Alejandro Guevara
Arroyo
1. La siguiente es una clasificación que
presenta de forma idealizada dos tesis (ideal en el sentido weberiano). Quiere
decir que su función teórica es comparativa: permite determinar la proximidad o
lejanía de dichas clases ideales con las tesis realmente defendidas.
Ocasionalmente, se puede mostrar algunos ejemplos muy próximos a dichos
ideales.
2. Propongo que podemos distinguir entre
dos clases de tesis sobre el conflicto social (en especial, sobre el conflicto
político y axiológico): (i) la tesis explicativa del antagonismo social y (ii)
la tesis reducida del antagonismo social. Prestaré especial atención a una de
las versiones de esta última, que llamaré tesis antagonista pastoral y
misionera. Sin embargo, antes de enunciar sus diferencias, presentemos lo que
las une: ambas son tesis que afirman la existencia constante de conflictos
(incluidos los políticos y morales) en las sociedades humanas (en especial en las pluralistas). Al tiempo, ambas ponen
‘énfasis’ en la importancia de dicha clase de conflictos. Veremos, sin embargo,
que lo que quiere decir esto para dichas tesis es muy diferente.
3. La primera tesis afirma que toda
sociedad pluralista es un conjunto en que se da necesariamente la presencia
constante e ineludible de conflictos entre los individuos y grupos humanos que
la conforman, debido a sus diversas y alternativas concepciones de mundo, de
cómo debe vivirse como individuo y como grupo y de cómo debe llevarse la vida
social (en general). Los conflictos son de múltiples clases y corren en
variadas direcciones. Aquí se incluyen, indudablemente, aquellos conflictos que
se pueden denominar políticos (pero que no deberíamos reducir a conflictos
partidarios). Se tratan de clases de conflictos que siempre reaparecerán.
Incluso los hay que no podrán propiamente ser resueltos (o solo parcialmente).
Suponiendo
esta tesis, emergen multitud de problemas explicativos y descriptivos
importantes: cómo funcionan y por qué surgen tales o cuales clases de
conflictos y por qué aparecen ciertos conflictos particulares; qué agentes y
grupos participan en los conflictos (de tales o cuales clases); cuáles clases
de conflictos son característicos de tales o cuales sociedades o de las
sociedades pluralistas frente a comunidades más compactas o frente a las
asociaciones humanas, entre muchos otros.
Se trata de una tesis que pretende sustentar o
ser parte de un análisis social detallado en especial de sociedades pluralistas
contemporáneas. Permite el uso de instrumentos de análisis y de contrastación
crítica para la explicación social (v.g. la construcción de mecanismos
explicativos –al decir de Elster-)[1]. Igualmente, es una tesis compatible con
otras tesis que describen las relaciones sociales de coordinación y cooperación
social. Que todas ideas pueden ser compatibles es evidente, pues los hechos
sociales per se no pueden ser contradictorios. De forma que afirmar
que en una sociedad contemporánea existen necesariamente diversidad de clases
de conflictos (incluidos los políticos y axiológicos) que afectan diversos
niveles de la vida social, no es incompatible con la afirmación de que en toda
sociedad existen (y pueden existir) diversidad de clases de procesos de
coordinación y cooperación que se dan en diversos niveles de la vida social
(incluso el político y el axiológico).
En
efecto, considero que la cooperación y coordinación (inclusive para resolver
cuestiones que podríamos denominar morales y políticas) entre individuos y grupos, son clases de procesos sociales constantes e invariantes en
todas las sociedades humanas, incluso las más complejas. Verbigracia: mediante
complejos procesos de generación de normas, estrategias de acción y de
sentimientos morales –Hume-, se conforman procesos de interrelaciones mediante
los que se solucionan a su vez distintos problemas humanos, por ejemplo, los
problemas de acción colectiva –que puede ser política-. Por lo demás, no parece
plausible suponer que la especie humana hubiera sobrevivido como especie social
sin la necesaria presencia constante de tales comportamientos y –por ende- de
mecanismos comportamentales de cooperación y coordinación comunitaria o
asociativa (justamente, múltiples investigaciones de antropología biológica,
psicología evolutiva, neurología y paleontología parecen sustentar la presencia
invariante de dichos comportamientos y mecanismos fundamentales en nuestra
especie).
