1. En un interesante artículo[1], Fabrizio Macagno ofrece un análisis riguroso e iluminador sobre cierto género de estrategias argumentativas falaces, que denomina falacias de presuposición (o presuposiciones manipulativas).
2. Al participar en intercambios discursivos, incluidos los intercambios argumentativos, las partes involucradas requieren pragmáticamente aceptar una multitud de suposiciones sobre lo que creen y valoran (“dark-side commitments”). Estos compromisos quedan ‘en las sombras’ del intercambio y lo hacen pragmáticamente posible. Tales son presuposiciones que las partes aceptan y con las que se comprometen pragmáticamente (dice el autor que se encuentran en su almacén de compromisos – commitments store).
Por ejemplo, si una pareja que convive debe decidir cuál es el mejor momento para sacar a pasear a su mascota canina, ambas partes presuponen sin discutirlo que el paseo será caminando, que usarán correa como siempre, y que no se trata de un viaje de varios días. Como resulta obvio, estas presuposiciones no son problemáticas: forman parte del trasfondo compartido que permite centrar la deliberación en lo realmente disputado (el momento del paseo).
3. Ahora bien, Macagno habla sugerentemente de presuposiciones manipulativas (presuppositional fallacies), como una estrategia argumentativa que puede ser utilizada con diversos fines (muy frecuente en los debates sobre cuestiones políticas, por cierto). Al apelar a esta clase de falacias, una parte en una deliberación impone a la otra un contenido cuestionable, haciéndolo pasar por presupuesto compartido del diálogo argumentativo.
4. Pensemos en dos ejemplos:
El primero es el puzzle formulado por Eubúlides en el siglo IV a. C. A presenta a B un argumento y le pide que lo refute:
P1: Lo que no has perdido aún está contigo.
P2: Pero no has perdido tus cuernos.
Por ende, aún están contigo.
El segundo, uno más o menos sacado de mi vida:
Durante una deliberación entre A y B sobre la decisión correcta respecto al asunto C, A defiende la opción C1 y B la opción C2. A, sin evidencia y en tono insinuante, señala: “Bueno, la mayoría sabe que vos defendés C2 por razones personales, no por principios”.
En ambos casos, una de las partes introduce una presuposición problemática en su argumentación. Como tal, se presenta un contenido controvertido como obvio, compartido y no discutible.
5. Diversas formas de presuposiciones falaces o manipulativas fueron estudiadas por la teoría clásica de la argumentación, y son cuidadosamente analizadas por Macagno. Esta categoría incluye: (a) la pregunta cargada (loaded question), (b) la dicotomía falsa (false dilemma), (c) la petición de principio (question begging), (c) la definición persuasiva (implícita), y (d) la falsa causa (post hoc ergo propter hoc).
6. Los objetivos de utilizar esta clase de falacias pueden ser varios. Uno que me parece especialmente notable: una parte puede apelar a las falacias de presuposición para desviar la atención o confundir respecto del centro del debate.
Además, estas presuposiciones manipulativas pueden ser fácilmente utilizadas para provocar en las otras partes estados emocionales que dificultan la deliberación genuina. Después de todo, mediante esta estrategia, una interlocutora es cargada con contenidos problemáticos o incluso falsos, haciéndolos pasar por obvios. Este segundo objetivo puede ser reforzado por actos no verbales del discurso.
7. Supuesto
que una persona logra superar la trampa emotiva, la manera más directa de
neutralizar esta estrategia es explicitar
y rechazar la presuposición manipulativa.
Sin embargo -y en esto reside su fuerza confundidora- este esfuerzo no forma parte del trabajo
argumentativo ordinario que se espera en una deliberación, ya
que abordar presuposiciones suele evitarse por razones pragmáticas. Así, se invierte injustificadamente la
carga de la prueba, y se exige a una parte una tarea
argumentativa que no le corresponde (se viola la regla dialógica relativa a la
carga probatoria).
“La persona interlocutora se ve forzada a brindar una respuesta dentro de un paradigma [de argumentación] que no incluye el rechazo de tales presuposiciones” (Macagno, 2023, p. 17). Por eso, la respuesta adecuada para enfrentar la falacia es más compleja que una posición argumentativa habitual dentro de la deliberación. En la mayoría de los casos, requerirá interrumpir el diálogo, rechazar la presuposición implícita, y ofrecer razones para no aceptarla, entre otras acciones argumentativas adicionales.
En síntesis, esta estrategia tiende a confundir el centro de la discusión, introducir emociones que distorsionan la deliberación, e invertir la carga de la prueba en perjuicio de una de las partes[2].
[1] Macagno, Fabrizio. 2023. “Presuppositional Fallacies.” Argumentation 37 (3): 273–297. https://doi.org/10.1007/s10503-023-09625-6.
[2] Este documento recibió una revisión ortográfica mediante el instrumento chagpt. Luego de procesado, la persona autora lo revisó y comparó con el original de manera íntegra.