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jueves, 24 de julio de 2014

Estudios sobre racionalismo crítico: Confusiones y puntualizaciones sobre la metodología popperiana


Alejandro Guevara Arroyo


1.              Actividad de defensa de tesis
El día 22 de agosto del 2012 tuve ocasión de escuchar una presentación de la memoria del seminario de graduación de licenciatura en Filosofía, realizada por Greivin Corrales y Adrián Ramírez. La investigación se intitula “Consideraciones sobre metodología en la filosofía de la biología: la crítica popperiana a la teoría de la evolución de las especies”.
En la mesa examinadora se encontraban los profesores Guillermo Coronado (director), Edgar Roy Ramírez, Oscar Navarro (como lectores), Roberto Fragomeno (director de la escuela de Filosofía, UCR) y David Sánchez (también representante de la escuela).
El texto que preseto a continuación incluye cuestiones algo técnicas de la filosofía de la ciencia. 
1.1.         Crítica de popper al darwinismo
La investigación se ocupa de una crítica de K.R. Popper -en realidad poco desarrollada por el pensador- contra una forma del darwinismo, el adaptacioncista. Esta causó –como era de esperarse- muchos anticuerpos entre filósofos de la biología y biólogos.
La crítica más importante de Popper es la siguiente[1]. En el darwinismo existe una hipótesis de considerable importancia dentro del corpus teórico, que puede presentarse en la fórmula “la especie que se adapta sobrevive y la que sobrevive se adapta”. El pensador austriaco afirmó que esta hipótesis fundamental es una tautología, por tanto necesariamente verdadera. Consecuentemente, dada la forma lógica del enunciado, cualquier inferencia será también verdadera. Utilizando el criterio de falsabilidad (infra), esto conlleva que cualquier teoría que incluya una hipótesis fundamental de estas características no será científica.
1.2.        El contra-argumento más interesante
El contra-argumento de mayor interés de Ramirez y Corrales, es el siguiente. La fórmula tautológica tal y como la presenta Popper no es una hipótesis central en el darwinismo. De forma que sí es posible sustituirla y someter a contrastación la teoría.  
2.             Comentarios del tribunal examinador
El principal interés de este escrito es criticar los comentarios de varios integrantes del tribunal[2] examinador contra la metodología popperiana (imprecisamente llamada por ellos ‘Popper’).
2.1.        Advertencias
a.             Sobre los profesores
Antes de presentar los comentarios de los profesores y criticarlos, debo aclarar que su finalidad es totalmente intelectual (i.e. la discusión de ideas). No tengo hasta la fecha ningún conflicto humano con estas personas y al contrario, admiro enormemente su labor como investigadores y como docentes (varios de ellos han sido y continúan siendo de amplia influencia en mis estudios e investigaciones).
Debo agregar, en el caso del señor director de la escuela de filosofía Roberto Fragomeno, que respeto enormemente la intachable honestidad con que lleva su gestión, la sensatez evidente de las políticas que promueve y la enorme energía con que las lleva a buen puerto. De forma que mis palabras no deben ser interpretadas en ningún sentido ad-hominem. Muy al contrario, mi intención es propiciar mayor diálogo y discusión en torno a los problemas de meta-teoría de la ciencia (sean naturales y/o sociales).
b.             Sobre mi interpretación
La segunda aclaración que deseo introducir, es que yo realizo una interpretación de lo que recuerdo que se dijo en dicha actividad. Asimismo, dadas las características de lo dicho, debo efectuar una reconstrucción racional que intenté presentar las críticas sin metáforas y/o sin personalizaciones (o psicologismos). Esto con el fin de que la crítica recaiga sobre las posiciones más solidas y potentes que se me puedan ocurrir.
En cualquier caso, si lo que presento a continuación no se corresponde con lo dicho explícitamente o con la intención de los profesores, aún así tiene algún valor intelectual el analizar tales críticas. En este último supuesto, serían al menos una lógicamente posible vía de crítica contra el popperianismo. El análisis de tal crítica puede servir para descartar ad portas su idoneidad.  
2.2.       Críticas a la metodología popperiana
a)            Dado que los biólogos consideran a la biología evolucionista de tradición darwiniana una ciencia, es Popper quien debería cambiar su opinión sobre lo que es ciencia.
Interpretación más precisa: Dado que el corpus teorético de la biología evolucionista es pragmáticamente llamado ‘ciencia’, entonces, es la metodología o lógica de la ciencia popperiana la que debería cambiar sus normas y criterios, con vistas en incluir ese corpus.
¬ (a) El error de esta crítica en que es impertinente el antecedente del condicional, con respecto al consecuente. Específicamente, esta crítica se infiere de mezclar aspectos o cuestiones lógicamente diferentes. A su vez, puede que se deba a una desatención de las características lógicas de la metodología popperiana, y de lo que esta pretende solucionar. Comenzaré por esto último.
Lo primero que se debe tener en cuenta es que la metodología de la ciencia popperiana (o lógica de la ciencia) es meta-teórica, normativa y trata sobre el contexto de validez de la teorías científicas. Lo primero quiere decir que es una teoría que tiene una relación metalingüística con otras teorías (i.e. lenguaje objeto), esto es, trata de ellas. Esto significa que los resultados y criterios desarrollados en la lógica de la ciencia, permiten evaluar a las teorías científicas.
En segundo lugar, es una cuestión normativa, esto es, presenta normas. En otras palabras, la lógica de la ciencia es una teoría prescriptiva. Pero no ‘prescriptiva’ en el sentido que establezca cómo deben investigar los científicos (asunto que corresponde a ciertos ámbitos propios del contexto del descubrimiento, v.g. la pedagogía y la metodología de la investigación). Prescriptiva en el sentido que presenta normas para evaluar dos problemas principales (i) la legitimidad epistemológica de las teorías científicas frente a teorías no científicas (i.e. problema de la validez de  hipótesis científicas) y (ii) cuáles teorías científicas son correctas y cuáles no (i.e. problema de la demarcación entre ciencia y ¬ciencia)[3].
Finalmente, se colige de lo anterior, la metodología no se ocupa de los creadores de la ciencia, sino de las teorías científicas, en tanto conjuntos de enunciados. Así la metodología de la ciencia reconstruye no mucho más que un esqueleto lógico de las relaciones inferenciales entre los distintos enunciados en que se expresan los problemas y las soluciones científicas. Claro está, a partir de ese esqueleto de relaciones lógicas se reconocen otras relaciones teoréticamente interesantes entre los enunciados en cuestión (v.g. epistemológicas y ontológicas).
Volvamos a la cuestión de los problemas que tradicionalmente solucionaban en la metodología de la ciencia.
Para dar respuesta al problema de la validación de hipótesis científicas, Popper desarrolló los criterios de la falsación:
El método de la falsación se divide en los siguientes requisitos:
(a) la teoría correcta debe respetar varios criterios de tipo lógico y
(b) la teoría debe ser verdadera empíricamente. Para ser más exactos,  debe ser verosímil el considerarla verdadera (Popper, 1983, cap. 5).
(a) Sobre los requisitos de tipo lógico, estos se descomponen en tres criterios:
(a.1): El requisito de coherencia lógica interna del sistema de enunciados.
(a.2): El segundo criterio discrimina entre teorías con contenido empírico que podrían ser verdaderas y meras tautologías [N.B. La crítica de Popper a la evolución de ubica en este nivel].
(a.3): Finalmente, tenemos la comparación lógica entre los distintos sistemas de enunciados, con vistas en determinar si una teoría podría solucionar más problemas científicos relevantes (en caso de ser verdadera) frente a otras que le son lógicamente contrarias.
(b) El criterio de la falsación en sentido estricto: Deducimos de un enunciado condicional con cuantificador universal, que expresa la hipótesis científica a contrastar (A) y de las condiciones iniciales (I), un enunciado singular (C), que es una implicación contrastadora.
Ahora bien, si C es falso (sencillamente, porque no acaece), por modus tolendo tollens, la falsedad se retrotrae de ese enunciado a sus premisas. Así, la teoría científica con consecuencias falsas es falsa. Si una teoría es falsa, se abandona y se busca una mejor (Popper, 1980, 31-32).
El criterio de la falsabilidad  distingue entre aquellas teorías que no pueden ser falsados de los que si pueden. Esto es: aquellos de los que no se les pueden inferir posibles implicaciones contrastadoras que muestren su falsedad. Así se da solución al problema de la demarcación. Eso es todo.
Estas reglas metodológicas son convencionales (Popper, 1980, 53). Por tanto, es un problema el averiguar cuál conjunto de reglas es preferible y por qué. Responder esto permite comprender qué tipo de críticas pueden dirigirse contra la metodología popperiana.
La propia legitimidad de las reglas metodológicas propuestas debe medirse en la medida que sirvan para alcanzar el objetivo que se proponían cumplir. Según Popper tal evaluación implica dos tipos de examen. El primero: si en efecto se pueden distinguir adecuada e intersubjetivamente entre teorías científicas y teorías no científicas. En segundo lugar: debemos evaluar que las reglas metodológicas pertenezcan a la clase de las reglas racionales. Son  normas y criterios racionales, en tanto en cuanto estén acordes con un principio criticista consecuente, como el siguiente: prescribe un “examen crítico [constante, ] la discusión crítica de todos los enunciados que están en cuestión, con ayuda [siempre] de argumentos [y criterios] racionales [(i.e. necesariamente intersubjetivos[4])], se [debe] renuncia[r], ciertamente, a las certezas auto-producidas, pero se tiene [así] la perspectiva de acercarse más a la verdad mediante el ensayo y el error […] sin llegar, por cierto, jamás  a la certeza” (Albert, 1971, 58).
