si las éticas humanistas seculares pretenden hacerle frente a la embestida de los movimientos teóricos basados en presupuestos metodológicos irracionalistas y/o en epistemologías y ontologías esencialistas, entonces han de también desarrollar una meta-ética potente. Comencemos.
3.2.         Podemos distinguir tres grandes problemas de la meta-ética o axiología teórica[1]:
(a)            El problema ontológico de los valores/deberes:
En su versión tradicional: ¿Existen los Valores/deberes[2] fundamentales? ¿Cuál es la o las características que los distinguen como valores/deberes? (vid. Haba, E. P., Los juicios de Valor; Hospers, J., La conducta humana).
(b)            El problema epistemológico de los valores/deberes
En su versión tradicional: ¿Podemos conocer los valores morales? ¿Cómo o mediante qué fuentes del conocimiento podemos aprehenderlos o ubicarlos? ¿Cómo podemos conocer (i.e. episteme) lo debido? (vid. Haba, E. P., Los juicios de Valor; Hospers, J., La conducta humana).
(c)            El problema de la justificación práctica de las acciones/decisiones morales:
En su versión tradicional: ¿Podemos justificar racionalmente la preferencia por ciertas normas particulares o acciones? ¿Mediante que procedimiento podemos llegar a una justificación definitiva? (vid. La síntesis de Ortiz-Millan, Las variedades de fundacionismo y antifundacionismo ético: un mapa; Hospers, J., La conducta humana).
3.3.         Como vemos, la concepción presentada por Cascante/De Waal parece que podría dar respuesta a los problemas (a) y (b). El asunto es menos claro con respecto a (c). Veamos este asunto con detenimiento.
Preguntémonos, ¿cuál es la estructura mínima de una justificación práctica? Comúnmente, se ha supuesto (de forma más o menos explícita y más o menos precisa) que una justificación es alguna clase de argumento o de argumentos. Si esto es así, una justificación práctica sería una clase de argumento o de argumentos o, al menos, sería posible reconstruirla como una clase de argumento o de argumentos. Las justificaciones prácticas más o menos irían así:
Debemos justificar la siguiente norma particular: En esta situación f, debe hacerse x.
Justificación:
1.              Los actos α son buenos / deben cumplirse.
2.              Si se dan ciertas condiciones f, los actos x pertenecen a α o permiten alcanzar α.
Por tanto, en esta situación f, debe hacerse x. QED.
Algo más complicado es establecer qué hay en α que lo hace una “razón para la acción” (RAZ), o sea, una premisa de un argumento válido que es una justificación práctica. Algunas meta-éticas han dicho: porque α logra o alcanza el Fin de la vida humana; otros han señalado que α forma parte o está de acuerdo con la idea o principio del Bien o de lo Justo. Aún otros han estado de acuerdo que α cumple con Lo Debido, una Regla β, trascendental en la humanidad. En el caso de la teoría de De Waal, la respuesta parecería ser porque ha sido producido/determinado por ciertas disposiciones comportamentales que forman parte de nuestro bagaje biológico.
Ahora, ¿qué elementos componen a estas disposiciones comportamentales? Podríamos traer a colación sus características descriptivas, naturales o mundanas. Podríamos repetir que son una disposición mental. Si conocemos la teoría de la evolución darwiniana actual, podríamos agregar que dichas disposiciones se han desarrollado a través de un complicado y largo proceso de evolución de nuestras capacidades comportamentales.
Sin embargo, apelando a esta clase de respuestas se incurriría en una falacia naturalista (Hume-Moore) en la justificación práctica. Formalmente, esta es una clase de falacia de inatingencia, que consiste en establecer una conclusión que incluye un término normativo teniendo como premisas enunciados descriptivos. Para evitar la falacia, requerimos incluir un término normativo/axiológico en dichas premisas (por ejemplo, una propiedad no-natural, a la G. E. Moore). A esta altura, el asunto se está poniendo más complicado. Agreguemos otra vuelta de tuerca.
Siguiente problema: ¿qué es lo que hace que no podamos considerar que un enunciado descriptivo es a su vez normativo o que una explicación de un hecho-acción es a su vez una justificación de ese hecho-acción? Por ejemplo, ¿por qué no podemos decir que una descripción de los mecanismos biológicos que producen nuestros comportamientos empáticos puede ser base suficiente en nuestro argumento para justificar nuestras acciones?
 Hay varias respuestas a tal pregunta. No obstante, creo que (en la mayor parte de las ocasiones) se encuentra encriptada -o más o menos oculta- una tesis ontológica: lo normativo/axiológico es un proceso cuya determinación es radicalmente diversa -en un nivel ontológico- a las determinaciones causales o mundanas. Llamémosle a esta la tesis ontológica de la cesura entre ser y deber ser.
Ampliemos un poco esta tesis. Para ello, notemos que explicar hechos particulares consiste también en una clase de argumentos en que se presenta las determinaciones reales entre el hecho particular, otros hechos y/o regularidades de alguna clase. En cambio, debido a la tesis ontológica de la cesura, la justificación de una acción debe incluir al menos una premisa cuyo referente sea totalmente diferente a los referentes de las premisas que forman parte de los argumentos explicativos de hechos particulares.  O sea, debe incluir alguna propiedad o entidad no-natural, no mundana. Caso contrario, las premisas del argumento práctico no justificarían normativamente, sólo explicarían una forma de determinación real y estas son “determinaciones” diferentes.
Para empeorar el asunto, esta dificultad en el problema de la justificación práctica parece contaminar las soluciones a los otros dos problemas meta-éticos. Ahora ya no podemos quedar satisfechos con la propuesta científica sobre la existencia en todos los humanos de un mecanismo biológico, como solución al problema (a). Requerimos agregar algún elemento extra-mundano, no natural o negar la existencia del valor/lo debido. Por otro lado, si consideramos que el mundo y sus hechos se explican mediante teorías empíricamente testables, entonces -al intentar solucionar el problema (b)- nos topamos con un panorama igual de complicado: debemos, o ubicar alguna clase de “conocimiento extra-empírico” que acceda a propiedades extra-mundanas, o justificar -de alguna forma- que también mediante la testación empírica podemos afirmar entidades o hechos no-naturales/extra-mundanos o negar que pueda ser cognoscible algo así como los valores/los deberes.
Estas dificultades meta-éticas fueron un pantano mortal para muchos pensadores de la primera mitad del siglo XX. Aquellos afectos a la racionalidad empírica y las ciencias, terminaron decantándose por meta-éticas radicalmente no-descriptivistas/no-objetivistas y escépticas sobre la justificación práctica[3].  Y sin embargo, creo que son superables. Pero esto quedará para otra ocasión.






