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domingo, 27 de mayo de 2018

Dos concepciones sobre el antagonismo social: la concepción analítico-explicativa y la concepción pastoral-misionera

Alejandro Guevara Arroyo

1.      La siguiente es una clasificación que presenta de forma idealizada dos tesis (ideal en el sentido weberiano). Quiere decir que su función teórica es comparativa: permite determinar la proximidad o lejanía de dichas clases ideales con las tesis realmente defendidas. Ocasionalmente, se puede mostrar algunos ejemplos muy próximos a dichos ideales.  
2.           Propongo que podemos distinguir entre dos clases de tesis sobre el conflicto social (en especial, sobre el conflicto político y axiológico): (i) la tesis explicativa del antagonismo social y (ii) la tesis reducida del antagonismo social. Prestaré especial atención a una de las versiones de esta última, que llamaré tesis antagonista pastoral y misionera. Sin embargo, antes de enunciar sus diferencias, presentemos lo que las une: ambas son tesis que afirman la existencia constante de conflictos (incluidos los políticos y morales) en las sociedades humanas (en especial  en las pluralistas). Al tiempo, ambas ponen ‘énfasis’ en la importancia de dicha clase de conflictos. Veremos, sin embargo, que lo que quiere decir esto para dichas tesis es muy diferente.
3.           La primera tesis afirma que toda sociedad pluralista es un conjunto en que se da necesariamente la presencia constante e ineludible de conflictos entre los individuos y grupos humanos que la conforman, debido a sus diversas y alternativas concepciones de mundo, de cómo debe vivirse como individuo y como grupo y de cómo debe llevarse la vida social (en general). Los conflictos son de múltiples clases y corren en variadas direcciones. Aquí se incluyen, indudablemente, aquellos conflictos que se pueden denominar políticos (pero que no deberíamos reducir a conflictos partidarios). Se tratan de clases de conflictos que siempre reaparecerán. Incluso los hay que no podrán propiamente ser resueltos (o solo parcialmente). 
Suponiendo esta tesis, emergen multitud de problemas explicativos y descriptivos importantes: cómo funcionan y por qué surgen tales o cuales clases de conflictos y por qué aparecen ciertos conflictos particulares; qué agentes y grupos participan en los conflictos (de tales o cuales clases); cuáles clases de conflictos son característicos de tales o cuales sociedades o de las sociedades pluralistas frente a comunidades más compactas o frente a las asociaciones humanas, entre muchos otros. 
 Se trata de una tesis que pretende sustentar o ser parte de un análisis social detallado en especial de sociedades pluralistas contemporáneas. Permite el uso de instrumentos de análisis y de contrastación crítica para la explicación social (v.g. la construcción de mecanismos explicativos –al decir de Elster-)[1]. Igualmente, es una tesis compatible con otras tesis que describen las relaciones sociales de coordinación y cooperación social. Que todas ideas pueden ser compatibles es evidente, pues los hechos sociales per se no pueden ser contradictorios. De forma que afirmar que en una sociedad contemporánea existen necesariamente diversidad de clases de conflictos (incluidos los políticos y axiológicos) que afectan diversos niveles de la vida social, no es incompatible con la afirmación de que en toda sociedad existen (y pueden existir) diversidad de clases de procesos de coordinación y cooperación que se dan en diversos niveles de la vida social (incluso el político y el axiológico).
En efecto, considero que la cooperación y coordinación (inclusive para resolver cuestiones que podríamos denominar morales y políticas) entre individuos y grupos, son clases de procesos sociales constantes e invariantes en todas las sociedades humanas, incluso las más complejas. Verbigracia: mediante complejos procesos de generación de normas, estrategias de acción y de sentimientos morales –Hume-, se conforman procesos de interrelaciones mediante los que se solucionan a su vez distintos problemas humanos, por ejemplo, los problemas de acción colectiva –que puede ser política-. Por lo demás, no parece plausible suponer que la especie humana hubiera sobrevivido como especie social sin la necesaria presencia constante de tales comportamientos y –por ende- de mecanismos comportamentales de cooperación y coordinación comunitaria o asociativa (justamente, múltiples investigaciones de antropología biológica, psicología evolutiva, neurología y paleontología parecen sustentar la presencia invariante de dichos comportamientos y mecanismos fundamentales en nuestra especie).
