Alejandro Guevara Arroyo[1]
Porque
estoy convencido de que nos encontramos ahora en un punto de viraje en la
filosofía y que estamos justificados objetivamente para considerar que ha llegado
el final de los inútiles conflictos entre sistemas. […][N]o hay, pues,
otra prueba y confirmación de la verdades que no sea la observación y la
ciencia empírica. Toda ciencia,..., es un sistema de conocimientos, esto es, de
proposiciones empíricas verdaderas. Y la totalidad de las ciencias, con
inclusión de los enunciados de la vida diaria, es el sistema de los
conocimientos. No hay, además de él, ningún dominio de las verdades
‘filosóficas’. La filosofía no es un
sistema de proposiciones, no es una ciencia.[…] Pronto, ya no será necesario hablar de “problemas filosóficos”, porque se
hablará filosóficamente sobre todos los problemas, es decir, con claridad y con
sentido. Estas
optimistas palabras las escribió el filósofo de la ciencia y fundador del Círculo
de Viena Moritz Schlick en su El viraje
de la filosofía.
Primeros
años. Friedrich
Albert Moritz Schlick, nació el 14 de abril de 1882 en Berlín, Alemania.
Provenía de una familia con amplios recursos económicos y estudió física en la
Universidad de Berlín[2].
Se instruyó en las teorías físico-matemáticas más modernas de su tiempo y
realizó su tesis doctoral con Planck, sobre un tema novedoso: La reflexión de
la luz en un medio no homogéneo (1904). Además, estudió
profundamente la teoría de la relatividad de Albert Einstein y la analizó tempranamente desde puntos de
vista filosóficos[3].
En el año de 1922,
es nombrado para desempeñar un puesto novedoso y en la Universidad de Viena: la
cátedra de filosofía de las ciencias inductivas. El fundador de la cátedra
había sido nada menos que el gran físico Ernst Mach y sus sucesores fueron,
respectivamente, los también físicos L. Boltzman y A Stöhr. Lo mismo le sucedió
a Schlick, quien llegó a la filosofía desde las ciencias naturales y continuó
la larga tradición empirista que se había desarrollado en la cátedra[4].
Desde ese momento y hasta su muerte, el futuro líder del Círculo de Viena se
dedicó a la actividad docente en esta universidad.
Su primer libro
publicado fue una obra de ética hedonista: La sabiduría de la vida de 1908.
Luego de esto, vuelca su actividad intelectual sobre la epistemología (Teoría general del Conocimiento del 1925) aunque no abandona totalmente el
estudio de los temas axiológicos.
El
Círculo de Viena y la concepción científica del mundo. A diferencia de
sus predecesores en la cátedra, Moritz Schlick poseía también un gran
conocimiento en filosofía. Pronto, alrededor de Schlick se acercaron muchos
pensadores con inclinaciones filosóficas similares a las suyas. Estos
estudiosos provenían de áreas intelectuales variopintas.
Para inicios de los años 20, el grupo estaba
conformado por el sociólogo Otto Neurath, los físicos Herbert Feigl y Rudolf Carnap, el matemático Hans Hahn, el
historiador Victor Kraft y el prominente alumno de Schlick, Friedrich Waissman.
También los visitan o mantienen intercambio intelectual con H. Reinchenbach, K.
R. Popper, K. Gödell y W. V. Quine, entre otros grandes filósofos de la ciencia
y de la lógica-matemática.
También, el año de
1924, Waissmann y Schlick entraron en contacto con Ludowig Wittgenstein[5],
de cuya obra –su Tractatus Logicophilosophico (publicado dos años antes)- Schlick se encontraba profundamente
influenciado.
Durante estos años, el Círculo de Viena realizó sus famosas
reuniones de los jueves en la noche, un instituto cercano a la Universidad.
Según recuerda un visitante ocasional del Círculo, el inglés A. J. Ayer en su Parte de mi vida, la disposición de los
integrantes era la siguiente: a un extremo de la mesa de reunión se sentaba
Neurath, al otro extremo Schlick y en el centro Carnap. El resto de los
invitados se situaban en posiciones varias. Parece que esta disposición era una
especie de metáfoca de sus posiciones a lo interno del propio Círculo. Durante
estos encuentros, que se extendieron por casi una década, se construyó toda una
nueva corriente filosófica: el Empirismo Lógico.