[1] Esta formulación debe ser problematizada y lo ha sido. Yo mismo tengo mi propia concepción de problemas meta-éticos que considero genuinos. Empero, mantengo estos porque creo que, tradicionalmente, ha estos se les ha dado respuesta en la filosofía.
[2] Hablamos aquí de valores morales, estéticos, jurídicos e incluso epistémicos.
[3] B. Russell luchó toda su vida con estos problemas, intentando armonizar sus presupuestos meta-teóricos y su activa agencia política y ética. Sobre esto, ver el hermoso texto Bertrand Russell: Moral Philosopher or Unphilosophical Moralist? de Charles R. Pigden  

domingo, 2 de octubre de 2016

Apostilla a la publicación de Una objeción contra un argumento mariológico en favor de la inmaculada concepción de la Virgen María

Alejandro Guevara Arroyo
  
Recientemente, apareció en el blog Quodlibelitas -del sobresaliente filósofo e historiador costarricense Luis Diego Cascante- el texto Una objeción contra un argumento mariológico en favor de la inmaculada concepción de la Virgen María. Está escrito en coautoría entre el pensador y erudito Juan Diego Moya Bedoya y mi persona.
 Ahí, he aplicado la tesis según la cual las críticas correctas contra cualquier idea (religiosa o no), reducen el caudal de razones en favor de dicha tesis. Por esto, no es posible para un racionalista –sin ser moralmente inconsistente- sostener como propia una creencia religiosa (o de cualquier clase) para la cual hay críticas refutatorias de las razones que le dan sustento.
Ahora bien, en dicha situación, existen dos vías racionalmente transitables para aquel que desee sustentar la corrección de un tesis confutada y, así,  restaurar su creencia en ella. En primer lugar, puede intentar rebatir las críticas que se han traído abajo la tesis en cuestión. En segundo lugar, puede formular nuevas razones (i.e. argumentos) en favor de dicha tesis. Para que estas razones cumplan tal papel, su idoneidad no debe verse afectada por las críticas que inicialmente impugnaron la tesis. Además, esas razones deben cumplir al menos dos condiciones: (i) tener como conclusión necesaria la tesis en cuestión y (ii) las premisas de los argumentos deben ser verdaderas.
El documento en cuestión puede observarse mediante el vínculo: https://luisdiegocascante.wordpress.com/2016/10/01/una-objecion-contra-un-argumento-mariologico-en-favor-de-la-inmaculada-concepcion-de-la-virgen-maria/

sábado, 20 de agosto de 2016

Sobre libros y escritura

Alejandro Guevara Arroyo

Stat rosa prístina nominie, nomina nuda tenemos
Bernando Morliancese (citado por U. Eco)