 La importancia de las normas de la metodología popperiana de la falsabilidad (que no deben confundirse con la falsación), no es meramente el que discriminen con precisión entre un conjunto de enunciados (ciencia y ¬ciencia), sino que la ciencia -conjunto de enunciados- podrá ser considerada epistemológicamente valioso, por ser criticable y por esto racional.
¿Por qué es impertinente a)? (i) porque infiere un criterio para normar teorías, de un hecho social (i.e. que unos hablantes consideren ciencia a un corpus teorético). Esto es una falacia naturalista. (ii) Porque es un criterio pragmático que no introduce la idea de la crítica en la metodología de la ciencia. En este sentido, aunque puede permitirnos distinguir con alguna precisión entre distintos usos de la palabra ciencia, no permite mostrar cierto tipo de relaciones metodológicas valiosas: las de crítica.
b)            Con su crítica, Popper intenta encajonar a todas las ciencias en el esquema de la física.
Interpretación más precisa: La metodología popperiana desarrolla criterios meta-teoréticos que sólo pueden ser cumplidos por las teorías físicas. Esto es un sesgo impertinente en favor de la física, por lo que no se debe –de entrada- utilizar tan sesgados criterios sobre otras ramas científicas.
¬ (b) En parte, creo que atendiendo a las precisiones anteriores debería diluirse un poco esta crítica. Puedo agregar lo siguiente. En el contexto teorico en que la falsabilidad popperiana se desarrolló, se respondía se respondía al problema de la demarcación mediante criterios de significación. Como ya dije, la falsabilidad depende de otros criterios, los de falsación (que solucionan un problema distinto).
La propuesta falsacionista se enfrentó a la propuesta inductivista y deductivista, mostrando que ambas no permitían reconstruir válidamente la forma de contratación de las teorías. Dado que no hay esquema válido (predicado lógico) de afirmar la verdad de las hipótesis científicas (lato sensu, en una teoría de la verdad por correspondencia), Popper propuso que sí hay un esquema válido lógicamente de afirmar su falsedad. Así  epistemológicamente, aquello que no se puede demostrar como falso, debe ser considerado –por buenas razones- verdadero, al menos tentativamente (pero no ciertamente, como lo intentaba el inductivismo y el deductivismo).
Sea que las soluciones popperianas a los problemas de la demarcación y de la validación de hipótesis científicas sean correctas o no, queda claro que lo que intentan es solucionar problemas lógicos y epistemológicos de las teorías científicas, pero no afirman una preferencia entre disciplinas. 
Dicho sea al paso, Popper consideró a las disciplinas como una convención administrativa y social, al tiempo que señaló que no existe algo así como un ‘objeto’ esencial de cada disciplina. Las teorías intentan solucionar problemas distintos aunque lógicamente interconectados. 
c)            Popper exige a todas las ciencias que puedan hacer predicciones[5]. Caso contrario, las descarta como ciencias explicativas. Pero la biología, con su retrodicciones, es todo menos no-explicativa. De forma que Popper es nuevamente corto de miras.
Interpretación más precisa: la metodología popperiana establece como criterio demarcatorio entre ciencia y ¬ciencia, que toda ciencia debe poder inferir predicciones a partir de sus hipótesis principales. Caso contrario, no se la puede considerar una ciencia explicativa y consecuentemente, sus explicaciones no son científicas. Pero la biología evolucionista brinda una serie de explicaciones muy valiosas, por ejemplo las retrodicciones, que nos permiten comprender las condiciones ambientales anteriores que determinan la supervivencia de una cierta especie en un punto espacio-temporal determinado (punto que por supuesto puede ser bastante amplio tanto espacial como temporalmente). Calificar tales explicaciones como no científicas muestra nuevamente que los criterios popperianos están equivocados.
¬c) Esto es sencillamente equivocado. No existe ni en los criterios de la falsabilidad ni en los de la falsación, preferencia lógica o epistemológica alguna por las predicciones. Al igual que otras metodologías deductivistas, la falsación afirma que deben poder inferirse implicaciones contrastadoras (Hempel) de las hipótesis científicas principales. La predicción puede ser una implicación contrastadora al igual que una retrodicción, una explicación, una mera descripción o incluso una aplicación tecnológica.
 Si Popper no hizo hincapié en esto (digamos) es cosa de él (quizá porque en efecto conocía más sobre experimentos físicos que sobre otras formas de contrastación), pero no se infiere una tal directriz a favor de las predicciones de los principios metodológicos falsacionistas o de los falibilistas[6].
De otra forma: las predicciones son únicamente un sub-conjunto del conjunto de las implicaciones contrastadoras.
El argumento más fuerte contra la posición de Popper sobre el darwinismo, es que de hecho sí existe un conjunto de implicaciones contrastables prohibidas por las hipótesis centrales del darwinismo, que estas se han sometido a la crítica y que ningún individuo del conjunto ha sucedido. Esto se debe a que las hipótesis centrales del darwinismo no son tautologías si son adecuadamente interpretadas.  Si las hipótesis centrales del darwinismo fueran una tautología, no existiría lógicamente tal conjunto.  Aún así, la crítica popperiana permite excluir al menos una interpretación de las ideas darwinianas, esto es: aquellas que conllevan una tautología.
d)            Algunas críticas aún más imprecisas que se mencionaron, v.g.: que debería aplicársele Popper a Popper o que su filosofía de la ciencia no está hecha para ciencias del proceso. Estos comentarios me resultan tan misteriosos, que ni siquiera intentaré una reconstrucción racional de su significado.
3) Sobre el valor de la metodología o lógica de la ciencia popperiana y su contexto teórico-problemático.
Estas respuestas popperianas surgen en un contexto problemático determinado. Igualmente, Popper comparte –en mucho o en poco- preocupaciones, enfoques y conceptos con varios otros pensadores, entre los que se encuentran: el Círculo de Viena, Russell, Carnap, Tarski, Reinchenbach, Hempel, Salmon y otros (no obstante, mantuvo una discusión constante con varios). La incomprensión de los problemas que se intentaban solucionar en este contexto y de sus conceptos principales, puede llevar a interpretaciones seriamente trivializadas de un pensador, como las que he comentado en las líneas previas.
Por otro lado, es probable que estos problemas ya no sean de interés para los metodólogos de la ciencia contemporáneos. Según parece, actualmente se dedican a cuestiones mucho más específicas. Las críticas principales a la metodológica popperiana (ninguna de las cuales fue comentada aquí) pueden llevar a otras corrientes metodológicas, como la inductivista (normalmente en su forma probabilista) o la hipotético deductiva más avanzada.
Sin profundizar mucho en ello creo que es más o menos evidente hoy día que la metodología popperiana inicial (en especial, la de la Logik der Forschung) no cumple en la solución adecuada de los problemas que se planteaba o estos han sido reformulados o precisados. Cualquiera sea el caso, reitero, la metodología popperiana no es incorrecta por ninguna de las críticas esbozadas previamente.
Aún en actualidad, pueden desarrollarse posiciones racionalistas críticas corregidas, aplicables a estos y otros problemas de meta-teoría de la ciencia, aun cuando sean sólo parcialmente compatibles con la metodología popperiana. Ante todo, la idea de incluir al error y a la falsedad en la metodología de la ciencia y excluir la posibilidad de episteme de la meta-teoría[7], son principios metodológicos racionalistas críticos desarrollados por Popper de plena vigencia en la contemporaneidad de la filosofía de la ciencia.
4) Bibliografía
Aunque no he citado todos los textos (dada la relativa informalidad de esta nota), he tenido muy en cuenta las siguientes obras[8]:
-                 Albert, H. (1971). Tratado sobre la razón crítica (trad. Rafael Gutiérrez Girardot). Buenos Aires: editorial Sur.
-                 Bunge (1983). La investigación científica. Barcelona: Ed. Ariel.
-                 Copi, I. (1974). Introducción a la lógica. Buenos Aires: Ed. Universitaria de Buenos Aires.
-                 Díez, J.; Moulines, C. U. (1997). Fundamentos de Filosofía de la Ciencia. Barcelona: Ed. Ariel.
-                 Ferrater Mora, J. (s.f.) Diccionario de filosofía (quinta edición, 2 tomos). Buenos Aires: editorial Sudamericana.
-                 Popper, K.R. (1980). La lógica de la investigación científica (Traducción de Victor Sánchez de Zavala, quinta reimpresión). Madrid: Tecnos.
-                 ___________(1983). Conjeturas y Refutaciones, el desarrollo del conocimiento científico (trad. N. Míguez). Buenos Aires: Paidós.
-                 ___________(1972). Conocimiento Objetivo (trad. Carlos Solís Santos). Madrid: Tecnos
___________ (1984): Contra las Grandes Palabras ("Against Big Words"), en Popper, K. (1992): In Search of a Better World. Lectures and Essays from Thirty years. London/NY: Routledge (Traduccion: José Padrón G.)
-                 Hempel, C. (1959). The empiricist criterion of meaning. En: A. J. Ayer (Ed.), Logical Positivism (108-131). New York: The free press.
______________ (1973). Filosofía de la ciencia natural. Madrid: Alianza.
-                 Russell, B. (1983). El conocimiento humano (traducción de Néstor Míguez). Barcelona: Taurus.
-                 Salmon, Earman, Glymour, Lennox, Machamer, McGuire, Norton, Salmon & Schaffner, (1992). Introduction to the Philosophy of Science.  Indianapolis/Cambrige: United States of America.
-                 Suárez, M (2003). Hacking Kuhn. Revista de Filosofía, 2, 261-284.
-                 Tarski, A. La concepción semántica de la verdad y los fundamentos de la semántica (traducción de Paloma García Abad). Tomado de: http://serbal.pntic.mec.es/AParteRei/ .


