Alejandro Guevara Arroyo
Los líderes son un hecho social. Qué es un líder, sin
embargo, ha ido cambiando (al menos en occidente) a través de los milenios. A
pesar de estas variaciones, algunas de las facetas de su concepto han
atravesado todo este tiempo.
También es claro que para algunas concepciones constitucionales (i.e. algunas concepciones sobre cómo ha de estar estructurado el poder público para ser legítimo) le han otorgado lugares predilectos en la máquina del poder. No así en el modelo republicano, cuyo ideal constitucional básico es la libertad como no dominación. Por supuesto, en las sociedades ordenadas por el modelo republicanas, líderes políticos pueden surgir (y han surgido y de seguro continuarán surgiendo). El punto es que ahí no tienen lugar constitucional especial. En otras palabras, en un modelo republicano bien diseñado, se enfatiza la anomalía de la existencia de líderes dentro del marco del poder político y se incluyen mecanismos institucionales para que –ahí en donde surge- no pierdan de vista su lugar en el cuerpo ciudadano.
Notablemente, al reflexionar sobre la democracia directa en la Atenas democrática de la antigüedad, Castoriadis apunta: "Hay, claro está, jefes, individuos eminentes: el fenómeno del líder en la sociedad humana tiene sin duda una especie de naturalidad. ... [E]l hecho de que en un momento dado surja de una colectividad un individuo que resulta ser el más capaz de expresar sus aspiraciones e incluso de hacerle ver cosas que lleva en sí sima sin saberlo no tiene de por sí nada de anormal o riesgoso para la democracia [(que en este punto vislumbra ya la idea republicana clave, o quizás, la expresa correctamente)]. La cuestión no radica en la existencia de líderes, sino la capacidad de la colectividad de mantenerlos bajo su control o de entablar con ellos una relación que les impida confiscar el poder. Y en principio es eso lo que pasa en Atenas, porque en ella las disposiciones institucionales excluye toda posición de poder permanente de un individuo ...." (Castoriadis, Cornelius. La ciudad y las leyes: lo que hace a Grecia 2. 1ra edición. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2012, pp. 107).
Un ejemplo adicional puede aclarar esta idea constitucional: En
la Roma republicana, el paradigma del líder se encontraba en el general de un
gran ejército que saliera victorioso en una campaña de conquista o defendiendo
a la ciudad de alguna fuerza extranjera amenazante. Como agradecimiento público
a tales figuras, Roma les otorgaba el Triunfo: una enorme festividad en la cual
el general, su ejército y el botín de guerra, desfilaban con gran pompa ante
toda la ciudadanía, que los ovacionaba.
Empero, en medio de tanto enaltecimiento, en el carro
que llevaba al triumphator, un esclavo que lo acompañaba susurraba a su oído:
“mira atrás, recuerda que sólo eres un hombre”. Al concluir las festividades,
el hasta entonces general regresaba a la vida de ciudadano. Estas medidas
institucionales tenía un objetivo obvio: contener la figura de líder,
disolverla, regresarla a su justo lugar como un igual en medio de toda la
ciudadanía.
* Imagen: Escipión liberando a Massiva, de Tiépolo.
[1] Una obra para introducirse al estudio
del ideal constitucional de la república clásica: Razones Públicas, Seis conceptos básicos sobre la república de
Andrés Rosler: http://www.katzeditores.com/fichaLibro.asp?IDL=183
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