          Un gato sano persigue cuanto le parece interesante. Mientras tanto, una paloma intenta estar atenta lo suficiente para no ser atrapada por aquel. Lo que el gato encuentra interesante es una característica en su comportamiento que ha sido paulatina y evolutivamente desarrollada en su especie. Otro tanto es cierto para los recursos con los que cuenta la paloma para escapar del gato (incluido el nerviosismo con que vive). Mientras tanto, nosotros, los humanos, también tenemos instrumentos desarrollados evolutivamente. Por supuesto, el más característico es la cultura. No hablo aquí de tal o cual manifestación de la cultura, sino de la posibilidad de generar cultura. Empero, sí se infiere de tal supuesto que cualquier manifestación cultural específica está en el campo de posibilidad de una capacidad biológica evolutivamente desarrollada. Qué implicaciones tiene lo anterior es una discusión que se puede posponer. Ahora bien, tal idea es aplicable para una de nuestras creaciones más importantes: el lenguaje.
     El lenguaje, como fenómeno, esto es, como hecho perceptible para cualquier humano, está constituido por un basamento o manifestación real, de la cual están asidos –por hablar metafóricamente- contenidos ideales. A través de la historia, en ocasiones se ha entendido que estos contenidos ideales son hechos mentales de alguna clase o -según otros- que son alguna entidad independiente y ontológicamente diversa tanto a lo físico como a lo mental.
      Ahora, el lenguaje no se desarrolla evolutivamente por sus características físicas o químicas. Se desarrolló porque mediante él logramos:
(i)          Provocar y transmitir estados anímicos; función que compartimos con las expresiones de otros animales.
(ii)         Signar/representar aspectos, hechos y relaciones de hechos. Esta función es casi exclusiva de nuestra especie y en ninguna otra se ha desarrollado con tanta complejidad. La ciencia está constituida mediante signos que expresan proposiciones sobre los hechos, sistemas de hechos y estados de cosas.  
(iii)       Signar/representar más signos o representaciones. También esta es una actividad complicada y, sin duda, totalmente exclusiva de nuestra especie. Por cierto, en la actividad intelectual occidental esta función ha tenido un desarrollo sin precedentes.
      Estas funciones del lenguaje son sobresalientes sin duda y por lo menos en lo referido a las dos primeras, nos acompañan desde hace mucho tiempo. Empero, en la mayor parte de ese trayecto, siempre se han manifestado mediante la palabra oral. En cambio, otra cosa debe decirse de la expresión escrita del lenguaje. Veamos.
      Según se desprende de los estudios histórico-lingüísticos y antropológico-lingüísticos, la palabra escrita es un logro relativamente reciente de la humanidad. Antes de eso, se extienden desiertos de generaciones en que prevaleció solo el signo transmitido oralmente. Mas la palabra oral, tan importante en la vida diaria, es  voluble y su significado demasiado variante. Se va pronto y los recuerdos sólo mantienen versiones deformadas de lo dicho. Por esto, no debe sorprender que los místicos (verbigracia: Jesús o Pitágoras), den prioridad a la oralidad sobre la escritura: pues se requiere provocar el estado de ánimo místico y así acceder a la iluminación respectiva. Para logarlo, el contenido y la precisión de lo dicho son de poca importancia y cierta deformación es irrelevante.
        Conjeturo que la tradición racional-crítica (nacida con los presocráticos jónicos) requiere la palabra escrita. Requiere libros. No se puede hacer ciencia, ni filosofía, sólo con el signo expresado oralmente, pues para ambas actividades se requiere la supervivencia, a través de largos periodos de tiempo, de signos que expresan significados identificables y proposiciones analizables.  Para el progreso racional (o para el progreso, a secas) del conocimiento, se requiere del trabajo pausado y constante de generaciones. Por esto se necesita la prevalencia intersubjetiva de aquello que se ha dicho. Se necesita discutir, contra-argumentar, criticar y corregir y no meramente una difusa intuición con vistas en acceder y provocar estados de ánimo e imágenes.  Servir a tal fin, diría yo, es quizá la más elevada función para la vida intelectual de occidente que ha tenido la escritura.

jueves, 23 de junio de 2016

Sistemas astronómicos de la antigüedad a la modernidad: revolución científica y epistemología de la ciencia