[1] Existe una segunda crítica que Ramírez y Corrales señalan: Para Popper “el evolucionismo no sólo no es contrastable, sino que es una aplicación de lo que Popper llama “lógica situacional”, esto es, un planteamiento no universal ni universalizable, sino aplicable a una única situación específica y limitada” (75). Esta idea es incorrecta, fundamentalmente porque tal concepción de la universalidad –que se le atribuye a Popper,- como requisito de las regularidades naturales es incorrecta. Toda regularidad natural tiene un ámbito de aplicación real, en la cual acaece. Esto no niega que se pueda utilizar un cuantificador universal en el enunciado legaliforme y que correspondientemente, la regularidad sea universal en su ámbito. Esto es así tanto en la biología como en la física. Empero, no me extenderé mucho en esto (aconsejo revisar cualquier manual más o menos contemporáneo de filosofía de la ciencia, v.g. el de Bunge o el de Diaz/Moulines que cito en la bibliografía). Corrales y Ramirez están de acuerdo con este contra-argumento (83-84).
[2] Debo aclarar que ninguno de esos comentarios fue compartido por el profesor Guillermo Coronado, ni por David Sánchez. Corrales y Ramírez no señalaron con claridad su posición con respecto a varios de estos puntos.
[3] Existen otros problemas otros problemas semánticos de los que se ocupa la metodología de la ciencia.  
[4] La característica de intersubjetividad como requisito de los criterios de legitimación de las tesis es muy importante para la argumentación crítica. Lo contrario a los criterios intersubjetivos es la confianza subjetiva.
[5] Esta idea es también afirmada por Ramírez y Corrales en su tesis: “Sin embargo para Popper el poder explicativo de la teoría de la evolución es pobre, tal y como se ha dicho, tomando como punto de partida la adaptación, así como igualando explicación a poder predictivo” (77).
[6] Un ámbito interesante para mostrar este punto es la historia. Sobra decir que historiadores como Koyré, Gombrich y el propio profesor de la UCR, Luis Diego Cascante, infieren implicaciones contrastadoras de sus conjeturas históricas, mismas que puede ser en cierto sentido falsadas.
[7] Ni que decir de otros criterios fundamentales para la filosofía que Popper practicó (aunque no sólo él), v.g. la formulación lógicamente precisa de los problemas y  de las soluciones. Sobre esto, puede revisarse Contra las grandes palabras precisamente de Popper.
[8] También sugiero revisar otras obras además de la Lógica de la investigación científica de Popper si lo que se pretende  es comprender el racionalismo crítico como meta-teoría. 