La
incompatibilidad entre estas tesis se podría dar si declaramos algún tipo de
primacía de uno de esos ámbitos del acaecer social sobre el otro. Por ejemplo:
si declaramos que un ámbito es la esencia ontológica de la sociedad y el otro
una apariencia. Esta afirmación es incompatible con aquella que afirma que la
relación de primacía ontológica es la inversa. Pero cualquier que no suponga
esta clase de ontologías sociales podrá salir fácilmente de la supuesta
incompatibilidad entre dichas tesis.
Por
otro lado, la tesis descrita también puede ser compatible con tesis o
propuestas político-normativas que responden cómo se puede llegar a acuerdos
políticos (u otros tipos de acuerdos), aunque conlleva limitaciones a
propuestas normativas utópicas. En efecto, porque el hecho de que existan
ineludiblemente multitud de conflictos en diversos niveles de la sociedad, no
es contradictorio con la tesis normativa de que algunos de esos conflictos
deberían encausarse mediante tales o cuales clases de acuerdos (v.g. mediante
instituciones desarrolladas para tales efectos).
La
tesis presentada hasta aquí es supuesta por multitud de teóricos sociales y
filósofos y no supone necesariamente una concepción o programa político
específico. En el ámbito de la ius-filosofía, es un supuesto frecuente (aunque
no exclusivo) en las teorizaciones de los ius-realistas.
Por
ejemplo, véase este extracto:
“This is so [(the realization that we shall always
live in an imperfect society)], not only because even very good people are
imperfect; nor is it because, obviously, we often make mistakes because we do
not know enough. Even more important than either of these reasons is the fact
that there always exist irresolvable clashes of values: there are many moral problems
which are insoluble because moral principles may conflict.
There can be no
human society without conflict: such a society would be a society not of
friends but of ants. Even if it were attainable, there are human values of the
greatest importance which would be destroyed by its attainment, and which
therefore should prevent us from attempting to bring it about.”― Karl
R. Popper, Unended Quest: An Intellectual Autobiography, cap. 24, 133.
4. La segunda concepción o tesis que
comentaré consiste en la afirmación de que la ‘estructura’ social es
prioritaria y necesariamente una clase más reducida de conflictos.
Es el
caso de la tesis ontológica –aparentemente defendida por algunas concepciones-
según la cual en toda sociedad se da siempre y necesariamente un conflicto
entre hegemonías y contra-hegemonías o, al menos, de constante persecución del
poder político hegemónico entre grupos inconciliables. En estos conflictos,
unos intentan imponerse a otros. Aunque los conflictos pueden ser de varios
tipos, todos terminan (o han terminar) encausados (o tienden a ello) en dicho
proceso binario. En las siguientes líneas prestaré atención básicamente a esta
idea.
Quizás
la razón para no tratar clases de conflictos diversos (inclusive políticos y
axiológicos) al que surge de la persecución del poder hegemónico, es la misma
por la cual esta tesis es incompatible con la afirmación (descriptiva) de que
existe coordinación y cooperación social, así como con las tesis
(político-normativas) que promueven que las fuerzas políticas lleguen a
acuerdos. Se trata de lo siguiente: esta es una tesis simultáneamente
ontológica y político-normativa, especialmente dirigida para justificar la
agencia de cierto poder político y de cierta clase de programas políticos
estatales. Eso sí, es mi opinión que tiende a disimular la complejidad social.
Más adelante se profundizará en estos asuntos.
Un
ejemplo de asunción de esta tesis pareciera encontrarse en Chantal Mouffe[2] y su obra Agonística, quien presenta como
parte necesaria de su concepción antagonista: “[Existen] dos polos del
antagonismo [que] no pertenecen al mismo espacio de representación y son
esencialmente heterogéneos entre sí. Y es a partir de esta heterogeneidad
irreductible que ellos surgen. […] Siempre va a haber una lucha entre proyectos
hegemónicos en conflicto que buscan presentar sus visiones del bien común como
la encarnación "verdadera" de lo universal” (88). Estas ideas –según
la filósofa- conforman una nueva ontología sobre lo político llamada de ‘negatividad
radical’ (87).