En el año de mil
novecientos veintinueve, se presentaron como grupo en el ‘Congreso de la
Sociedad Alemana de Física y de la Asociación de Matemáticos Alemanes’. Además,
junto con la Sociedad de Filosofía Empírica de Berlín, organizaron varios
congresos dedicados a la epistemología de la ciencia.
El grupo
desarrolló una nueva filosofía que se consideraba legataria del empirismo
inglés clásico, de la ilustración y
con todos aquellos movimientos filosóficos que intentan estudiar la naturaleza
terrenal, el aquí y ahora (parafraseando al manifiesto del Círculo La concepción científica del mundo). En
cambio, estaban opuestos al pensamiento teologizante y dogmático que veían
avanzar por el mundo germano-hablante.
El grupo se
consideró legatario del empirismo inglés clásico, de la Ilustración y de todos aquellos
movimientos filosóficos que intentan estudiar la naturaleza terrenal (“el aquí
y ahora”). En cambio, estaban opuestos
al pensamiento teologizante y dogmático que veían avanzar por el mundo germano-hablante.
Por otro lado,
afirmaron que dos eran los determinantes principales de su concepción: por un lado,
una visión empírica del conocimiento y por otro lado, el uso del análisis
lógico, desarrollado por Russell, Whitehead y Wittgenstein durante las primeras
dos décadas del siglo XX.
Así, para el
Círculo, la filosofía es más una actividad que un producto, mediante el cual se
intenta analizar lógicamente las propias presentaciones de las teorías
(filosóficas o científicas) y sus problemas, con vistas en detectar
pseudo-problemas. Frente a la filosofía tradicional, que se preocupa sobre la
existencia de la entelequia o el fundamento último del mundo, el neo-empirismo
preguntaba “¿qué quieres decir con esos enunciados?”. Según los empiristas
lógicos, si se analizaban los enunciados metafísicos, se encontraría en último
término: o que son enunciados sintácticamente mal conformados (v.g. cesar es un
número primo) o que sus conceptos no pueden ser verificados, esto es, de ellos
no se puede tener una experiencia intersubjetiva. Esto los transformaba en
conceptos sin-sentidos, equivalentes a meras expresiones emocionales.
Con esta navaja
intelectual en sus mentes, el Círculo de Viena emprendió una crítica implacable
contra multitud de corrientes germanas de pensamiento. Las principales tesis
del idealismo neo-kantiano y hegeliano y de la filosofía de Martín Heiddeger
fueron analizadas y desechadas como metafísica
carente de sentido. Para lograr difundir sus ideas, utilizaron la revista de
Schlick llamada Erkenntnis (Conocimiento).
En el año de 1929,
Schlick partió a la Universidad de Stanford California como profesor invitado.
Al regresar fue recibido por un manifiesto escrito por Carnap, Hahn y Neurath,
intitulado La concepción científica del
Mundo – El Círculo de Viena, dedicado a Schlick “en señal de agradecimiento
y de alegría por su permanencia en Viena”. Durante los años siguientes, el
Círculo realizó varios congresos internacionales en asociación con otros grupos
de filósofos y científicos, en busca de concretar su gran programa de Ciencia
Unificada.
Pero los tiempos
se complicaban para el mundo germano. La República democrática de Weimar fracasó
y fue sustituida por el autoritarismo. En 1934 el nazismo asciende al poder y
en 1938 Austria cae ante su máquina militar. Multitud de científicos huyen de
la guerra y de la persecución a la que se vieron sometidos. El Círculo de
Viena, junto con otros filósofos de la ciencia amigables al racionalismo y a la
crítica, se desbanda por todo el mundo. Irónicamente, M. Heidegger -el viejo
enemigo intelectual del Círculo- es nombrado rector de la Universidad de
Friburgo en 1933 (aunque renuncia al cargo algunos años después).
Últimos años de Schlick. Los integrantes
del Círculo de Viena se retiraron de la ciudad que le daba nombre al grupo:
Feigel partió en 1931 hacia Iowa –Estados Unidos-, lugar en que se le ofreció
una cátedra; también R. Carnap viajó a América, donde se le nombró doctor
honoris causa en la Universidad de Harvard; Waissmann y Neurat migraron a
Inglaterra y dieron clases en Cambridge.