martes, 22 de julio de 2014

Intercambio epistolar con Enrique Pedro Haba: sobre varios asuntos epistemológicos y pragmáticos que se presentan en la razón práctica

                                                            Alejandro Guevara Arroyo





Nota introductoria. El siguiente intercambio entre el profesor Enrique Pedro Haba y mi persona se llevó a cabo en los meses siguientes a la publicación de mi artículo “Tres formas de discutir la fecundación in vitro” en el Semanario Universidad de la UCR (el 5 de diciembre del 2012) y copiado en este blog el día 23 de febrero del 2014. Más allá de lo discutido en dicho artículo, en el presente intercambio se desarrollan algunas cuestiones interesantes sobre la forma de discutir y las posibilidad de la racionalidad en ese ámbito temáticamente variopinto, comunmente llamado por los filósofos razón práctica.



(I)                 Estimado Alejandro:


  He leído con mucho interés su artículo. Desde luego, estoy de acuerdo con la distinción que Vd. hace entre las tres formas de "aproximación" allí señaladas. Sin embargo, me parece que Vd. se saltea una cuestión decisiva en  cuanto a la tercera de ellas. Para que esta pueda aplicarse, o sea, hacer entrar a jugar la racionalidad con arreglo a FINES, el pre-supuesto es que haya ACUERDO sobre tales fines; acuerdo que, por lo demás, no ha de ser sólo sobre el sonido de unas palabras (ej.: "dignidad", "libertad", "democracia", etc.), sino que estas mismas sean de interpretación ÚNÍVOCA en el círculo de los locutores considerados. Ahora bien, como tal acuerdo es algo que, justamente, FALTA POR SU BASE en la discusión sobre la FIV, lo cierto es que esta no puede ser sometida a una racionalidad instrumental que alcance a los DOS grandes bandos de opinantes; en el mejor de los casos, miembros de un bando pueden usar ceñidamente la racionalidad instrumental para arribar ni más ni menos que a conclusiones CONTRARIAS a aquellas a las cuales por su parte llegaron, no menos ceñidamente instrumentales, miembros del bando de enfrente.