Incluye
al menos dos diferencias claves con la tesis explicativa y de análisis social
antagonista: (i) antepone una ontología en la cual la esencia social (o al
menos de lo político) está conformada por una clase específica f de relaciones.
Se trata de las relaciones de conflictos. El conjunto h conformado por todas
las clases diversas de relaciones son apariencias o de alguna forma son
no-estructurales. No sé con precisión cuáles son las implicaciones ontológicas
para la existencia de la sociedad que la pensadora da a esta tesis, pero es de
suponer que considera que sin f no existiría entidad sociedad, mientras que sí
podría existir sin h (v.g. sin cooperación o coordinación). (ii) En segundo
lugar, se circunscribe los integrantes de f a un sub-conjunto f1: las
relaciones de conflicto para obtener el poder hegemónico. Nuevamente, es
plausible suponer que esto implica que las otras clases de conflictos
(incluidos muchos conflictos políticos) podrían no existir sin afectar la
existencia social.
Asumir
estas circunscripciones parece poco útil para brindar explicaciones de muchas
dinámicas sociales reales que suceden en las sociedades pluralistas
contemporáneas. Pero entonces, ¿por qué preferir esta concepción frente a lo
que es fenoménicamente evidente y a pesar que va en contra de la multiplicidad
de conocimientos sólidamente sustentados provenientes de variopintos ámbitos de
investigación científica de las especie humana? La respuesta –o al menos una
parte- quizás vaya en la siguiente dirección. Conjeturo que –según la
concepción que estamos presentando de forma simplificada- los criterios para
preferir esta tesis no son su potencia explicativa, sino su funcionalidad para
justificar cierto programa político-Estatal y cierta agencia para obtener el poder
político-Estatal.
Es
posible que no sea este el sentido de la primacía ontológica que esta tesis
antagonista afirma sobre otras clases de conflictos políticos y sobre otras
relaciones políticas y morales no conflictivas. Puede que la ‘negatividad
radical’ no sea incompatible con la existencia constante y necesaria de otras
clases de conflictos (incluidos todos los políticos y axiológicos que deja de
lado) y de otras clases de relaciones sociales no conflictivas (incluidas
muchas relaciones políticas y axiológicas). Sin embargo, no es sencillo
establecer entonces en qué consiste su incompatibilidad. Quizás lo que la tesis
afirma es que todas las relaciones políticas deberían ser prioritariamente así
y que la acción política debe ser sólo ésta (y no entretenerse, por ejemplo, en
buscar acuerdos o tratando conflictos políticos que no busquen el poder
hegemónico). Empero, en tal caso, ya no se trataría del todo de una tesis
ontológica, sino plenamente político-normativa.
Supongamos,
sin embargo, que se trata de una tesis ontológica de algún tipo. Nuevamente,
cabe preguntarse: ¿por qué preferirla frente a una tesis más amplia y que
parece explicativamente más fértil? Creo que la respuesta a este asunto estriba
en que los defensores de esta tesis normalmente asumen otros criterios para
sustentar la idoneidad de las teorías y concepciones sobre lo social. Procedo a
continuación a presentar cuáles son los criterios que creo que asume esta
concepción y que dan respuesta a este asunto. Tienen que ver con los dos
adjetivos con que la he calificado –con algo de ironía y humor-: los de
pastoral y misionera.