Alejandro Guevara Arroyo

1.              Antesala: plan de viaje[1]
1.1.          Toda teoría es la respuesta a un problema. Consecuentemente, para comprender históricamente una teoría, debemos comprender su contexto problemático. Por esto, para entender los problemas y teorías epistemológicas efectivamente asumidas por una comunidad epistémica en un periodo histórico determinado, lo principal es atender a los propios problemas y teorías científicas que esa comunidad desarrollaba.
1.2.          Con miras en comprender la famosa revolución científica moderna y las reformas epistemológicas que implicó, lo mejor es seguir tal regla. Por esto, a continuación se presenta una reconstrucción racional de los temas y problemas que trató dicha revolución. En dicha reconstrucción, daré lugar prioritario a la astronomía. Sin embargo, se presentarán algunas de los presupuestos epistemológicos claves y /o teorías e hipótesis de otras áreas de las ciencias o filosofía natural[2].
1.3. Ahora, para comprender los temas de dicho programa de investigación moderno, debemos a su vez tener en cuenta los problemas teóricos previos del cuál surge.
1.4.     Concluiré con una conjetura histórica, que es un excurso con respecto al tema desarrollado en toda la exposición.  
2.              Astronomía en el mundo antiguo
2.1.          Podemos agrupar en tres grandes grupos los problemas observacionales que las teorías sobre el movimiento de los planetas (o astronómicas) pre-telescópicas intentaban dar solución.
a.              El movimiento diario de los astros siderales, este a oeste.
b.              El movimiento anual de los astros siderales, norte-sur. 
c.              El movimiento retrógrado e irregular de las estrellas errantes o planetas.
2.2.         Platón (Atenas o Egina, ca. 427-347 a. C.) y la academia.
2.2.1.     Platón y los astrónomos de la academia influyeron enormemente en el porvenir epistemológico y los presupuestos metodológicos de la astronomía, mediante las siguientes tesis:
a.              En primer lugar, dada la teoría metafísica, la cosmología y la cosmogonía platónicas, se estableció la tesis epistemológica en acuerdo con la cual la astronomía no brinda teorías que explican la realidad, no da conocimiento. En astronomía se establecen modelos matemáticos que permiten “dar cuenta de los fenómenos”. Por eso, el astrónomo hace mejor dedicándose en el arenario y no perdiendo su tiempo viendo al cielo. A esta tesis sobre el estatus de las teorías científicas, se le llamó, posteriormente, instrumentalismo.
b.       En segundo lugar, quizás por la metafísica pitagórico-platónica, los astrónomos académicos establecieron que todo modelo astronómico debía cumplir dos requisitos metodológicos ineludibles: representarse sólo mediante círculos y mantener que todos los movimientos siderales son de velocidad constante (no acelerada o disminuida).
c.              En último lugar, la tesis ontológico/cosmológica en acuerdo con la cual el mundo tiene límites.
2.2.2.     En acuerdo con la cosmogonía de Platón (presentada en el Timeo), el demiurgo estableció el mundo de la siguiente forma:  creó una esfera fuera de la cual no hay nada y ahí ubico las estrellas fijas. Luego, fue repartiendo ser y constituyendo así a los dioses/planetas en inferiores circunferencias. Los dioses se movían sobre estas. Finalmente, ubicó a la Tierra en el centro del universo-mundo.
2.2.3.     Sin embargo, este modelo no servía para explicar los problemas del movimiento norte sur y del movimiento de retrogradación, por lo que Eudoxo (Cnido, actual Turquía, ca. 390 a. C. – ca.337 a. C.) introdujo una mayor cantidad de esferas cuyo movimiento combinado producía los movimientos visibles de los astros. Estableció un total de 27 esferas, con la Tierra en el centro.
2.2.4.     Eudoxo utilizó la tesis instrumentalista para responder los problema de por qué y qué causaba el movimiento y a las propias esferas: la astronomía no presenta teorías que describen verdaderamente lo que es. Sólo brinda modelos matemáticos para dar cuenta de los fenómenos visibles. De forma que la cuestión de las causas del movimiento y de las esferas no es una cuestión que pueda limite la especulación astronómica.


El universo-mundo según el Timeo de Platón.


2.3.         Aristóteles (Estagira, 384 a. C.-Calcis, 322 a. C.) y Ptolomeo (Tebaida, c. 100 – Cánope, c. 170): la cosmología y astronomía dominante por milenio y medio.
2.3.1.     Aristóteles partía de presupuestos ontológicos y epistemológicos muy diferentes a Platón. El Estagirita afirmó que explicar la realidad es la finalidad de las teorías sobre el mundo. Consecuentemente, negó la tesis instrumentalista y afirmo una tesis realista.
2.3.2.     Además, debido a que no apelaba a una estrategia instrumentalista, el Filósofo se esforzaba porque todas sus teorías sobre el mundo fueran consistentes: la cosmología, la astronomía, su metodología, su ontología, su filosofía natural.
a.              A nivel físico y químico (i.e. lo que hasta el siglo XX se llamó filosofía natural): Aristóteles dividió todos lo existente en 5 elementos. Estos son tierra, agua, aire, fuego y quita-esencia o eter. Por su parte, todos los cuerpos realizan por naturaleza movimiento rectilíneos hacia arriba, hacia abajo o circulares. No existe movimiento inercial, sino que todo movimiento no-natural debe ser causado. Los primer 4 elementos cambian y se transforman entre sí. El éter se mantiene sin cambios. Dado que no existen intersticios en la naturaleza, el cosmos es pleno[3].
b.              Su cosmología es consistente con lo señalado: debajo de la luna se encuentra el mundo del cambio y la degeneración. Después de la luna se encuentra el mundo imperecedero del éter y los movimientos circulares. Todo esto es acorde con nuestra percepción sensorial más inmediata.
c.              Ahora, para dar cuenta del movimiento planetario, el Estagirita asume el modelo de los académicos de esferas engastas unas sobre otras. Sin embargo, debido a su anti-instrumentalismo, consideró que estas esferas realmente existían. En otras palabras, en el cielo existen una cierta cantidad de eternas, impolutas y prístinas esferas cristalinas de éter.  
Finalmente, en atención su teoría de la causalidad, consideró que todo movimiento de las esferas debía ser causado. Por razones algo complicadas de explicar en esta ponencia, esto lo obligo a establecer un total de 55 esferas celestes de éter transparente, más otra para la luna y otra para las estrellas fijas, todas girando en torno a la Tierra. En total 57 esferas. Fuera de la última existe el motor inmóvil (o causa in-causada), que es el que soluciona el problema de cuál es la causa del movimiento del universo-mundo.
No hay lugar fuera del universo mundo, pues el contiene todos los lugares.
2.3.3.     Sin embargo, a pesar de la complicada maquina celeste ideada por Aristóteles, esta no podía predecir ni dar cuenta de los movimientos retrógrados y de velocidad variable de los planetas. Tales críticas se acumularon contra la astronomía aristotélica y por esto, se buscaron soluciones. La que más caló fue la de Claudio Ptolomeo.
a.              Ptolomeo asumió que la cosmología y filosofía natural de Aristóteles eran correctas y que explicaban la realidad (y que tal era la finalidad de dichos ámbitos de estudio). Empero, defendió que para la específica teorización astronómica no se podía asumir tal tesis epistemológica. En cambio, desempolvó el instrumentalismo para la astronomía.
b.              Su modelo astronómico mantuvo el orden tradicional de esferas alrededor de la Tierra: luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno y estrellas fijas.
c.              No obstante, introdujo un conjunto de artilugios geométricos para salvar las apariencias: le llamó deferente a la órbita alrededor de la Tierra y afirmó que los planetas giran en una segunda órbita que tiene como centro algún punto del deferente. A este segundo círculo le llamó epiciclo. Con esto, se lograba dar cuenta del movimiento retrógrado de los planetas.
d.              Finalmente, para dar cuenta del cambio aparente de velocidad de los planetas, introdujo el punto ecuante: un punto cercano al centro del deferente, desde el cual el centro del epiciclo de un planeta “parece” que se mueve a distintas velocidades. En distintos momentos del ciclo sideral de un planeta y según conviniera, el ecuante se puede cambiar.
e.              El modelo astronómico ptolemaico fue exitoso en dar cuenta de las apariencias y para sorpresa (quizás) de nuestros contemporáneos, incluso pudo predecir algunos fenómenos astronómicos.