Cordiales saludos,

    Pedro Haba



(II)    Don Pedro:        



Saludos. Su comentario crítico me parece pertinente. No obstante, me gustaría introducir algunas distinciones mediante las cuales precisar en qué sentido la crítica es pertinente para la propuesta de la vía de discusión tecnológico-social. Esto me permitirá comentar algunas cuestiones que se quedaron por fuera en el ensayo original.

i. Lo primero es que el texto pretendía tanto describir tres formas de discusión como valorarlas.

ii.                      Precisamente, propongo lo de la aproximación tecnológico social en tanto considero esta forma de discusión deseable. Ahora, ¿qué hace deseable a esta forma de discusión?

(a)                  En primer lugar, esta es una forma más racional de discutir sobre la idoneidad de reformas jurídicas. Lo que, en este caso, quiere decir que es intersubjetivamente más crítica, no presupone teorías falsas sobre la realidad y no utiliza formas de argumentación falaces. 

(b)                 Por otro lado, permite llegar a acuerdo entre partes que discuten sobre estas cuestiones y que se encontraban en desacuerdo, debido a aspectos secundarios (ocasionados muchas veces, por las otras dos formas de discusión).

iii.                    Su precisión o comentario crítico, señala que he obviado un problema clave: si no hay acuerdo sobre los fines, tampoco lo hay sobre los medios. Este es el caso con los dos grandes bandos en la discusión sobre la regulación de la FIV en Costa Rica. Por tanto, no puede darse un acuerdo, aunque llevemos la discusión por la vía tecnológico-social.

iv.                    Como ya dije, estoy de acuerdo. Aún si los dos bandos en la discusión actual sobre la FIV estuvieran dispuestos a discutir bajo los término tecnológico sociales (y esto ya es mucho pedir), el acuerdo sería probablemente inalcanzable, dado los fines contrarios que se defienden en cada lado.

Este es, claro está, el límite de utilidad de la vía tecnológico-social para solucionar desacuerdos de esta clase. No se me ocurre solución aceptable a esta dificultad (quiero decir: hay soluciones, pero me parecen indeseables; v.g.: proponer una forma de discusión que presuponga una meta-ética objetivista esencialista -y que por tanto sea dogmatizante- sería inaceptable).

Aún así, creo que la vía tecnológico-social permite llegar a acuerdos justificados entre quienes sí defienden los mismos fines y limar desacuerdos ocasionados por aspectos secundarios.

Asimismo, -como ya dije en el breve artículo- esta vía permite explicitar los valores en juego, que es lo que realmente está en discusión (y no los significados del término vida o si la Sala Const. dijo a o b).

Finalmente, con lo aceptado hasta aquí, cabe agregar que la vía de discusión tecnológico-social no pierde el valor señalado en (a). Y me parece que esto no es del todo trivial. Al fin y al cabo, propuestas dogmatizantes serian más eficientes en llegar a acuerdos, pero deben descartarse, también por ser inadecuadas en ese aspecto (a).

Se despide,

Alejandro Guevara Arroyo



(III)         Estimado Alejandro:



         Si bien estoy de acuerdo, ¡yo!, con sus observaciones, empero tampoco hay que olvidar lo siguiente, a propósito del punto ii(a) señalado por Vd.: lo de "intersubjetivamente", "teorías falsas sobre la realidad" y "formas de argumentación falaces", no son nociones que, en sus aplicaciones ESPECÍFICAS, cada una de dichas nociones estén en situación de tener como referente conocimientos que sean INTERSUBJETIVOS sin más, para CUALQUIERA, en las controversias REALES. No existen uno o más criterios capaces de funcionar a título de tertium comparacionis interpretable IGUALMENTE y aceptable IGUALMENTE para todo el mundo. En definitiva, cada uno de nosotros no puede ir más allá, en cada momento, de lo que él mismo esté convencido (por la socialización intelectual recibida u otros factores) de tener como EVIDENTE en última instancia.

         Reconocer eso, no significa suscribir necesariamente un escepticismo absoluto en materia cognitiva, sino simplemente reconocer que así son las cosas de hecho: ¡no existe medio alguno para CONVENCER a todo el mundo! (salvo para cosas vistas como obvias o verificables por medios que nadie ponga en duda). Solo que, el hecho de no poder "convencer" no tiene por qué llevarnos a la conclusión (¡y, de hecho, nadie la tiene sinceramente!) de que aquello en que creemos no es cierto, ni mucho menos DEMUESTRA que no pueda serlo. Lo queramos o no, no podemos menos que CONFIAR en lo que tenemos por "evidente", mientras se nos presente como TAL. Lo más que vez podamos alcanzar, algunos (¡no, por cierto, la generalidad de la gente!), es tomar conciencia de nuestros propios AXIOMAS, en relación con tales o cuales asuntos, y discutir con base en esos axiomas con quienes los compartan bastante. En definitiva, no podemos escapar de la siguiente tautología: para aceptar su ii(a), hay que estar de acuerdo con ii(a). O, dicho de otra manera: no podemos dialogar, transparentemente, sino cuando ya estamos de acuerdo sobre mucho más que aquello sobre lo cual estamos discrepando en ese momento.



         Cordialmente,

Pedro Haba



(IV)  Don Pedro:



Saludos. Me parece que estoy acuerdo con usted. No obstante, introduciré algunas consideraciones, que permitirán expresar con mayor exactitud en qué estoy de acuerdo.

(i)                    Si el problema que se está tratando es: ¿Por qué y cómo las personas encuentran deseable una propuesta como la presentada en el texto original o las consecuencias de su uso? o incluso ¿por qué las personas aprueban una propuesta (problemas que no son exactamente equivalente)? entonces, encuentro sus comentarios de lo más pertinentes.

 Como respuesta a estas cuestiones, debemos reconocer que no existe medio o argumentación que convenza a todos de la deseabilidad de una propuesta. Y sin duda, en esta cuestión sociológica, no podemos sino reconocer que cada quien parte de supuestos –con suerte conscientes, pero las más de las veces inconscientes- que determinan si aceptamos o no una propuesta como la discutida originalmente o las soluciones que mediante ella se puede alcanzar. Igualmente, es indudable que ésta afirmación es cierta también de nosotros mismos. Finalmente, podría agregar que atenerse en la argumentación a estándares de racionalidad, es más bien una buena estrategia para que a uno no le hagan mucho caso en la vida diaria.

