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jueves, 3 de julio de 2014

Tycho Brahe en el Castillo de los Cielos


Alejandro Guevara Arroyo

El hombre. Una noche de mediados de 1572, un corpulento señor feudal salió al balcón de su castillo en el norte de Europa. Dirigió su mirada al cielo, como hacía frecuentemente en las noches. Pero en esa ocasión, algo captó especialmente su atención. Maravillado, anotó que cerca del cenit de Casiopea, se encontraba una nueva estrella.
 El hombre que notó este fenómeno sin precedentes llevaba por nombre Tycho Brahe. Fue un aristócrata danés que vivió entre 1546 y 1601 y dedicó su existencia a la astronomía y a la astrología (estas eran actividades casi inseparables en aquellos tiempos).
 Tycho Brahe fue de temperamento fuerte y autoritario, típico de su estatus social. En 1567, mientras se encontraba en la Universidad de Rostock, el astrónomo mantuvo una disputa sobre alguna cuestión matemática. Al no poder solucionar el asunto, reto a duelo a su contrincante matemático, con tan mala ventura que perdió la nariz en la batalla. Por ello, su cara fue adornada con una nariz de oro por el resto de su vida. Además, gustaba de realizar banquetes en los que se rodeaba de muchos comensales y comía y bebía hasta el hartazgo. Algunos rumores históricos señalan que su muerte se debió a una indigestión provocada durante uno de esos bacanales.
Sus grandes aportes astronómicos. Dos fueron los grandes aportes de Tycho Brahe a la astronomía. En primer lugar, en  una isla hizo construir un castillo dedicado exclusivamente al estudio de los cielos. Lo llamó Uraniburgo o Castillo de  los cielos. Lo proveyó con los mejores instrumentos astronómicos de su época y se rodeó de asistentes y otros astrónomos. Esta idea de un establecimiento dedicado totalmente a la astronomía era novedosa.

El segundo lugar, realizó una gran cantidad de detalladas observaciones, por medio de las cuales contrastó las teorías astronómicas de su época. Tycho Brahe compiló lo que el historiador de la ciencia costarricense Guillermo Coronado ha llamado un tesoro de observaciones astronómicas.


 Precisamente, Tycho fue el creador del mapa sideral más detallado que se haya hecho sin telescopio (este instrumento no sería inventado hasta algunas décadas después de su muerte). Además, observó, documentó e interpretó dos fenómenos de importancia revolucionaria. Por un lado, un cometa en 1577 y por el otro, la nova o estrella nueva de 1572.

Su papel en la nueva ciencia. Según el gran filósofo griego Aristóteles de Estagira (384-322 a.de C.), el cosmos está divido en varias esferas circunscritas. En la más externa se encontraban las ‘estrellas fijas’, en las intermedias los planetas o estrellas errantes y la luna. Finalmente, bajo esta  se encontraba el mundo sublunar y la Tierra. Según el Filósofo, todo lo que se encuentra sobre la luna estaba hecho de éter, una sustancia sutil, invariante y eterna. Debajo de la luna, se encontraba el mundo de la generación y de la corrupción.

Esta teoría cosmológica se complementó mediante la astronomía de Claudio Ptlomeo (fl. 150 d.C.), quien brindó un modelo matemático para el movimiento específico de los planetas. La cosmología aristotélica y la astronomía ptolemaica fueron aceptadas por la grandísima mayoría de los filósofos naturales durante más de un milenio.


Ahora bien, Tycho argumentó que ni el cometa ni la nova eran fenómenos sub-lunares. Pero entonces, en contra de lo que decía Aristóteles y todas las observaciones registradas hasta entonces, sí hay cambio en los cielos.

 Estos fundamentales descubrimientos continuaron la revolución astronómica, cosmológica y física que comenzó con Copérnico (1473-1543) y finalizó con la física de Newton (1642-1727).


Los aportes de Tycho Brahe se enmarcaron en esta gran revolución científica. No obstante, Tycho no fue copernicano. Copérnico conjeturó una teoría astronómica que ponía al sol en el centro y a su alrededor giraban los planetas, incluida la Tierra. Sin embargo, para la época de su aparición, este modelo también presentaba dificultades observacionales que no serían superadas hasta siglos después.

Debido a estas, Tycho no aceptó el modelo copernicano. Sin embargo, tampoco estaba dispuesto a regresar a los aún más problemáticos planteamientos aristotélico-ptolemaicos. De forma que presentó un modelo astronómico mixto.  En acuerdo con este, en el centro del universo se encontraba la Tierra. A su alrededor giraban la luna y el Sol. Finalmente, en torno a este último giraban todos los planetas.


Tycho quería que este modelo fuera matemáticamente bien articulado y que su enorme compilación de observaciones fueran acordes con él. Para lograrlo, trabajó con un joven teólogo protestante que se había dedicado a las matemáticas y a la astronomía. El nombre de este teólogo era Johannes Kepler (1571-1630).

Kepler no cumplió lo que Tycho le encargó, pues este último murió poco tiempo después del encuentro. Kepler sí era un copernicano convencido y utilizó al valiosísimo tesoro de observaciones de Tycho para desarrollar con mayor precisión la astronomía copernicana. A su paso, también avanzó hacia una forma de hacer ciencia totalmente diferente a la que había imperado durante milenio y medio.  

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