La incompatibilidad entre estas tesis se podría dar si declaramos algún tipo de primacía de uno de esos ámbitos del acaecer social sobre el otro. Por ejemplo: si declaramos que un ámbito es la esencia ontológica de la sociedad y el otro una apariencia. Esta afirmación es incompatible con aquella que afirma que la relación de primacía ontológica es la inversa. Pero cualquier que no suponga esta clase de ontologías sociales podrá salir fácilmente de la supuesta incompatibilidad entre dichas tesis.
Por otro lado, la tesis descrita también puede ser compatible con tesis o propuestas político-normativas que responden cómo se puede llegar a acuerdos políticos (u otros tipos de acuerdos), aunque conlleva limitaciones a propuestas normativas utópicas. En efecto, porque el hecho de que existan ineludiblemente multitud de conflictos en diversos niveles de la sociedad, no es contradictorio con la tesis normativa de que algunos de esos conflictos deberían encausarse mediante tales o cuales clases de acuerdos (v.g. mediante instituciones desarrolladas para tales efectos).
La tesis presentada hasta aquí es supuesta por multitud de teóricos sociales y filósofos y no supone necesariamente una concepción o programa político específico. En el ámbito de la ius-filosofía, es un supuesto frecuente (aunque no exclusivo) en las teorizaciones de los ius-realistas.
Por ejemplo, véase este extracto:
“This is so [(the realization that we shall always live in an imperfect society)], not only because even very good people are imperfect; nor is it because, obviously, we often make mistakes because we do not know enough. Even more important than either of these reasons is the fact that there always exist irresolvable clashes of values: there are many moral problems which are insoluble because moral principles may conflict.
 There can be no human society without conflict: such a society would be a society not of friends but of ants. Even if it were attainable, there are human values of the greatest importance which would be destroyed by its attainment, and which therefore should prevent us from attempting to bring it about.”― Karl R. Popper, Unended Quest: An Intellectual Autobiography, cap. 24, 133.
4.           La segunda concepción o tesis que comentaré consiste en la afirmación de que la ‘estructura’ social es prioritaria y necesariamente una clase más reducida de conflictos.
Es el caso de la tesis ontológica –aparentemente defendida por algunas concepciones- según la cual en toda sociedad se da siempre y necesariamente un conflicto entre hegemonías y contra-hegemonías o, al menos, de constante persecución del poder político hegemónico entre grupos inconciliables. En estos conflictos, unos intentan imponerse a otros. Aunque los conflictos pueden ser de varios tipos, todos terminan (o han terminar) encausados (o tienden a ello) en dicho proceso binario. En las siguientes líneas prestaré atención básicamente a esta idea.
Quizás la razón para no tratar clases de conflictos diversos (inclusive políticos y axiológicos) al que surge de la persecución del poder hegemónico, es la misma por la cual esta tesis es incompatible con la afirmación (descriptiva) de que existe coordinación y cooperación social, así como con las tesis (político-normativas) que promueven que las fuerzas políticas lleguen a acuerdos. Se trata de lo siguiente: esta es una tesis simultáneamente ontológica y político-normativa, especialmente dirigida para justificar la agencia de cierto poder político y de cierta clase de programas políticos estatales. Eso sí, es mi opinión que tiende a disimular la complejidad social. Más adelante se profundizará en estos asuntos.