De forma que aquí concuerdo (aunque no sin ciertas precisiones que me ahorraré) con un relativismo sociológico sobre los medios para alcanzar acuerdos. En síntesis, estoy muy de acuerdo con que “no podemos dialogar, transparentemente, sino cuando ya estamos de acuerdo sobre mucho más que aquello sobre lo cual estamos discrepando en ese momento”.

(ii)                  Si lo que estamos discutiendo es: ¿por qué es deseable una propuesta? o incluso, en la discusión original, ¿por qué es deseable una cierta postura sobre la regulación de la FIV? Entonces, la cuestión discutida es diferente. Ya no estamos aquí en una cuestión sociológica, sino en una discusión axiológica (en sentido amplio). Ya no estamos problematizando sobre propiedades de las personas y su relación con sus creaciones intelectuales, sino más bien, sobre propiedades y relaciones de cierto tipo, que existen en las propias creaciones (i.e. teorías, propuestas, valoraciones, etc.).

Y claro, como para responder a esta cuestión debemos presuponer un punto de partida, podemos considerar que el valor epistémico muy fundamental para constructos intelectuales (incluida la propuesta de discusión tecnológico-social) es el de racionalidad crítica (NB: sé que estos son términos que requerirían una amplia definición, pero por razones evidentes me la ahorro).

Así, si consideramos que este es el presupuesto axiológico fundamental, tendremos como respuesta al segundo problema: tanto nuestras propuestas (ellas mismas) como las consecuencias de su uso, deben permitir la crítica intersubjetiva (como señala el principio de falibilismo criticista y consecuente de ALBERT), ser inferencialmente válidas, no presuponer teorías falsas de la realidad (por supuesto, estas mismas deben estar sometidas a la crítica constante), entre otros.

Agradecido por la atención y el interés; se despide,

Alejandro Guevara Arroyo



(V)               Estimado Alejandro:


        
Me refiero en especial a la segunda parte de su mensaje. Si bien la distinción que Vd. efectúa entre el "por qué" sociológico y el "por qué" axiológico es correcta analíticamente, no me parece que eso cambie mayormente las cosas en cuanto al punto clave: en AMBOS niveles es requisito sine qua non estar de acuerdo sobre unas BASES de pensamiento, sean estas cuales fueren, para poder entenderse sobre un asunto. Vd. mismo lo dice: "...PODEMOS considerar que el valor epistémico muy fundamental... SI consideramos que este es el presupuesto axiológico fundamental..." (énfasis míos). Pues bien, claro que "podemos" considerarlo así... ¡pero no menos verdad es que también "podemos", conscientemente o no, ¡NO "considerarlo" así! Más aún: hasta podemos “considerarlo”, sí, de esta manera en abstracto, pero llegar a razonar de maneras contradictorias con ello, o que parezcan contradictorias en tal sentido a unos y a otros no; todo esto recurriendo, por lo demás, tanto a las incertidumbres del lenguaje y en general a los "ruidos" de la comunicación, como también a los márgenes de error posibles en el conocimiento empírico.



         Lo que quiero decir es que, de todas maneras, y tanto da si el "por qué" en cuestión lo ubiquemos en el plano empírico-sociológico o en el lógico-axiológico, cada quien sólo "cree" lo que "cree"; pero toda creencia básica, sea en el orden que fuere, incluso el METODOLÓGICO, no "funciona" mentalmente sino para quienes, valga la redundancia, EFECTIVAMENTE "creen" en esta misma y según la "vean" ellos mismos. De ahí que, querámoslo o no, tampoco la afirmación suya siguiente escapa a tal destino: "Para ser deseables, tanto nuestras propuestas (ellas mismas) como las consecuencias de su uso, DEBEN permitir..." (énfasis míos). Pues bien, tTanto da que a esa condición de "desables" y de "deben" la ubique ya sea en plano sociológico o axiológico o metodológico, o de cualquier otra manera, aquella VALE    ̶ya sea sociologicamente, axiológicamente o metodológicamente, etc. ̶ nada más que para quienes (como Vd. y yo) CREAMOS en ella misma.



         Saludos,

Pedro Haba







(VI) Don Pedro:



Saludos. Sobre lo que usted dice: En buena medida sigo estando de acuerdo y creo que mis comentarios son complementarios. En lo que quiero poner énfasis es en lo siguiente: se evita el relativismo epistemológico, asumiendo un racionalismo como un valor fundamental de constructos intelectuales (no de acciones o pensamientos en sentido subjetivo). Esto es, en tanto asumamos que la crítica y la justificación son deseables en todo constructo intelectual –incluidos los constructos meta-metodológicos (de forma que este es un valor meta-teórico)-, se sigue entonces que ciertas ideas, ciertos razonamientos y ciertas teorías son correctas y otras no lo son. Y esto es así (tiene sentido hablar de correcto/incorrecto), aún cuando el sujeto epistémico no lo crea así. Caso contrario, ‘correcto/incorrecto’  tienen un significado diferente. Sólo así podemos decir con sentido que es correcto un enunciado descriptivo como “cada quien sólo "cree" lo que "cree"; pero toda creencia básica, sea en el orden que fuere, […] no "funciona" mentalmente sino para quienes, valga la redundancia, EFECTIVAMENTE "creen" en esta misma y según la "vean" ellos mismos” (tomada de su epístola previa).

Me parece que esta es la diferencia entre un racionalismo como valor aplicado a constructos intelectuales (al estilo Albert) y un racionalismo psicologista (propio de la filosofía moderna y de personajes como Rawls).

Claro, podría negarse tal valor. Podría negarse que la racionalidad sea un valor de los constructos intelectuales. No hay nada ‘externo’ que obligue al sujeto cognoscente para no ser un irracionalista y/o un dogmático (aquí estoy en contra de lo que pensaba Popper). Pero, precisamente, ese sería el valor epistémico fundamental (i.e. dogmatismo, intuicionismo…) que se asume como más valioso y debe ser denunciado como tal.