2.3.4.     Antes de pasar a la temprana modernidad, cabe agregar lo siguiente. Paralelos al desarrollo de los modelos platónico y aristotélico-ptolemaico, existieron en todo tiempo distintas teorías enmarcadas en programas de investigación diversos. Estos programas de investigación competían con los mencionados anteriormente.
Incluso, durante el medievo, había multiplicidad de investigaciones originales sobre filosofía natural, tal y como nos ha enseñado la historia sobre estos temas, desarrollada durante el siglo XX (al respecto, el espléndido texto de Lindberg citado en la bibliografía).
De todas estas corrientes teóricas no mencionadas, señalaré unos pocos nombres, relevantes para lo que se presentará más adelante:
a.              El corpuscularismo o atomismo antiguo, llevado por los atomistas griegos y luego por lo epicurieos. Este era incompatible con la tesis del universo pleno y limitado. En otras palaras, el atomismo defiende la existencia de vacíos, que el mundo no tiene límites y que existen una multitud de mundos (enormemente más grandes o increíblemente más pequeños que el nuestro).  
b.              La astronomía de Aristarco de Samos (c. 310 a. C.-c. 230 a. C), de quien no sobrevivió nada de su obra. Aristarco fue el único de los presocráticos (del que tengamos noticia) que defendió un modelo plenamente heliocéntrico para el universo.
c.              Por su parte, también los medievales fueron acumulando observaciones que no parecían ser acordes con la filosofía natural aristotélica. Menciono de pasada nombres como Roberto Grosseteste (1175 - 1253), Roger Bacon (Ilchester, c. 1214 - Oxford, 1294) (emparentado con el ideólogo de la ciencia Francis Bacon), Jean Buridán (1300 - 1358) y los renacentistas Niccolò Fontana Tartaglia (Brescia, 1499 - Venecia, 13 de diciembre de 1557) (de especial influencia sobre la matemática de los modernos) y Giordano Brunno (1548 - 1600) (que trajo a colación el argumento de Tito Lucrecio Caro -el epicúreo- contra la existencia de límites en el universo).
3.              Modernidad de la astronomía.
3.1.          Nicolás Copérnico (Toruń, Prusia, Polonia, 19 de febrero de 1473-Frombork, Prusia, Polonia, 24 de mayo de 1543) no se consideró a sí mismo un revolucionario del pensamiento. En cambio, como buen renacentista, pretendía revivir lo mejor de la antigüedad que en el medioevo se había perdido. Por esto:
a.              Afirmó que la astronomía sí era una explicación de la realidad y buscaba ser verdadera (en contra de Ptolomeo).
b.              Defendió que se debía regresar a la pureza de los mandatos platónicos: los modelos astronómicos siempre deben hacerse con círculos y presentando a los planetas con velocidades constantes. Según Copérnico, Ptolomeo no cumplía realmente estas reglas.
c.              Mantuvo que el universo era finito, con límites.
d.              Empero, señaló, la única teoría que puede lograr esto y que es más simple teóricamente que la ptolemaica, es la que el desarrolló siguiendo a Aristarco de Samos. Resumiré los postulados de dicha teoría, presentada ampliamente en De las revoluciones de los orbes celestes. Dicho resumen lo tomo de un texto de Copérnico publicado antes de su libro más famoso. Se intitula el Comentariolus.
i.               No todos los cuerpos celestes giran en torno a un solo punto del universo.
Existen al menos dos puntos: el de la Tierra, en torno a la cual gira la Luna y el del Sol, en torno al cual giran el resto de los planetas, incluidas la Tierra y la esfera de las estrellas fijas.
ii.              La distancia entre la Tierra y el Sol es una fracción insignificante de la distancia de la esfera de la tierra con respecto a la de las estrellas fijas. Esta tesis es importante pues busca evitar una crítica observacional (a simple vista) contraria al copernicanismo: la inexistencia de paralaje visible de las estrellas fijas con respecto a la Tierra.
iii.             Las estrellas están inmóviles.
iv.             La Tierra realiza más de un movimiento.
v.              El movimiento retrógrado de los planetas es aparente, no real.
Modelo astronómico copernicano