Un ejemplo de asunción de esta tesis pareciera encontrarse en Chantal Mouffe[2] y su obra Agonística, quien presenta como parte necesaria de su concepción antagonista: “[Existen] dos polos del antagonismo [que] no pertenecen al mismo espacio de representación y son esencialmente heterogéneos entre sí. Y es a partir de esta heterogeneidad irreductible que ellos surgen. […] Siempre va a haber una lucha entre proyectos hegemónicos en conflicto que buscan presentar sus visiones del bien común como la encarnación "verdadera" de lo universal” (88). Estas ideas –según la filósofa- conforman una nueva ontología sobre lo político llamada de ‘negatividad radical’ (87).
Incluye al menos dos diferencias claves con la tesis explicativa y de análisis social antagonista: (i) antepone una ontología en la cual la esencia social (o al menos de lo político) está conformada por una clase específica f de relaciones. Se trata de las relaciones de conflictos. El conjunto h conformado por todas las clases diversas de relaciones son apariencias o de alguna forma son no-estructurales. No sé con precisión cuáles son las implicaciones ontológicas para la existencia de la sociedad que la pensadora da a esta tesis, pero es de suponer que considera que sin f no existiría entidad sociedad, mientras que sí podría existir sin h (v.g. sin cooperación o coordinación). (ii) En segundo lugar, se circunscribe los integrantes de f a un sub-conjunto f1: las relaciones de conflicto para obtener el poder hegemónico. Nuevamente, es plausible suponer que esto implica que las otras clases de conflictos (incluidos muchos conflictos políticos) podrían no existir sin afectar la existencia social.
Asumir estas circunscripciones parece poco útil para brindar explicaciones de muchas dinámicas sociales reales que suceden en las sociedades pluralistas contemporáneas. Pero entonces, ¿por qué preferir esta concepción frente a lo que es fenoménicamente evidente y a pesar que va en contra de la multiplicidad de conocimientos sólidamente sustentados provenientes de variopintos ámbitos de investigación científica de las especie humana? La respuesta –o al menos una parte- quizás vaya en la siguiente dirección. Conjeturo que –según la concepción que estamos presentando de forma simplificada- los criterios para preferir esta tesis no son su potencia explicativa, sino su funcionalidad para justificar cierto programa político-Estatal y cierta agencia para obtener el poder político-Estatal.
Es posible que no sea este el sentido de la primacía ontológica que esta tesis antagonista afirma sobre otras clases de conflictos políticos y sobre otras relaciones políticas y morales no conflictivas. Puede que la ‘negatividad radical’ no sea incompatible con la existencia constante y necesaria de otras clases de conflictos (incluidos todos los políticos y axiológicos que deja de lado) y de otras clases de relaciones sociales no conflictivas (incluidas muchas relaciones políticas y axiológicas). Sin embargo, no es sencillo establecer entonces en qué consiste su incompatibilidad. Quizás lo que la tesis afirma es que todas las relaciones políticas deberían ser prioritariamente así y que la acción política debe ser sólo ésta (y no entretenerse, por ejemplo, en buscar acuerdos o tratando conflictos políticos que no busquen el poder hegemónico). Empero, en tal caso, ya no se trataría del todo de una tesis ontológica, sino plenamente político-normativa.
Supongamos, sin embargo, que se trata de una tesis ontológica de algún tipo. Nuevamente, cabe preguntarse: ¿por qué preferirla frente a una tesis más amplia y que parece explicativamente más fértil? Creo que la respuesta a este asunto estriba en que los defensores de esta tesis normalmente asumen otros criterios para sustentar la idoneidad de las teorías y concepciones sobre lo social. Procedo a continuación a presentar cuáles son los criterios que creo que asume esta concepción y que dan respuesta a este asunto. Tienen que ver con los dos adjetivos con que la he calificado –con algo de ironía y humor-: los de pastoral y misionera.