Por cierto, no pierdo la oportunidad de señalar –mediante un breve excurso- una cierta generalización con la que no estoy de acuerdo. Es la siguiente: si bien no creo que exista un medio no-subjetivo para  determinar el valor fundamental propio de todos los constructos intelectuales (i.e. esta cuestión semántica está abandonada a la irracionalidad), no creo que esto sea cierto sobre otras cuestiones ‘fundamentales’, por ejemplo, las ontológicas. V.g. un realismo crítico es correcto racionalmente (en atención a razones) frente a una idealismo a la Hegel, aún cuando el sujeto epistémico vaya en contra de la solución correcta.

En fin, creo que la diferencia principal entre la posición que usted expone y lo que yo intento sugerir es la siguiente: usted refiere a los aspectos pragmáticos de los conflictos intelectuales (creo incluso que es correcta su posición sobre estas cuestiones pragmáticas) y yo a aspectos semánticos (i.e. relaciones entre sentidos y referentes de términos y proposiciones) de la meta-metodología de los constructos intelectuales. Estoy en consciencia que estos últimos problemas y soluciones son de escasísima utilidad para las cuestiones prácticas. Aunque –por cierto- psicológicamente, pueden permitir justificar un racionalismo crítico frente a formas ingenuas de escepticismo posmoderno.

Muy agradecido por su atención e interés; se despide,



Alejandro Guevara Arroyo





(VII)     Estimado Alejandro:


         Me concentraré sobre todo en la siguiente frase suya, pues me parece (¿estoy equivocado?) que sintetiza la idea clave de la posición sustentada por Vd.: "se puede evitar el relativismo epistemológico, ASUMIENDO UN racionalismo como un valor fundamental de constructos intelectuales (NO de acciones o pensamientos en sentido subjetivo)" [los énfasis mediante mayúsculas y subrayados van por mi cuenta]. He aquí mis reparos básicos al respecto (siempre y cuando no se trate, de parte suya, simplemente de una manera de expresarse que me provoca estas dudas):


         1) Sí, eso puede uno "asumirlo", ¡o no! Ahora bien, aun cuando Vd. se da cuenta de este "o no", tengo la impresión de que en  cambio no saca todas las CONSECUENCIAS que tal posibilidad comporta aun en el plano meramente lógico (tomo esta última palabra en un sentido amplio), esto es: ¡también en cuanto al plano INTELECTUAL mismo! (aun dejando aparte toda pregunta sobre efectos pragmáticos). Esa impresión mía se basa en lo que paso a señalarle en los números siguientes.

         2) Lo que así se "asume", como bien dice usted, es UN "racionalismo". Sólo que, al parecer, Vd. no lleva hasta el final las consecuencias INTELECTIVAS de admitir que, si ello se aplica sólo a "un" modo de entender esa palabra o su base el término "racional", entonces no puede tratarse de EL "racionalismo", sin más; también puede haber (¡y de hecho hay!) OTRAS maneras de entender la misma palabra. Claro que cada quien puede elegir   ̶también Vd., también yo (acaso en acuerdo con Vd.)  ̶  el significado, ¡o la AMBIGÚEDAD de significado!, que prefiera. ¿Cree Vd. que la Teología, por ejemplo, no se entiende como plenamente "racional" a sí misma?

         Ahora bien, salvo que Vd. sea víctima del naturalismo lingüistico (¡yo creo que no!), no veo qué podría ganar con decir que la VERDADERA "racionalidad" es lo que Vd. (y quienes piensen como Vd.) vayan a entender bajo esa palabra, ya sea en general o en cada aplicación de ella, pero que NO lo es aquello que califiquen como "racional" OTROS. Y si no es esto último lo que piensa, me parece que convendría dejarlo bien francamente aclarado, esto es: reconocer que Vd. o yo, como en cualquier otra dirección de pensamiento, ELIGE (al menos implícitamente) en QUÉ "cree" BÁSICAMENTE. Es así en cuanto a eso, como a muchas otras cosas. [Esto último sin perjuicio de lo que señalaré más abajo: No. 4.]

Lo más lejos a que podemos llegar en nuestro afán de "objetividad" es a explicitar nuestras BASES intelectuales y algunas pautas de pensamiento integradas con aquellas. Tenga o no tenga ello unas consecuencias prácticas, esa necesidad de OPTAR no se da sólo para realizar o no realizar comportamientos en interrelaciones sociales, sino también en el PROPIO plano INTELECTUAL. De ahí que también toda opción básica en ESTE plano es, y no veo cómo podría no ser, una DECISIÓN que por lo menos en partes (¡decisivas!) emana de nuestra vida emocional. ¡En esta decisión MISMA no hay ninguna otra "objetividad" que la calificación retórico-PERSUASIVA de llamarle así aun a aquella misma! Por lo demás, no sólo es así en cuanto a lo "puramente" (por decir así) básico, sino también en cuanto a las pautas de inferencia (por lo general más implícitas que explicitas) con que solemos aplicar dichas bases.

  Nos guste o no nos guste, no tenemos otra posibilidad   ̶¡si no hemos de autoengañarnos halagándoNOS con ciertas palabras prestigiosas ("racionalidad", "objetividad", etc.) ̶ que ASUMIR que somos nosotros MISMOS quienes le asignamos el rango de "verdad" a esto o aquello; esta asignación puede corresponder ya sea a círculos más amplios o más restringidos de intersubjetidad. Eso sí: cuando digo asignaMOS, no sostengo que no podamos acertar, en cuanto a la relación entre lo que creemos y un "es" que de alguna manera sea independiente (hasta cierto punto) de nuestro propio pensamiento; solo que no hay ninguna manera de "probarlo" que pueda estar MÁS ALLÁ de nuestras propias PRE-suposiciones al respecto.

YO estoy PLENAMENTE convencido de que acierto ("verdad") sobre tales relaciones en mis afirmaciones, y por cierto no veo ninguna IMPOSIBILIDAD en cuanto a que sea así (como tampoco la ven en creer lo contrario otros); pero solo Dios podría fallar sobre si mis convicciones, por más plenas o "metodológicamente" fundamentadas que estén (según los métodos en que creo), son tan acertadas como yo estoy convencido de que sí lo son. En esto, como en tantas otras cosas, uno no tiene más remedio que APOSTAR a sus propias convicciones, ¿por qué no?. ¡Pero creo que es ser la mar de iluso imaginarse que la apuesta de uno está garantizada intelectualmente porque a ese "número" al que apostamos se le ponga etiquetas como "razonable" u "objetivo" (sea cual fuere el sentido en que las use)!