3.2.         Tycho Brahe y J. Kepler
3.2.1.     Tycho Brahe[4] (1546-1601): el gran astrónomo observador/experimentador:
i.               Concibió la primera institución con instalaciones físicas autónomas totalmente dedicadas a la astronomía. Le llamó Castillo de los cielos.
ii.              Compiló el mapa sideral más exacto para su época y hasta el descubrimiento del telescopio.
iii.             Observó, documentó e interpretó dos fenómenos de importancia revolucionaria. Por un lado, un cometa en 1577 y por el otro, la nova o estrella nueva de 1572. En acuerdo con Tycho, ambos hechos se daban a nivel supra-lunar. Esto era inconsistente con la cosmología Aristotélica.
iv.             La crítica de paralaje no visible, hizo que rechazara el copernicanismo. Dicho rechazo es perfectamente comprensible dentro de una historiografía racional, pues Tycho brindó críticas que señalaban inconsistencias en la teoría copernicana. Estas inconsistencias no fueron ignoradas y consistieron en una piedra en el zapato que guío la astronomía observacional por mucho tiempo.
Representación de Uraniburgo o el Castillo de los Cielos


3.2.2.     Johannes Kepler (1571 –1630)
Mensus eram coelos, nunc terrae metior umbras; Mens coelestis erat, corporis umbra iacet” / "Medí los cielos y ahora mido las sombras. Mi mente estaba en los cielos, mi cuerpo reposa en la Tierra." [Epitáfio de J. Kepler]

a.      Kepler fue empleado de Tycho y a la muerte de este, se quedó con el tesoro de observaciones del danés.
b.              Kepler era un cristiano protestante, profundamente influido de pitagorismo, que dedicó su vida a mostrar que el cosmos había sido creado por un Dios matemático y que existían pruebas deductivas ciertas de eso en la astronomía. Como Copérnico, fue un realista epistemológico (i.e. un no-instrumentalista). Intentó demostrarlo mediante su teoría de los planetas y los poliedros regulares, pero fracasó pues el modelo no calzaba matemáticamente (y asumía erradamente, que puedo probarse necesariamente que sólo existen cinco planetas, entre otros muchos problemas).
c.              Veía el mundo universo como un todo cerrado y ordenado.
d.              Sin embargo, intentando encontrar un modelo que estuviera acorde con el material observacional recolectado, abandonó las máximas de la antigüedad del movimiento circular y de velocidad constante y uniforme y descubrió así una nueva forma de explicar la realidad mediante enunciados que presentaban cambios en regulares de propiedades específicas de todos los integrantes de un conjunto de la realidad.
e.              Estas fueron sus tres leyes cinemáticas del movimiento planetario:
i.               Todos los planetas se mueven en elipses con el Sol en uno de sus focos.
ii. El radio vector que une un planeta y el sol, barré áreas iguales en tiempos iguales.
iii. Para cualquier planeta, el cuadrado de su periodo orbital, es directamente proporcional al cubo de la longitud del semi-eje mayor de su órbita. [Semi-eje mayor: es la mitad del diámetro más largo de la elipse. / Periodo orbital: tiempo en que tarda un planeta en recorrer su órbita].
f.               Ahora, la teoría dinámica de Kepler del movimiento planetario intentaba explicar la causa del movimiento a partir de la fuerza magnética del sol. Esta teoría no prosperó.

