Alejandro Guevara Arroyo
En un texto breve de opinión que apareció hace pocos días en la revista Surcos[1], apunté que la mercantilización de nuestra vida puede ser considerada también desde un punto de vista moral.[2]
A partir de Sandel, señalé dos cuestiones ético-morales que están involucradas en una consideración de esta índole: (a) que la mercantilización de nuestra vida puede llegar a afectar gravemente la justicia distributiva de bienes esenciales para una vida digna y (b) que pueden corromper dimensiones o prácticas no mercantiles de la vida. Señalé también que al considerar estos puntos, se desliza pronto su naturaleza política y, de ahí, la plausible conclusión de que hemos de desmercantilizar diversos ámbitos de nuestra vida.
En su libro "Por qué algunas cosas no deberían estar en venta. Los límites morales del mercado", Debra Satz ofrece un análisis alternativo y, en varios aspectos, más sutil que el de Sandel, sobre los límites morales de los mercados.
Lo primero es que Satz subraya que “la mano invisible” del mercado en realidad se monta sobre un conjunto amplio de prácticas, motivaciones e instituciones no mercantiles. Pero, notablemente, los mercados pueden llegar a influir sobre la forma y vigencia de dichas instituciones, prácticas y motivaciones, pues aquellos también tienen efectos políticos y culturales, no solo económicos (otra pensadora, Nancy Fraser, piensa que cierta forma del mercado canibaliza las propias instituciones políticas de las que depende, pero explicarlo es asunto para otra ocasión...).
Para analizar los límites morales de los mercados, Satz propone considerar cómo estos pueden afectar cuatro valores: (a) el debilitamiento de la capacidad de agencia o acción de ciertas personas; (b) la vulneración grave que pueden provocar; (c) los resultados extremadamente dañinos sobre individuos; y (d) resultados extremadamente dañinos sobre las comunidades/sociedades.
Entiende que está justificado desmercantilizar la distribución de ciertos bienes que son condiciones para la igualdad política. Así, confluyendo con buena parte del pensamiento democrático contemporáneo, Satz considera que se requiere garantizar la distribución y el disfrute igualitarios de ciertos bienes en tanto son condiciones necesarias para la existencia de una genuina ciudadanía democrática. Hasta donde comprendo, a ello apunta con su noción de democracia social.
Su propuesta diferencia de las tesis que denomina “igualitaristas generales”, en tanto estas se concentran en la adecuada distribución (o redistribución) de ingresos y riquezas. Pero “algunos mercados nocivos tienen consecuencias problemáticas… sin importar de qué manera influyen en la distribución de ingresos”. Para ella, resulta central en esta discusión determinar cómo ciertos mercados afectan problemáticamente las dimensiones clave de la vida democrática.
[1] https://surcosdigital.com/sobre-la-mercantilizacion-de-la-vida-como-cuestion-politica-y-sus-limites-morales1/
[2] Este documento recibió una revisión ortográfica mediante el instrumento chatgpt. Se solicitó, además, que agregara emojis. El autor revisó íntegramente el producto.
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