3)                     También los "constructos intelectuales" son SUBJETIVOS: ¿cómo podrían no serlo, si son el producto de mentes humanas? En todo caso, puede ser aplicable también con respecto a estos lo que señalé en el número anterior, en cuanto a que tal vez puedan "acertar" tales o cuales de ellos. El hecho de que unos u otros de tales "constructos" sean más o sean menos INTER-subjetivos puede constituir una garantía (o aunque sea un poquito de "garantía") si pensamos (así solemos hacerlo), que el hecho de compartir con otros (a quienes creemos dignos de crédito) tales o cuales creencias   ̶sea sobre lo que fuere, incluso en cuanto a afirmaciones avaladas por las ciencias "duras" ̶  nos resulta convincente a NOSOTROS (i.e., para las gentes que integran el círculo de intersubjetividad correspondiente).



         Mas abajo, Vd. efectúa esta precisión: "Claro, podría negarse tal valor. Podría negarse que la racionalidad sea un valor deseable de los constructos intelectuales. No hay nada ‘externo’ que obligue al sujeto cognoscente para no ser un irracionalista y/o un dogmático (contra lo que pensaba Popper). Pero, precisamente, ese sería el VALOR epistémico fundamental (i.e. dogmatismo, intuicionismo…) que se asume como más valioso y debe ser denunciado como tal" (énfasis míos).

         4) A mi juicio, Vd. comete ahí el error de pensar que TODO ello, en cuanto a la posibilidad de ELEGIR, es esencialmente una cuestión de VALOR. O sea, COMO SI alguien ELIGIERA (tanto da si consciente o inconscientemente) ser "un IRracionalista y/o un dogmático"; o sea, escogiendo esto  ̶"(i.e.: dogmatismo, intuicionismo…)" ̶  como "el valor epistémico fundamental... más VALIOSO...".

         Ese supuesto "NEGARSE [a] que la racionalidad sea un valor deseable de los constructos intelectuales", si bien existe por parte de algunas corrientes filosóficas (ej., Nietzsche), en la práctica no suele aparecer en las controversias "vivientes". Nuevamente ha caído Vd., al parecer, en los brazos del naturalismo lingüístico, esto es: imaginarse que para términos como "irracionalista" o "dogmático" hay una sola acepción posible, o en todo caso que solo UNA de las usadas en la práctica lingüística es LA "correcta"; y desde luego, esta última necesita ser ni más ni menos que AQUELLA que tiene USTED (y también yo) in mente al utilizar esas palabras.

         No, ¡ahí no hay ninguna DECISIÓN (i.e., voluntarismo) al respecto! Lo que pasa, es que unos CREEN en que "racional" son tales o cuales tipos de pensamientos, mientras otros no les reconocen a estos últimos semejante condición. No es que haya, por lo general, quienes piensen más o menos así: "Sí, reconozco que soy 'un irracionalista y/o un dogmático'; pero considero que es 'más VALIOSO' pensar así y, por tanto, tomo la RESOLUCIÓN de que me importa 'dos pepinos' qué sea o no sea 'racional'; yo resuelvo aceptar 'dogmáticamente' lo que se me antoje o lo que diga Fulano de Tal, nada me importa si este último lo haga con o sin 'razón'... ".

         ¡No, no no... eso NO FUNCIONA así! No se trata SIMPLEMENTE de un asunto de decisiones VALORATIVAS, sino antes que nada y por encima de todo es una cuestión de CREENCIAS en que tales o cuales cosas son "verdad". El juicio de valor viene anejo a esas creencias, no suele ocurrir que dicha valoración no esté vinculada INDISOLUBLEMENTE   ̶en la mente de quien piensa así ̶  a las creencias por él pre-supuestas. Puesto en las categorías señaladas por Ross al referirse a los tipos de acuerdos y desacuerdos, se trata ahí de un desacuerdo DOBLE: uno de CREENCIAS, sobre las cuales se apoyan las que son de ACTITUDES (valoraciones) al respecto.


         5) Otros ejemplos de naturalismo lingüístico: según usted, hay también "...cuestiones ‘fundamentales’, por ejemplo, las ontológicas. V.g. un realismo crítico es correcto racionalmente (en atención a razones) frente a un idealismo a la Hegel, aún cuando el sujeto epistémico vaya en contra de LA solución correcta" (mayúscula y subrayados míos)". Si los términos que he enfatizado por mi cuenta no son tomados en el sentido de la Superstición del ÚNICO significado VERDADERO, no veo cómo puedan invocarse de la manera en que (¿no "dogmática"?) lo hace usted.


         6) Concluye Vd.: "En fin, creo que la diferencia principal entre la posición que usted [yo] expone y lo que yo [usted] intento  ̶  ̶difusamente ̶ sugerir es la siguiente: usted [yo] refiere a los aspectos pragmáticos de los conflictos intelectuales (creo incluso que es correcta su posición sobre estas cuestiones pragmáticas) y yo a aspectos semánticos (i.e. relaciones entre sentidos y referentes de términos y proposiciones)..." (subrayados míos).

Pues no, ¡fíjese que NO es así! Tal vez en mis contestaciones anteriores no hice EXPRESAMENTE la distinción entre esos dos niveles, pues entiendo que en lo principal lo señalado por mí se aplica a AMBOS. Pero verá Vd. que en los presentes comentarios me he concentrado exclusivamente en la cuestión, precisamente, de los "SENTIDOS y referentes de TÉRMINOS y PROPOSICIONES" que tienen formulaciones como las presentadas por usted mismo. Para decirlo de la manera más sintética posible, Vd. es víctima ahí de dos grandes tipos de confusiones: a) naturalismo lingüístico (con respecto a términos como "racional", etc.); b) pasar por encima de que las valoraciones (actitudes) se basan en creencias.



Cordialmente,

 Pedro Haba