El único que se
queda en Austria fue quien fundó el Círculo de Viena: Moritz Schlick. Durante
estos años, el filósofo y científico vienés perseveró con sus clases, su
filosofía y sus escritos. En 1935, Schlick recibe la visita de su ex-colega
Herbert Feigel. Tiempo después, Feigl relataría que durante la visita de 1935,
Schlick expresó su consternación por los actos y decisiones del régimen nazi
alemán. Probablemente, Schlick fue políticamente un liberal moderado.
El 22 de junio de
1936, Moritz Schlick salió de su domicilió y tomó dirección a la Universidad de
Viena: debía impartir una clase. Al subir las escaleras universitarias, el
profesor fue interceptado por Johan
Nelböck, un ex-alumno demente que se había obsesionado con la idea de que
Schlick le había arruinado la vida.
Nelböck dispara dos veces contra Schick; el filósofo muere pronto en las gradas
de su universidad.
Nelböck es juzgado
por homicidio. Empero, la prensa y los medios oficiales corren el rumor de que
Schlick era judío. La opinión pública se vuelca a favor del asesino y lo
ensalza como un luchador en contra de los enemigos de la nación. Aunque el
tribunal penal declara a Nelböck culpable del crimen, agrega que no merece pena
alguna y es liberado bajo palabra. A los meses, el asesino se une al partido nazi
austriaco.
Poco tiempo
después de la muerte de Schlick, la cátedra de filosofía de las ciencias
inductivas de la Universidad de Viena es clausurada. Luego, el régimen prohibe
las obras del Círculo de Viena.
Pero la concepción
científica de la filosofía no murió. Gracias a la actividad de los filósofos
que migraron fuera del mundo germano, sus ideas se extendieron y se cultivaron
por multitud de seguidores extranjeros. Sus ex-integrantes continuaron
filosofando, aunque corrigieron y modificaron muchas de sus posturas iniciales.
No obstante, mantuvieron invariable su defensa de una filosofía científica fundamentalmente
empirista y ocupada en analizar teorías científicas y filosóficas..
[1] Esta es una versión ampliada de
un artículo publicado en el 2012 en la revista Áncora del periódico La Nación. No obstante, no he
podido recuperar la versión en digital. Mayor razón para presentarlo en este
espacio.
[2] El País. Moritz Schlick y el Círculo de Viena, Manuel
Casal Fernández. El País, 29 de marzo del 2008.
[http://www.elpais.com/articulo/cultura/AUSTRIA/Moritz/Schlick/Circulo/Viena/elpepicul/19820415elpepicul_1/Tes].
También: [http://es.wikipedia.org/wiki/Moritz_Schlick] donde se observan los
datos más básicos de su vida. Curiosamente, en los textos dedicados a la
historia del Círculo de Viena, no se encuentran muchos de estos elementos
biográficos breves pero necesarios que sí aparecen en esta dirección
electrónica.
[3]Kraft, Victor. El Círculo de
Viena, traducción al español de Francisco Gracia. Taurus, Madrid, 1966. Cap. I,
intitulado: Historia del Círculo de Viena. Véase también
[http://es.wikipedia.org/wiki/Moritz_Schlick]
[4] Kraft, Victor. El Círculo de
Viena, traducción al español de Francisco Gracia. Taurus, Madrid, 1966. Cap. I,
intitulado: Historia del Círculo de Viena. El fundador de la cátedra fue Ernst
Mach, quien ocupo el cargo hasta 1901, fue físico. Posteriormente, el puesto
fue asumido por L. Boltzmann y luego por
Adolf Stöhr, ambos físicos prominentes.
[5] Malcolm, Norman. X. En especial
Cap X. Véase también, Pitkin, H.F. Wittgenstein: El lenguaje, la política y la
Justicia. Sobre el significado de Ludwig Wittgenstein para el pensamiento
social político. Introducción y traducción por Ricardo Montoro Romero. Centro
de Estudios Constitucionales. Madrid, 1984.
En particular el Cap. II, intitulado: Dos Visiones del Lenguaje de
Wittgenstein. También Kraft, X.