La he llamado misionera, utilizando el feliz adjetivo ideado por el ius-realista uruguayo Enrique Pedro Haba. He utilizado este adjetivo, pues -para justificar esta tesis (que pretende ser ontológica)- se antepone teóricamente su utilidad para justificar cierta acción política. En cambio, se deja de lado el que sea una idea adecuada en acuerdo con criterios para la sustentación de tesis descriptivas sólidas. Pastoral, pues considero que uno de los criterios –en parte encriptados- para sustentar la idoneidad de lo que se afirma, es el servir para  preconizar y promover cierta concepción normativa de la vida y de la acción política y apoyar cierto programa político. En fin: el meta-criterio para dar sustento a dicha concepción no es su potencia explicativa y su capacidad para formar parte de explicaciones que puedan superar exámenes crítico-empíricos. En cambio, el meta-criterio que parece ser asumido es el siguiente: ha de preferirse las tesis sobre lo social (o al menos, sobre la dinámica política y moral) que permitan justificar la persecución de cierto programa del uso del poder Estatal y dar sustento a cierta clase de acción política-partidaria y que sea persuasiva ante un auditorio tendiente a cierta acción política. De forma que aun cuando no aparezca directamente como política-normativa, los criterios mediante los que se justifica su idoneidad sí lo son.
5.           En síntesis:
a.           La tesis explicativa del antagonismo social afirma que en toda sociedad humana, y con mucha frecuencia en las pluralistas, se dan conflictos de diversas índoles entre individuos y grupos –incluidos conflictos políticos y morales-. Estos conflictos suceden en múltiples niveles y direcciones.
b.           La tesis explicativa del antagonismo social forma parte de los supuestos ontológico-sociales explicativamente fértiles en la teorización sobre cómo y por qué la sociedad y sus integrantes funcionan y proceden como proceden. 
c.           Consecuentemente, la propia tesis supone -como criterio para sustentar su idoneidad- que ser explicativamente potente es lo clave para preferir una tesis explicativa o descriptiva sobre otras.
d.           Por su parte, la tesis pastoral-misionera del antagonismo, afirma la presencia socio-política necesaria y primaria de una sub-clase específica de conflicto político. Es el caso de la idea ee la ‘negatividad-radial’ y la lucha por alcanzar el poder hegemónico-Estatal entre grupos humanos inconciliables. Otras clases de relaciones políticas, incluso conflictuales, son consideradas o incompatibles con dicha idea o (en algún sentido) secundarias. Igualmente, también se consideran incompatibles los programas de teoría política-normativa que propongan mecanismos para encausar al menos algunos de estos conflictos en forma de acuerdos o negociaciones.
e.           Como se ha visto, aunque se presenta como una concepción de ontología sobre cierto ámbito social, parece que se trata, en realidad:
(1)          O de una concepción de contenido político-normativo (más o menos encriptado). De ser este último el caso, ha de ser abordada directamente desde dicho ámbito, y no desde la teorización política y social que pretende brindar modelos (plausiblemente) realistas (pero siempre falibles) del mundo social;
(2)          o de una concepción con meta-criterios contrarios al rendimiento explicativo y el uso de la crítica empírica y que más bien ponen énfasis en la utilidad que las ideas han de tener para (cierta) agencia política.
[1] Al paso sea dicho: considero que debe existir posibilidad plena de crítica empírica de las propuestas explicativas y descriptivas y que esta una regla metodológica epistemológicamente valiosa y –por ello- debería estar presente en toda práctica normativa de justificación de teorías o concepciones explicativas y descriptivas.

[2] Llamo la atención que Mouffe simultáneamente defiende (o así parece) la tesis explicativa del antagonismo social. Sin embargo, creo que aquí no vienen al caso las relaciones entre ambas ideas en la concepción de la filósofa, ya sea al menos porque su mención solo pretende servir como ejemplo de la cercanía de una concepción real con la tesis ideal que se está caracterizando. Por lo demás, cabe tener en cuenta que estas concepciones parecen tener como antecedente la filosofía de Carl Schmitt.