Los planetas relacionados con los poliedros regulares, según Johannes Kepler

3.3.         Galileo Galilei (1564 –1642): astrónomo observador, físico teórico y polemista.
a.              Galileo fue un convencido realista copernicano que asumió como misión refutar al aristotelismo y al sistema ptolemaico. Para esto, además de reiterar en sus escritos la importancia de la supernova y del cometa de Tycho, reunió nuevas observaciones, mediante un instrumento nunca antes utilizado: el telescopio. La creación del telescopio, más que un golpe de suerte, es un ejemplo de un nuevo triunfo teórico: Galileo escuchó que en Holanda habían juntado las lentes de dos anteojos, de tal forma que permitían ver cosas en la lejanía como si estuvieran cerca. Con esa idea, estudio las propiedades ópticas de los lentes y desarrolló una teoría exacta, que llevaba a la construcción efectiva de un telescopio más potente que los conocidos en Holanda.
b.              La importancia epistemológica del telescopio es considerable: implicaba que para probar y refutar teorías, podíamos apelar a nuestros sentidos tecnológicamente potenciados. Además, nos pone a la visa una cuestión interesante: los datos observacionales también dependen de teorías[5] (y sobre ellas es posible discutir y progresar).
c.              Como copernicano convencido, asumió que los planetas debían moverse en círculos y no en elipses como señala Kepler, con quien mantuvo correspondencia.
d.              Por medio de estos instrumentos, compiló datos refutadores radicales tanto de la teoría ptolemaica como de la teoría aristotélica: las fases de venus al pasar delante del Sol, los astros medicios de Saturno y las imperfecciones de la luna. ¿Cómo podía existir un cielo inmaculado de eter si la luna era imperfecta? ¿Cómo podía ser que todo girara alrededor de la Tierra, si observábamos que también había cuerpos girando alrededor de Saturno? La teoría aristotélica del cosmos y ptolemaica para la astronomía, debían estar equivocadas, concluía Galileo.
e.              La principal área de teorización de Galileo fue la física, en donde presentó leyes del movimiento que eran aplicables a toda la realidad (pues ya no existían leyes diferentes para lo lunar y lo supra-lunar). Ejemplo de esto son sus leyes de movimiento uniformemente acelerado.
Al igual que con las de Kepler, estamos ante leyes del cambio regular de aspectos de la realidad. Por otra parte, realizó multitud de experimentos mentales y algunos reales -que presentó en sus libros- contra la física aristotélica. En efecto, en Galileo se encuentra un ejemplo muy temprano de la importancia de los experimentos mentales para la ciencia. Consisten en el uso de leyes lógicamente universales e inferir consecuencias lógicamente singulares, imaginadas en ciertas condiciones iniciales. Mediante esto, se podía analizar la plausibilidad o no de dichas consecuencias.
Con todo, no hay que perder de vista que Galileo presentó una visión cinemática del movimiento.
f.               En Galileo además se encuentra también la idea de que el universo no tiene límites, que existen átomos en la materia y algunas intuiciones sobre la existencia de vació y cómo probarlo (discípulos posteriores de Galileo lo demostrarían experimentalmente). 
Dibujo de la luna de Galileo Galilei
  
4.              La siguiente y última etapa -sobre la que sólo haré mención-de nuestra historia  es la de los dos grandes programas de investigación de filosofía natural y cosmología que asumieron estas teorizaciones astronómicas.
4.1.           La cuestión que nos interesa de esta etapa, es cómo se intentó brindar una teoría físico-dinámica (y ontológica) que unificara de forma consistente la nueva astronomía copernicana, con adición de las leyes keplerianas, de las leyes del movimiento galileanas, del infinitismo de Bruno y Galileo, del corpuscularismo Pierre Gassendi (1592-1655), de las leyes mecánicas específicas de Boyle (1627- 1691) y Hooke (1635-1703.), en conjunto con una multitud de observaciones que el telescopio había permitido.
4.2.         Dos programas compitieron por brindar esta teoría unificadora: el cartesianismo [6] y el newtonianismo [7]. Ambos estuvieron en competencia por un siglo, más o menos. Durante ese tiempo, se desarrollaron brindando explicaciones a fenómenos y presentando críticas teóricas y fácticas entre sí. Paulatinamente, las refutaciones irresolubles fueron acumulándose en contra del cartesianismo y este fue perdiendo poder explicativo. Para los años de Kant (1724-1804), se consideraba ya al newtonianismo como la visión triunfante y única de la realidad. Tal fue el convencimiento de Kant y otros ilustrados, que llegaron a creer que Newton era un ejemplo de conocimiento irrefutable. No obstante, estaban equivocados, pues el progreso mediante la crítica continuó en la filosofía natural, allende de lo que los epistemólogos creían. Pero esa es otra historia.
El universo lleno de torbellinos de materia, según René Descartes.

5.              Una conjetura histórica
Concluye así este recorrido histórico. La finalidad de su exposición fue más que todo divulgativa. Se mostró que las tesis y conjeturas astronómicas tienen variadas relaciones con tesis y problemas ontológicos, metodológicos, de filosofía natural y con las observaciones. Al tiempo, todas estas instancias son asumidas por los distintos pensadores de formas diversas y dándoles distinta importancia. Estas cuestiones tienen distintos sentidos y papeles en unas y otras teorías.
Simultáneamente a las teorías y problemas que presentamos, existieron en la modernidad otras hipótesis y concepciones en disputa: la iatroquímica, las distintas concepciones de corpuscularismo o de animismo del cosmos, la astrología, la alquimia y la zoología y botánica peripatéticas, entre otras muchas.
Por otro lado, hemos visto que se dio un cambio paulatino de hipótesis y teorías del mundo, de las teorías sobre lo que las teorías del mundo son (meta-teorías) y de los métodos de crítica y sustentación de hipótesis. Empero, no es viable ubicar un periodo histórico más o menos preciso en que se dé una transformación radical de todas estas ideas.
Por todo esto, mi conjetura es que o no existió propiamente una revolución científica (i.e. algo análogo a una revolución política, pero en la ciencia) ubicable en la temprana modernidad, o fue un proceso menos abrupto que el representado en la historia del pensamiento desarrollada en el siglo XX (y llevada a consecuencias extremas por T. Kuhn y sus seguidores). A esta idea histórica también contribuyeron los propios ideólogos de la ciencia de los siglos XVII y XVIII.
Ahora, no digo que no sucediera algo importante científicamente con Copérnico, Kepler y Galileo o que no conllevara un cambio epistemológico clave en lo que efectivamente eran las ideas científicas aceptables y en la lógica y metodología de la ciencia. En cambio, sostengo que tal proceso no fue una transformación epocal radical (“paradigmática”) o un rompimiento con el pasado (o con el futuro).
En contraste, lo que se puede localizar son periodos de mayor o menor cambio, impulsados progresivamente por la crítica y la conjetura. El decrecimiento del cambio en la ciencia se debe -en grandes términos- a la desaparición de cierto contexto teórico-problemático y pragmático que permite la crítica racional. Al tiempo, dicha desaparición se debe a multitud de variados factores (ideales o teóricos, económicos, geo-políticos, etc).