La he
llamado misionera, utilizando el feliz adjetivo ideado por el ius-realista
uruguayo Enrique Pedro Haba. He utilizado este adjetivo, pues -para justificar
esta tesis (que pretende ser ontológica)- se antepone teóricamente su utilidad
para justificar cierta acción política. En cambio, se deja de lado el que sea
una idea adecuada en acuerdo con criterios para la sustentación de tesis
descriptivas sólidas. Pastoral, pues considero que uno de los criterios –en
parte encriptados- para sustentar la idoneidad de lo que se afirma, es el
servir para preconizar y promover cierta
concepción normativa de la vida y de la acción política y apoyar cierto programa
político. En fin: el meta-criterio para dar sustento a dicha concepción no es
su potencia explicativa y su capacidad para formar parte de explicaciones que
puedan superar exámenes crítico-empíricos. En cambio, el meta-criterio que
parece ser asumido es el siguiente: ha de preferirse las tesis sobre lo social
(o al menos, sobre la dinámica política y moral) que permitan justificar la
persecución de cierto programa del uso del poder Estatal y dar sustento a
cierta clase de acción política-partidaria y que sea persuasiva ante un
auditorio tendiente a cierta acción política. De forma que aun cuando no
aparezca directamente como política-normativa, los criterios mediante los que
se justifica su idoneidad sí lo son.
5. En síntesis:
a. La tesis explicativa del antagonismo
social afirma que en toda sociedad humana, y con mucha frecuencia en las
pluralistas, se dan conflictos de diversas índoles entre individuos y grupos
–incluidos conflictos políticos y morales-. Estos conflictos suceden en
múltiples niveles y direcciones.
b. La tesis explicativa del antagonismo
social forma parte de los supuestos ontológico-sociales explicativamente
fértiles en la teorización sobre cómo y por qué la sociedad y sus integrantes
funcionan y proceden como proceden.
c. Consecuentemente, la propia tesis
supone -como criterio para sustentar su idoneidad- que ser explicativamente
potente es lo clave para preferir una tesis explicativa o descriptiva sobre
otras.
d. Por su parte, la tesis
pastoral-misionera del antagonismo, afirma la presencia socio-política
necesaria y primaria de una sub-clase específica de conflicto político. Es el
caso de la idea ee la ‘negatividad-radial’ y la lucha por alcanzar el poder
hegemónico-Estatal entre grupos humanos inconciliables. Otras clases de
relaciones políticas, incluso conflictuales, son consideradas o incompatibles
con dicha idea o (en algún sentido) secundarias. Igualmente, también se
consideran incompatibles los programas de teoría política-normativa que
propongan mecanismos para encausar al menos algunos de estos conflictos en forma
de acuerdos o negociaciones.
e. Como se ha visto, aunque se presenta
como una concepción de ontología sobre cierto ámbito social, parece que se
trata, en realidad:
(1) O de una concepción de contenido
político-normativo (más o menos encriptado). De ser este último el caso, ha de
ser abordada directamente desde dicho ámbito, y no desde la teorización
política y social que pretende brindar modelos (plausiblemente) realistas (pero
siempre falibles) del mundo social;
(2) o de una concepción con meta-criterios
contrarios al rendimiento explicativo y el uso de la crítica empírica y que más
bien ponen énfasis en la utilidad que las ideas han de tener para (cierta)
agencia política.
[1] Al paso sea dicho: considero que debe existir posibilidad plena de crítica empírica de las propuestas explicativas y descriptivas y que esta una regla metodológica epistemológicamente valiosa y –por ello- debería estar presente en toda práctica normativa de justificación de teorías o concepciones explicativas y descriptivas.
[2] Llamo la atención que Mouffe simultáneamente defiende (o así parece) la tesis explicativa del antagonismo social. Sin embargo, creo que aquí no vienen al caso las relaciones entre ambas ideas en la concepción de la filósofa, ya sea al menos porque su mención solo pretende servir como ejemplo de la cercanía de una concepción real con la tesis ideal que se está caracterizando. Por lo demás, cabe tener en cuenta que estas concepciones parecen tener como antecedente la filosofía de Carl Schmitt.
[2] Llamo la atención que Mouffe simultáneamente defiende (o así parece) la tesis explicativa del antagonismo social. Sin embargo, creo que aquí no vienen al caso las relaciones entre ambas ideas en la concepción de la filósofa, ya sea al menos porque su mención solo pretende servir como ejemplo de la cercanía de una concepción real con la tesis ideal que se está caracterizando. Por lo demás, cabe tener en cuenta que estas concepciones parecen tener como antecedente la filosofía de Carl Schmitt.