6.     Breve bibliografía primaria y secundaria, para continuar investigaando los temas presentados
 -       Aristotle (2006). Physics. Oxford: Clarendon Press.
-       Boyle, R. (1985). Física, Química y filosofía mecánica. Madrid: Alianza editorial.
-       Coronado, G. (1988). El atomismo de Leucipo y Demócrito como intento de solución de la crisis eleática. revista Comunicación, N. 1.
-       ­­­­­­­___________ (1998). Robert Boyle y el Químico escéptico, Una crítica a la teoría elementarista. Rev. De filosofía de la Universidad de Costa Rica, 88/89, 473-478.
-       ____________ (Setiembre-Diciembre 2009). El Sidereus nuncius: Galileo y el uso científico del telescopio. Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLVII (122), 163-171.
-        Galilei, G. (2010). Siderius Nuncius. Madrid: MUNCYT.
-       ________, Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo ptolemaico y copernicano. Muchas ediciones.
-       Hempel, C. (1973). Filosofía de la ciencia natural. Madrid: Alianza.
-       Hemleben, J. (1985). Galileo. Barcelona: Salvat.
-       Lindberg, D. (2002). Los inicios de la ciencia occidental: La tradición científica europea en el contexto filosófico, religioso e institucional (t. A. Beltrán). Barcelo, Buenos Aires, México: Paidós.
-       Mondolfo, R. (1942). El pensamiento antiguo, Historia de la filosofía greco romana, Desde los Orígenes hasta Platón. Buenos Aires: Losada.
-       Newton, I. Principia mathematica philosophia naturalis. Muchas ediciones.
-       Navarro, O. Los modelos atómicos: de J.J. Thomsom a Niels Bohr. Texto facilitado por el autor.
-       Popper, K. R. (1985). Búsqueda sin término, una autobiografía intelectual (trad. Carmen García Trevijano). Madrid: Tecnos.
-       _______________ (1993). Conjeturas y Refutaciones, el desarrollo del conocimiento científico (traducción Néstor Míguez). Buenos Aires: Paidós.
-       Russell, B. (2004) Historia de la Filosofía Occidental (traducción Julio Gómez de la Serna y Antonio Dorta, 2 volúmenes). Madrid: Austral.
-       Ramírez, A. (Setiembre-Diciembre 2009 ). Adiós al sol inmaculado: sobre la astronomíatelescópico-teórica1 en las Cartas sobre las manchas solares2, obra de Galileo Galilei. Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLVII (122), 189-194.
-    Ulloa, E. M. (Setiembre-Diciembre 2009). De prospectiva pingendi sive perspectiva artificialis. Las observaciones de Thomas Harriot y Galileo Galilei del relieve lunar. Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLVII (122), 173-179.
-       Valverde Retana, D. (Setiembre-Diciembre 2009). Galileo y el replanteamiento de los sentidos como instrumentos de conocimiento. Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLVII (122), 181-187.
-       Westfall, R. (1980). La construcción de la ciencia moderna. Barcelona: Labor.













[1] El siguiente material fue preparado para una ponencia realizada en el curso de Epistemología del Derecho de la Maestría de filosofía del Derecho de la Universidad de Buenos Aires, durante el 2016. Es, más que todo, un material cuya finalidad es divulgativa.
[2] Sobre la filosofía natural antigua, en este mismo blog: Estudios sobre racionalismo crítico: Conjeturas y refutaciones de la cosmología antigua: Platón, Aristóteles y los atomistas (http://criticayconjetura.blogspot.com.ar/2014/07/estudios-sobre-racionalismo-critico.html).
[3] Me salto varias cuestiones claves, por mor de la brevedad. Para una visión más profunda, ver la bibliografía citada al final.
[4] Puede verse una nota sobre la vida y obra de Tycho Brahe en este mismo blog: Tycho Brahe en el Castillo de los Cielos (http://criticayconjetura.blogspot.com.ar/2014/07/tycho-brahe-en-el-castillo-de-los-cielos.html).
[5] Conjeturo un contrafáctico: suponiendo que Aristóteles fuera consistente con su meta-teoría de la ciencia y hubiera conocido el telescopio, creo que no habría rechazado los datos que mediante él se conseguían. En cambio, los peripatéticos de los días de Galileo se negaron a ver por el telescopio. Por otra, en relación con la teoría sobre la ciencia de Galileo, recomiendo la consulta de Il Sagiatore.
[6] René Descartes fue su fundador: vivió (La Haye en Touraine, Turena, 31 de marzo de 1596-Estocolmo, Suecia, 11 de febrero de 1650).
[7] Isaac Newton: Woolsthorpe, Lincolnshire; 25 de diciembre de 1642/ 4 de enero de 1643-Kensington, Londres; 20 de marzo/ 31 de marzo de 1727)